El Cielo del espíritu
El Cielo del espíritu no es un lugar determinado, es la expresión sublime del espíritu que ha logrado conquistar su perfección espiritual. En esa conquista no existe el pecado, la mancha, el error, la falta… sino la luz y el amor perfectos.
Lo sublime del Cielo no se conquista con un instante de arrepentimiento. Es necesario limpiar cuanto haya que limpiar de nuestro ser, porque el pensamiento y el sentimiento no puros, no heredan el Reino de los Cielos. El sentimiento y el pensamiento puros, hacen posible que el Reino de los Cielos sean sentidos en nuestro propio ser. Así donde quiera este nuestro espíritu, llevará en sí ese Reino. Todos los espíritus están destinados a conquistar el Cielo. Donde nuestro espíritu por tantas tentaciones que paso y fue subyugado, al final los venció por la virtud.
Nuestro hogar es infinito. Es necesario ampliar nuestro horizonte de la Palabra divina, porque mucho de lo entregado en tiempos pasados, le hemos dado una interpretación literal y no un sentido espiritual. Ni el Cielo ni el Infierno son lugares determinados. Una expresa el Reino de Dios en Sus propios hijos, la dicha sin fin… el segundo… el espíritu que con llanto de fuego, lamenta sus errores y faltas, y a pesar de su arrepentimiento, le es necesario reparar cuanto le es indispensable, para después conquistar el Reino que le pertenece por heredad.