Explicación 58

1. ¡Hosanna, hosanna a Dios en las alturas!

2. Mi espíritu se aposenta por un instante entre vosotros, con el deseo de daros mi fraternal saludo.

3. Me ha atraído el silencio de vuestros corazones, la oración y el pedimento que ante el Padre habéis elevado, ante Su ojo infinito que todo lo contempla.

4. Y en este instante he pedido a mi Padre descender entre vosotros, para dar mi humilde saludo espiritual.

5. Soy la sierva del Sexto Sello, la doncella que el Señor entresacara de antaño tiempo para engalanar mi espíritu, y para manifestar su Obra Espiritualista Trinitaria Mariana que, escrito está, tenía que acrecentarse para ser dada a conocer a los hombres de las distintas razas.

6. Escrito también está, que Su palabra algún día llegará a los hombres de las diversas religiones, que muy lejos de la planta divina se encuentran y que se han alejado del camino verdadero, del camino que conduce al espíritu a la suprema felicidad.

7. El Señor tuvo misericordia de todos los hombres, y envió al principio del Tercer Tiempo a Roque Rojas, el enviado de su Divinidad, quien a su vez por conducto de él se manifestó Elías, quien entresacara a esta humilde sierva.

8. Sí, mis amados hermanos, el Padre se digno en dirigir a mi espíritu y ya no dependí tan sólo de la guía de los míos, sino que Su mano bondadosa e infinita iba guiando a mi pequeña envoltura.

9. A temprana edad Él me entresacó y me nombró Su privilegiada, y me dijo: “Damiana Oviedo, tú serás el primer ruiseñor del Sexto Sello”.

10. Hermanos, en mi carne hubo imperfecciones, pero ¿qué ser humano sobre la Tierra no ha llevado falta? En verdad, todos hemos conocido el pecado, más aún así el Señor privilegió a mi espíritu.

11. Si vosotros contemplasteis que, al principio de la Doctrina en este Tercer Tiempo, por la torpeza de mi carne no pude dar a conocer los mandatos divinos del Señor tal y como era Su voluntad, os digo que Él me ha juzgado, mas también mis ejemplos han sido juzgados en el seno del pueblo de Israel.

12. En ese juicio me habéis hallado culpable y os digo que no me culpéis, hermanos, mirad que en carne fui torpe y pecadora como vosotros, porque también yo moré la Tierra.

13. Si mi espíritu no fue lo suficientemente fuerte para sostener la Doctrina en el camino, os suplico no levantéis más causa en contra mía, porque hoy soy ya un espíritu limpio y purificado, y tengo un lugar escogido y elegido por mi Padre, me encuentro aposentado donde ha sido Su voluntad y ésta es perfecta.

14. Vosotros que habéis sido enseñados a orar por el mismo Divino Maestro, en vuestra oración podéis uniros a la mía; mirad que yo, cuando moré la Tierra, no gocé de la gracia de ser doctrinada por el mismo Padre como habéis sido vosotros, mas ahora podéis unir vuestra oración con la de mi espíritu.

15. Hermanos, vuestra oración en mucho ayudará a todo el pueblo de Israel, ya no me ayudaréis a mí, porque vuelvo a deciros, soy un espíritu engalanado y privilegiado por la mano infinita del Señor, pero vosotros sí mucho podéis pedir al Señor por el pueblo bendito de Israel, que en continua lucha se encuentra, que va regando lágrimas en su camino porque no ha comprendido Su palabra divina.

16. El Padre os ha hablado extensamente, pero el pueblo de Israel, por el lugar en que habita, por esta tercera altura de la perversidad que os ha sorprendido, no se ha sabido preparar.

17. Os ofrezco mi ayuda espiritual, y no importa el lugar en que os congreguéis, ahí acudiré si el Señor me lo permite, porque sabéis que el Templo del Señor no son las paredes materiales, sino vuestro corazón.

18. En este momento me encuentro aposentada en el Templo que con la unión de vuestros corazones habéis formado, por lo cual doy mis más sinceros parabienes a mis hermanos, no como un elogio a vuestras carnes, sino como un estímulo a vuestros espíritus para que prosigáis en la lucha, para que no desmayéis.

19. Hermanos, las pruebas se aproximan y es preciso que no desmayéis, que no vayáis a debilitar en vuestra fe.

20. Seguid hacia adelante, que yo le pediré al Señor, como su primer ruiseñor en este Tercer Tiempo, me conceda estar muy cerca de cada uno de los portavoces, muy cerca de cada uno de los que lleven cargos, de aquéllos que llevan delicada misión que cumplir sobre la Tierra.

21. Son humildes mis palabras, pero dejo entre vosotros en este instante, un gran estímulo a vuestro espíritus.

22. Que la paz del Señor sea en cada uno de vuestros corazones; a Su mandato primeramente, y a las órdenes de mis hermanos después, os ha hablado por unos instantes, la sierva del Señor.

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