El maestro dolor
Cada uno de los espíritus que ha venido a esta morada ha tenido la necesidad del maestro dolor.
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No es la morada la causante del sufrimiento, no fue hecho para ese propósito. En la Creación de nuestro Padre no existe algo o alguien, para hacer sufrir o perder a Sus hijos. En lo más profundo y esencial de cada hijo de Dios y de todo lo creado por Él, existe Su amor y sabiduría con que formó todo.
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El maestro dolor no proviene de la sabiduría y el amor de nuestro Creador, sino de Sus hijos. Ese maestro se hace presente en la existencia del espíritu cuando él desarmoniza con esos dos atributos divinos.
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Si el espíritu se hubiese conservado en el amor divino, su existencia sería desde su principio o nacimiento un Edén. Si el espíritu se hubiese guiado con la sabiduría divina, él tendría el goce de haber escalado a la cima de la perfección con la naturalidad con que el Maestro enseña y perfecciona.
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Este mundo es morada de espíritus alejados del amor y la sabiduría divinas. Donde el libre albedrío de ellos está sujeto a prueba. Si temerariamente se alejan y obran contrario a la luz, reciben el resultado de ese alejamiento, el dolor y el sufrimiento.
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Las enfermedades, las guerras, los elementos desatados, las hambrunas, las pestes, la muerte son frutos de la temeridad de los espíritus. Y en todo esto está presente el maestro dolor,… y éste se irá cuando los espíritus Conciente y conscientemente empiecen a reconocer su alejamiento del amor y la sabiduría divinas.
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Las faltas de nuestro espíritu no provienen sólo de esta presente existencia, sino de mucho atrás. Por ello hay veces que no comprendemos el porqué de nuestros dolores y sufrimientos, sólo baste decir que en esta morada no hay un justo ante la mirada divina.
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A nuestro espíritu le hace falta la virtud de la humildad, para reconocer que si adolece y sufre es porque está recibiendo la purificación de su alejamiento. Por esa virtud, dejaría florecer la simiente del Maestro, y con esa simiente el que vaya desapareciendo de su ser el maestro dolor.
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De cierto, esta morada llamada Tierra será de espíritus elevados por el amor y la sabiduría divinas. Los que por su libre albedrío les sea indispensable aún el maestro dolor, tendrán por morada otra semejante a ésta en alguna parte de la Creación,… donde el egoísmo con todas sus fuerzas opuestas a la luz sean el cáliz de amargura de los unos a los otros, hasta que por sí mismos en su humildad tengan por anhelo el amor espiritual.
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