La oración es el lazo, el vínculo que nos une espiritualmente con nuestro Padre. El lenguaje que no necesita palabras, y en ocasiones ni pensamientos hechos expresión. Sólo el sentir del corazón, que es el Templo que tanto nuestro Padre y el hijo comparten a la vez. Sí, habrá tantas ocasiones como se lo permita nuestro espíritu,… el sólo sentir su oración. Y de las veces ocurre cuando él está en paz,… o cuando a pesar de sus adversidades y pruebas, él se permite relacionarse así con su Padre.
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Esa oración es maravillosa, porque el hijo no pide nada al Padre; desde el interno de su Templo siente esa caricia mientras va pasando el tiempo. Esa oración no está aún extendida entre el espíritu de la humanidad; mas llegará el tiempo que lo sea, y entonces una vibración aún no conocida por ella se sentirá en su mundo.
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Que tiempos serán aquellos que ya esperan en que los espíritus sientan esa vibración, será semejante a la que sintió el apóstol Juan. Entonces el Cristo, el amor y verbo divinos de Dios tendrá en bien dar a conocer lo que le corresponde al espíritu en esa etapa. Grandes verdades tendrán que relucir de la única Verdad de Su verbo, que serán lecciones que vendrán de la comunicación de Espíritu a espíritu. Pues el Maestro así le concedió a su apóstol en virtud de su elevación espiritual. Él vino a entregarle a Juan.
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Parece distante ese tiempo, mas el Maestro también declaró, que Su apóstol se adelantó muchos siglos de lo que otros han necesitado para evolucionar. La nobleza de su corazón, la bondad de sus pensamientos, la pureza de su existencia, y la oración sentida, hicieron que él evolucionase en corto tiempo.
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El espíritu de la humanidad debe comprender que el Séptimo Sello, puede y debe ser abierto no sólo por la caridad del Padre, sino por el anhelo de quienes moran este mundo. Ese Sello habla de la culminación de los tiempos, donde el reino del espíritu empieza para no tener fin. Si antes de ese Sello se significó por la carne y el materialismo, cuando éste sea abierto y percibido por el espíritu, se significará por la elevación y la espiritualidad del mismo espíritu. En la armonía del espíritu con la materia. En esa armonía donde la humanidad da al César lo que es, y a su espíritu lo que le corresponde.
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La humanidad debe darse la oportunidad de sentir su oración. Quien así la procura, su ser se ennoblece y los dones empiezan a florecer. Las virtudes se hacen más manifiestas; el Séptimo Sello empieza ya a resplandecer desde su interno. Semejante es al apóstol Juan, que estando en el Quinto Sello, que la representa Cristo en Jesús en ese tiempo y en esta morada,… Juan en su interno ya vislumbraba el Séptimo Sello en su ser. Si la humanidad quiere acortar el Sexto Sello, el de la purificación y la restitución, lo puede hacer, el ejemplo lo tiene en Juan.
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