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Las moradas y la luz de la Conciencia

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Hay moradas donde también están los hijos de Dios, y no es tanto de ellas su importancia, sino de quienes la habitan. Hay moradas donde nunca necesitaron un Salvador según lo explica Su enseñanza, porque desde un principio amaron la luz que procede de la Conciencia. Por esa luz evolucionaron, desarrollaron sus dones y virtudes, y tienen una gran delantera a comparación de otros hermanos suyos en la Creación.
Aquí en esta morada lamentablemente fue necesario un Salvador, Jesús el Cristo. El Verbo del Cristo es en todas las moradas, mas aquí tuvo que encarnarse para que Él fuese escuchado y visto en lo humano. Él conocía lo que sucedería después, que el espíritu de la humanidad por haber preferido la tiniebla en lugar de la luz, tendría que pasar por el cáliz de la crucifixión.
Cristo dejó las 99 ovejas en Su reino para rescatar a la 100, que está representada por cada uno de nosotros. Descendió a los muertos del espíritu, para resucitarles con Su doctrina de amor a la vida de la gracia. Hoy aún no están salvos, le ha sido necesario al espíritu el purificarse por el maestro dolor, porque por tercera vez rechazaron al Cristo, al Maestro amor.
El Cristo conoce el cáliz de amargura por la que ahora pasan los espíritus. Conoce que el maestro dolor les despertará, les hará reflexionar hacia la luz que otros amaron desde su principio, la luz de la Conciencia.

La atenuación de la purificación por el arrepentimiento

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¿Es posible atenuar el cáliz de amargura por la purificación de las faltas cometidas?
Esta morada es de espíritus faltos de luz, donde la purificación espiritual está presente en cada uno de nosotros. Cada hermano que vemos y se cruza en nuestro camino, ha llevado ya un largo ir y venir en el trayecto de su existencia. No es la primera vez que estamos en este mundo, ya otras veces hemos sido y obrado acertada o equivocadamente en la vida.
Nuestro espíritu lleva en sí la luz de la Conciencia, como un juez le hace sentir su mal proceder. Nadie ha estado exento de esa luz, como voz sabia le ha acompañado desde que surgió del Seno divino. Nuestro espíritu tendría por justificarse de su mal proceder si algo le hubiese faltado desde su nacimiento; mas es semejante a Quién le creó y posee cada atributo de su Espíritu Divino. Nuestro Padre en Su omnisapiencia en los tiempos, ya conocía los senderos por donde habían de caer Sus hijos, por lo tanto en la Conciencia del espíritu marcó con sello indeleble toda falta, cada error, toda equivocación.
El Padre ha develado en este tiempo, que el espíritu se hizo sordo a la voz sabia que lleva en sí. Que siendo la luz que le permitía reconocer el mal por un sentir, se hizo insensible e indiferente.
Por esa insensibilidad el Padre ha tenido de nuevo que recordarle el camino al espíritu. No una sino tres veces ha descendido a quienes les pertenece en esta morada. Recordad que ha dicho, que hay mundos en donde sus moradores no han precisado de un Salvador, que han evolucionado y se han ido perfeccionando dando prioridad a la luz de la Conciencia.
No hay justo alguno en este mundo, eso debemos reconocerlo y aceptarlo. Reconocer que del sendero de luz nos hemos alejado, unos más otros menos; aceptar que nos es necesario obrar en la luz que existe indeleblemente en el espíritu por la Conciencia. En ella está la invitación mas no obligación,… de obrar con justicia, amor, bien y virtud.
Todo espíritu puede adelantar en el camino de su evolución espiritual. Todo espíritu puede ir saldando sus deudas espirituales,… la luz la lleva en sí. Nadie se le ha negado esa luz; a ninguno se le ha despojado de esa voz donde existe como sabiduría el cómo andar en el camino.
No es el dolor el que perfecciona, porque si todavía se presenta en los hijos de Dios, es prueba de lo alejados que están de la verdadera vida. Mas el dolor y la purificación pueden aminorarse, pueden acortarse ante el arrepentimiento sincero. Ese arrepentimiento no es de palabra, nace desde lo más profundo del espíritu, donde ya por convicción ha resuelto obrar en el camino de su existencia conforme a la invitación que le hace su Conciencia. Un arrepentimiento genuino donde ha decidido obrar ya con virtud, luz y bien ante su semejante y por sí mismo.
Parece que un arrepentimiento así todavía no es posible por la mayoría. Mas el Padre no pide aún perfección en las obras de los espíritus, sino una sentida convicción de que es posible obrar así cada día.
Ese arrepentimiento sincero, ese obrar a la luz de la Conciencia hará el milagro, que cada espíritu le llegue el instante de que su existencia sea un Edén, un perpetuo paraíso en el Reino de los Cielos que él mismo edificó en su propio ser.

