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Restituir y purificar en el amor

Sin títhjkulo
Nuestro Padre es Espíritu y su mayor expresión por todo lo que ha creado, incluido cada uno de nosotros, es el amor. Su Espíritu todo lo envuelve, todo lo vivifica, todo lo ama cuanto de Él sí procede.
El mal, el pecado, el caos, el egoísmo no son de Su Espíritu, no lo creo, ni lo vivifica, ni lo envuelve… Esas manifestaciones son nuestras, de nosotros procede, y hay veces nos atrae, le damos poder y le damos «vida» continuamente con nuestras obras y hechos.
Sí, hemos creado fuerzas ajenas a las de Dios, les hemos dado poder y grandes potestades. Ama a nuestro espíritu,… pero no aquello que ha surgido o nacido de nosotros, el mal.
Dios ama la libertad que le ha dado a nuestro ser, y sí,… por Su justicia divina derrotará el mal y el caos nuestro, con ese mismo bendito don que nos otorgó. Eso es justicia divina en la restitución, volver a la pureza lo que manchamos. Eso es justicia divina al purificar, el que cada quien saboree por sí mismo el fruto amargo o dulce de sus hechos.
Cada quien salda sus deudas espirituales. Cada quien va apartando su purificación amarga muchas veces, por medio de la práctica del amor si así lo pretende. Dios nuestro Padre no es alguien que guste del dolor ni del temor. Si existe dolor y temor es nuestro, de nosotros procede y es nuestra semilla. Semilla que ha crecido hasta ser árbol muy frondoso y que da sombra a Sus hijos. ¿Quién debería derribar ese árbol? Sino su dueño, todos nosotros. Nuestro Padre pacientemente espera que lo hagamos, persuadidos al fin que Su ley es justa y buena. Convencidos de que Su enseñanza no obliga, sino pacientemente espera que cada uno de nosotros por convicción la llevemos como ideal espiritual en nuestra existencia.

La Ley de Restitución

Cuarto Libro

Capítulo 4

La Ley de Restitución:

Habló Yahvéh a Moisés, diciendo: Si uno peca y comete una prevaricación contra Yahvéh engañando a su prójimo acerca de un depósito o de un objeto confiado a sus manos, o de algo robado, o bien oprimiendo a su prójimo violentamente, o si halla un objeto perdido y lo niega, o jura en falso acerca de cualquiera de las cosas en que el hombre suele pecar; cuando así peca, haciéndose culpable, devolverá lo robado, o lo exigido con violencia, o el depósito que se le confió, o la cosa perdida que halló, o todo aquello sobre lo cual juró en falso. Lo restituirá íntegramente, añadiendo un quinto más, y lo devolverá a quien lo poseía en el día en que se hizo culpable. Entregará para Yahvéh su sacrificio de reparación: Un carnero del rebaño, sin defecto, según su valoración, como sacrificio de reparación ante el sacerdote. El sacerdote hará por él la expiación delante de Yahvéh, y será perdonado en cualquiera de los casos en que fuera culpable. Levítico 5:20-26 Leer Más

El amor y el perdón

El amor y el perdon

La certeza de nuestro espíritu es que Cristo es amor y perdón; así lo demostró en Su existencia material, en Jesús. Si las cadenas abrían Su carne, la ternura brotaba de Sus ojos; si la burla hería Su corazón, brotaba Su palabra en forma de caricia; si el clavo hería Su diestra, con Su siniestra bendecía a la humanidad.

Si nuestro Padre nos mostró el ejemplo divino del amor y del perdón, Su hija humanidad así ha de seguirle.

Todos nosotros hemos tenido la necesidad del amor y del perdón; todos han llegado a necesitar también de nuestro amor y de nuestro perdón. Leer Más