No ocuparnos sólo para lo del mundo

Si el Pan de Vida estuviese en todas nuestras obras humanas, este Valle tendría reflejo de Cielo espiritual. El espíritu ha materializado su ser, no es libre, se ha atado a sí mismo a lo del mundo. A ese mundo creado por él mismo, alejado de toda esencia espiritual. Ese mundo que ha creado es el reflejo de lo que hay y existe en su corazón, en su pensamiento,… es la imagen fiel de que su ser sirve al César y no a Dios.
–
Dios es libertad, es armonía. Y de esto debemos aprender, dar cuanto pertenece a lo del mundo, sin olvidar entregar a nuestro espíritu cuanto pertenece. Nuestro Padre no nos pide atarnos a Él, a Su servicio solamente; conoce perfectamente que mientras estemos encarnados, nuestro espíritu sirve a dos leyes, a la material y la espiritual. Tanto daño hace a nuestro ser servir sólo a lo del mundo, que servir fanáticamente a lo espiritual. Es nuestro deber encontrar una armonía, en que las dos leyes sean para nosotros libertad y no cadena.
–
Cuántos espíritus se desprenden de su carne, y cuando miran atrás… todo lo material quedó. Ese César que les ató a lo del mundo, les privó también de que se elevarán espiritualmente y como muchos otros, se contemplan sin mérito alguno o escasos de ellos. Siendo ya no carnes nada les sirve de lo material, y a la luz de su Conciencia, de su juicio divino, esa voz les despierta y les exhorta a purificarse. Sí, a purificarse,… a no sentir apego por lo que dejaron y les perteneció. En ese Allá tendrán que escuchar la luz que rechazaron, tendrán que esperar otro tiempo para encarnar, si aún les es necesario aleccionarse en esta morada.
–
Y si se nos permite volver,… antes de encarnar no se nos olvide, que como intuición quede en nuestro ser, a no servir sólo a lo del mundo. Sino en medida también ofrecer a nuestro espíritu el servirse a sí mismo, por la oportunidad de elevarse a otras moradas con mayor luz y sabiduría. Pues la finalidad de nuestra existencia terrenal es la Espiritualidad, esa existencia donde lo espiritual y lo material están en armonía. Donde uno y otro no es cadena, sino libertad. Donde el espíritu sea reflejo de paz, sabiduría, amor, bienaventuranza para sí mismo y los demás,… hoy en la morada que le pertenece y mañana en la que le corresponda.
–
–