Conciencia y consciencia

Libro de la Vida Verdadera - Conciencia
El espíritu nació de un pensamiento de amor divino. Sencillo, puro con un todo de los atributos divinos de Quién le daría vida y eternidad. Dos potencias que le hacen semejante en perpetuidad a su Dios. ¿Estaría sólo el espíritu en su largo y eterno peregrinar? No, a cada espíritu le dotó de otra potencia, la Conciencia. En ella el espíritu encontraría la sabia respuesta, la luz que no se empaña, el juez inexorable ante la mancha del espíritu. Siendo el Padre omnipotente, omniabarcante, omnisapiente, en la luz de la Conciencia dejaría Su presencia, Su potencia, Su sapiencia. Esa luz siendo la presencia del Eterno en el espíritu no le era necesario evolucionar. Pues la sapiencia del Creador no evoluciona, todo lo conoce, todo lo sabe. El Padre conocía ya a cada hijo Suyo desde antes de nacer, le sentía,… más también conocía que en el camino de evolución muchos tropezarían con la falta y el error. Esa voz inmutable a cada paso del espíritu le diría el cómo ir en el sendero de su evolución: en la sabiduría del amor,… otra potencia con el cual fue dotado cada espíritu;… pues como lo dice el Padre, ni si acaso al espíritu le era necesario aprender amar, sino sólo sentirlo y manifestarlo. Esa luz como voz le haría percibir a través de un sentir al espíritu, cuando su caminar no fuera el adecuado para él. Así el espíritu detendría su caminar equivocado, y también esa voz a través de un sentir le haría percibir al espíritu la forma de corregir el yerro, por medio del arrepentimiento y la enmienda.
La voz divina de la Conciencia, la presencia del Padre en cada hijo Suyo no evoluciona. Ya que si le fuera necesario la evolución no sería la luz que conoce el error, el pecado, la falta en sí, desde mucho antes de nacer cada hijo Suyo. Si le fuese necesario la evolución, no sería la voz sabia de Dios aconsejando al espíritu en el trayecto de su eternidad; sería como decir que al Padre le era necesario también conocer el error y la falta. Si fuese así, no tendríamos un Padre perfecto, sino alguien que le fue necesario también el desarrollo a través de la evolución espiritual.
No así la consciencia que es parte también del espíritu, pues ninguna otra criatura la posee. Esa consciencia sí precisa de evolución, de desarrollo, de aprendizaje. La consciencia en la eternidad de cada espíritu se va acrecentando. A través de ella el espíritu cada vez mejor se reconoce como un ser espiritual, dotado de todo lo necesario en su transitar hasta alcanzar su perfeccionamiento espiritual. Esa consciencia le hace crecer en su pensamiento, potencia espiritual que también precisa de evolución y desarrollo. El espíritu consciente va acrecentando su saber a través de la experiencia. Esa experiencia adquirida le hace reconocer qué es lo que le da dicha verdadera a su espíritu; por esa consciencia aprende apartarse del yerro y la equivocación.
Cuando el espíritu consciente de sí mismo práctica la luz de su Conciencia, ese espíritu ya no sólo es consciente sino también conciente.Su pensamiento, su razón, su experiencia, el reconocerse él mismo como un ser superior,… todo ello ejercido con la voz sabia de la luz que le acompañó desde su nacimiento, hará que cada hijo de Dios un ser muy superior sobre la Creación. Porque todos los atributos divinos con que fue dotado sabrá respetarlos y no sólo eso, sino llevarlos a un buen cauce, tal como la voz del Padre le encomendó así hacerlo.
Cada espíritu está destinado a ser Conciente y consciente. Su libertad santa para actuar y hacer, hará de cada espíritu un ser semejante a quienes han alcanzado las grandes alturas del Reino de Dios. Pues muchos conocieron en su transitar el yerro, la falta, no escucharon la voz paternal que por medio de la Conciencia el Padre les invitaba a retornar al camino verdadero. Su pensamiento y razón se ofuscaron, sus sentimientos también. ¿Acaso sería siempre así? No, la consciencia del espíritu iría madurando. Así muchos han despertado y en ese despertar se han vuelto responsables, sensatos, lúcidos de gracia para no errar más. Es por ello, que llegará el momento en que cada espíritu sea Conciente obrando sabiamente a la luz de su Conciencia, pero también consciente,… un ser responsable de sus obras y hechos por la experiencia adquirida desde su nacimiento del Seno del Padre, ocupando sus atributos divinos con que fue dotado sólo para el bien suyo, de los demás, del todo.

EL LIBRO DE LA VIDA VERDADERA

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Ley y Conciencia

Libro Cuarto

Capítulo 7

Ley y Conciencia:

Bendigo a Yahvéh que me aconseja; aun de noche mi Conciencia me instruye. Salmos 16:7

Digo la verdad en Cristo, no miento, mi Conciencia me lo atestigua en el Espíritu Santo. Romanos 9:1

Aunque a mí lo que menos me importa es ser juzgado por vosotros o por un tribunal humano. ¡Ni siquiera me juzgo a mí mismo! Cierto que mi Conciencia nada me reprocha; mas no por eso quedo justificado. Mi juez es el Señor. 1 Corintios 4:3-4

No me refiero a tu Conciencia, sino a la del otro; pues ¿cómo va a ser juzgada la libertad de mi Conciencia por una Conciencia ajena? Si yo tomo algo dando gracias, ¿por qué voy a ser reprendido por aquello mismo que tomo dando gracias? 1 Corintios 10:29-30

Vosotros que me estáis oyendo, me preguntáis: “Maestro, ¿cómo puedo saber lo que es bueno y lo que es malo?” A lo cual os respondo: Yo soy la Justicia divina y como justicia me manifiesto en cada uno de vosotros por medio de la Conciencia que es Luz de mi Espíritu Divino. Esa es la voz de Dios dentro del hombre, y como en el hombre existen facultades que lo capacitan para interpretar y entender esa voz, sus llamadas y sus juicios, no podrá justificar que no conoce el camino del bien, que es la Ley del amor y la justicia. ¿Cuáles son esas facultades o atributos que permiten al hombre escuchar la voz de su propio guía y juez? La intuición, la razón, los sentimientos. 8-233-8 Leer Más