La Divinidad de Jesús
Libro de la Vida Verdadera
La Divinidad de Jesús
Cuando pensáis en los tormentos que padecí en la cruz, os horrorizáis de que la maldad humana hubiera llegado a esos extremos de crueldad y Yo os digo, que ese dolor y el cáliz que entonces bebí, no fue la mayor amargura. 6-170-1
El dolor más grande para Mí fue ver que, estando entre mis hijos, ellos no querían darse cuenta de quién era Yo, el de estar revelándoles la verdad con palabras llenas de luz, y ver que las rechazaban y me negaban, y el de estar derramando mi amor en sus corazones, mientras ellos se burlaban de Mí y de sus labios brotaban blasfemias en contra mía. 6-170-2
El último suspiro que exhalé en la cruz, fue el perdón divino que broto de mi Corazón sobre tanta miseria y muerte, pero mi pasión no terminó al exhalar aquel suspiro; os había dicho que Yo era la Vida y mi Espíritu en la eternidad siguió recibiendo las ingratitudes de todos los hombres. 6-170-3
Discutieron sobre si Yo era o no el Mesías Prometido; analizaron mis obras para ver si eran la confirmación de lo que las profecías habían anunciado y mientras unos llegaban al convencimiento de que Yo era el Prometido, otros, los materialistas, los que sólo rendían culto a la materia, los que habían interpretado las profecías según sus ambiciones humanas y sus conveniencias, ésos siguieron negándome. 6-170-4
¡Cuán ciegos estuvieron aquellos que habiendo escuchado mis palabras de vida y habiendo visto mis obras poderosas, no pudieron llegar a comprender que sólo Dios era capaz de llevarlas a cabo! 6-170-5
Hoy podéis decir que la humanidad ha reconocido a Cristo como el Mesías que el Padre había prometido a la humanidad desde los primeros tiempos. Sin embargo, no cesan los hombres de negarme, de desconocerme y de ofrecerme a cambio de mi amor, la hiel y el vinagre de sus ingratitudes. 6-170-6
Hoy ya no dudan de Jesús, pero muchos discuten y aún niegan mi Divinidad. Unos me atribuyen gran elevación espiritual; otros, afirman que Yo también voy caminando por la senda de la evolución del espíritu, para poder llegar al Padre; mas si así fuese, no hubiera venido a deciros: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”. 6-170-7
Conozco vuestras reflexiones, vuestras filosofías. Sé que para vosotros, sólo encarna un espíritu que necesita de esa prueba para lograr su elevación y perfeccionamiento, y esto os impide el creer que el Verbo Divino se hiciera hombre. Sé que no concebís que el Ser Divino pudiera llegar a sentir dolor y por eso la humanidad al ver que Jesús lo experimentó, niega que Él pudiese ser la Divinidad prometida. 6-170-8
¡Ah, mis hijos amados!, si pudieseis llegar a comprender que la encarnación del Verbo sobre la Tierra es la más grande expresión del Amor divino; fue un anhelo de humildad ante vosotros y una lección en mi deseo de limitarme, de hacerme pequeño, para que me sintieseis más vuestro y vosotros más cerca del Padre. 6-170-9
Pero de aquel gran dolor, ¡que poco es lo que sabéis! Sólo pensáis en lo material, en la carne que sufre, en la angustia del espíritu; pero no llegáis a comprender que mientras no exista armonía entre las criaturas humanas y su Padre Celestial, tendrá que existir entre vosotros el dolor, y ¿qué dolor podréis sufrir que no se refleje en vuestro Padre? 6-170-10
No penséis que Yo venga a defenderme de vuestros juicios, ni a pediros que no me despojéis de esa Esencia Divina que me estáis negando. Yo he venido en esta Era para decir al hombre que sea su espíritu el que me juzgue. 6-170-11
Basta ya de que sea vuestra pequeña razón humana la que quiera leer y penetrar en el gran Libro de la Vida, el cual fue escrito por el Espíritu Divino para vuestro espíritu, porque éste será el que alcance la inmortalidad y no la materia. 6-170-12