Padre-Madre-Hijo

Nuestro espíritu no tiene sexo, tampoco el Espíritu Divino. Mas Él se ha plácido mostrarse como Padre, como Maestro y también como Madre. De Su seno divino cada uno de nosotros ha nacido, ha brotado a semejanza de su Espíritu Divino.
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Cada uno de nosotros tiene la fuerza del Padre y a la vez la ternura de la Madre. Nos vamos acrecentando en el poder, la majestuosidad, la potencia espiritual,… pero también a la vez en la ternura, en la delicadeza, en ese amor que todo lo envuelve y lo abraza.
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Somos aquello que aún no puede definirse del todo, y sin embargo, tenemos la posibilidad de conocernos más y más. No nos extrañe ser un todo del Espíritu Divino, de expresar y manifestar un todo de cuanto Es y manifiesta.
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En esta morada mientras sea nuestro hogar a veces somos hombres, otras veces mujeres. Expresamos en un tiempo mucho más evidentemente lo masculino y otras veces lo femenino. En esta dualidad nuestro espíritu se alecciona, conociendo lo masculino, lo femenino. Siendo no solo hijos, sino también padres y madres.
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En el Segundo Tiempo no solo encarnó el Verbo de Dios en Jesús, sino también encarnó Su ternura divina en María. Dios manifestaría la trilogía de la familia no siendo solo Padre, sino también Madre y a la vez Hijo. De lo divino a lo humano cumplió, para enseñar al espíritu de la humanidad el camino de lo humano a lo divino.
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En los pies de la cruz en las palabras de Jesús, Dios se evidenció como Madre al dejar a María como Madre Espiritual de la humanidad. Aquella Madre que lloró la ingratitud de la humanidad, ante la presencia del Hijo que exhalaba poco a poco su último aliento. Ante el Padre que todo lo contemplaba y también todo lo sentía en el Hijo y la Madre. Todo lo recibió el Espíritu Divino, todo lo aceptó,… todo lo envolvió en ese instante en Su poder y Su ternura. Y el Verbo se hizo uno de nuevo con Él.
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El Divino Espíritu se ha hecho presente ante la mirada espiritual en su trilogía como Padre, como Madre, como Hijo,… el Maestro. ¿Quién de este pueblo Mariano no ha contemplado al Padre como un Sol, al Hijo en Jesús, o a la Madre en María? Pero no es que hayan tres divinidades, sino solo una Divinidad manifestándose al espíritu de la humanidad. Unas veces nos hace conocer Su fuerza, Su potestad, Su poder,… otras veces, Su ternura, Su maternidad, Su protección. Y también otras veces es Verbo, es Enseñanza, es Sabiduría. En esto y así más, se nos muestra en nuestros dones espirituales Quién nos dio vida, eternidad, semejanza Suya.
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Quien como nuestro Padre-Madre-Maestro, que conoce lo que necesitamos. Por eso a veces en nuestros dones espirituales contemplaremos Su poder o Su gracia… o, la lección.
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Somos partícula Suya, partícula inmensamente con un algo de todo lo que posee el Espíritu Divino. En Su amor se mostrará a la humildad del espíritu, y como se muestre nos dará alegría, la ocasión de conocer un algo más de nuevamente decirlo de Quién nos dio vida y eternidad, así como dulzura y potestad.
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