Explicación 45
1. En esta alba de gracia, en que por mandato del Padre me aposento entre vosotros, voy a daros una humilde explicación del nombre de Cristo.
2. ¿De dónde proviene el nombre de Cristo? ¿Quién bautizó de esta manera al Divino Maestro?
3. ¿Creéis acaso que hayan sido los apóstoles o las religiones cristianas quienes le dieron ese nombre?
4. No, hermanos, los profetas anunciaron la venida del Mesías, y durante muchos siglos antes de Su advenimiento así le llamaban.
5. Cristo es la traducción griega de la palabra hebrea “Mâshîaj”, Mesías en castellano, que quiere decir: Ungido o sagrado.
6. En los tiempos antiguos, era costumbre en Israel el ungir al derramar aceite de primera calidad en la cabeza, a quien se le quería conferir un grado especial, un nombramiento o un cargo superior; esta unción era pues, una consagración.
7. ¿Sabéis lo que significa la palabra Jesús en hebreo?
8. Jesús es la latinización de la palabra hebrea Yehôshûa, que quiere decir: “Yahvéh es nuestra salvación”; por tanto, entended la palabra Jesús con su significado de: Salvador.
9. Y si Jesús fue el Ungido, ¿quién le ungió? El Padre mismo fue el que le ungió y le dio el nombre a nuestro Maestro y en María, se cumplió todo esto al recibir del ángel del Señor estas palabras: “¡Oh!, María, he aquí que delante de Dios estás llena de gracia, y de tu vientre por obra de su Espíritu Santo ha de nacer el Salvador prometido, El que ha de reinar en la casa de Jacob, y quien por nombre será conocido como Jesús, el Ungido de Dios”.
10. La Virgen, la doncella que era toda inocencia y pureza, le comunicó todo a José, su esposo. María, nunca conoció varón, y aunque fue desposada por José, nunca hubo una unión carnal con él.
11. María, sabía bien que el fruto de Su vientre era el Mesías esperado por el pueblo de Israel, y con humildad guardo este gran acontecimiento al no comentarlo con nadie.
12. Pero los escribas y fariseos no comprendieron cómo una virgen podía haber dado a luz un hombre, y mucho menos alcanzaban a comprender que ese hombre fuera el Hijo de Dios, mas todo estaba escrito.
13. Cuando el tiempo fue llegado, María cumpliendo con las leyes tradicionales mosaicas, presentó a Su hijo ante el altar del templo de Salomón.
14. El nombre de Cristo está en el Arcano del Espíritu Divino, y el nombre de Jesús fue dado para el hombre, porque era el Dios hecho hombre en la Tierra, el Emmanuel que anunciara el profeta Isaías, palabra que quiere decir: “Dios con nosotros”.
15. Esta es la explicación exacta y correcta de los nombres sagrados, Cristo y Jesús; pasados los tiempos, el Cristianismo fundió los dos nombres para que ninguno de los dos se perdiera, y vinieron a formar con ello el nombre de Jesucristo.
16. Dos nombres con los que conocéis al Divino Maestro, el primero en cuanto a Dios, Cristo, y el segundo en cuanto hombre, Jesús.
17. Lo mismo sucedió en el caso de Jacob, el tronco de donde descendéis vosotros, hermanos Espiritualistas; Jacob fue nombrado así por Isaac, su padre material, y fue el escogido del Señor para entregarle una gran familia, una gran simiente.
18. Una noche, en que caminaba Jacob de una tierra a otra, llevando su familia y sus posesiones terrenas, el Señor le envió un ángel para probarle, mas en las tinieblas de la noche le pareció a Jacob que ese mensajero de Dios era un hombre, y pensando que era su enemigo, desenvainó su espada y salió en defensa de la honra de sus mujeres y de la vida de sus hijos.
19. Luchó Jacob toda la noche, esgrimiendo su brazo fuerte la espada a diestra y siniestra, sin desmayar, y aquel que le pareció ser un enemigo resultó invencible y éste le descoyuntó la cadera derecha.
20. Cuando se hizo la aurora del nuevo día, Jacob contempló que su enemigo había desaparecido, y comprendió entonces que era un ángel en contra de quien había luchado toda la noche.
21. Jacob no fue vencido, y el Señor le llenó de complacencias, y por haber pasado animosamente por tan gran prueba, le nombró Israel, diciéndole: “Tú eres Israel, el fuerte de Dios”.
22. Ese nombre, Israel, quedó en el espíritu de Jacob para todos los tiempos; los dos nombres, a similitud de los del Maestro, son el uno, material y el otro espiritual.
23. Así en este tiempo, en que Elías se comunicó a través del entendimiento de Roque Rojas, lleváis en vuestra memoria y en vuestro corazón los dos nombres, el uno espiritual, y el otro material.
24. Ahora bien, en esta etapa de la comunicación del Señor y de Su mundo espiritual de luz a través del entendimiento humano, habéis tenido por costumbre el darnos un nombre material para sentirnos más cercanos y más vuestros.
25. Ya no es menester que nos hagáis reconocer entre vosotros bajo los nombres con que habéis hecho conocer a los siervos del Señor, porque cuando uno solo de nosotros se presenta, viene en representación de todos los demás.
26. Ha mucho tiempo hemos querido hacer desaparecer los nombres que vosotros nos dais, nombres que no existen en nuestros espíritus porque son materiales, nombres con los que vosotros nos distinguís, pero nosotros, cuando nos referimos a nuestros consiervos espirituales, simplemente os decimos: “El Mundo Espiritual de Luz os saluda..”, sin señalar uno u otro nombre.
27. Después de 1950, no sólo deberán desaparecer esos nombres con que nos diferenciáis, sino que deben desaparecer vuestros propios nombres, para que aparezcáis delante de la humanidad solamente como siervos del Señor.
28. Ved que los nombres no tienen importancia. Nosotros no tenemos títulos, hemos venido como seres ignorados; nada os hemos hablado de nuestro pasado, no os hemos relatado la historia de cuánto hemos hecho en la Tierra, no hemos venido a eso.
29. Por lo mismo, todos estos nombres, después del año de 1950, no aparecerán; no diréis entonces: “Este hermano, o este siervo me dijo esto o aquello”. Sino que diréis: “El Mundo Espiritual, los mensajeros del Señor, los emisarios espirituales nos explicaron o aconsejaron tal cosa”.
30. Hermanos, los nombres que nos habéis dado son parte de un error que habéis cometido en esta Obra, los nombres pertenecientes a tribus que habitaron en esta o aquella tierra, no debían haber aparecido jamás, porque en el Mundo Espiritual de Luz, no usamos nombres en esta forma; esto que os explicamos, estudiadlo y comprendedlo.
31. No pertenecemos nosotros a ninguna nacionalidad, por lo tanto, nuestro nombre no puede ser material.
32. Formamos parte del Mundo Espiritual de Luz, de ese mundo que habita tan lejos y tan cerca del vuestro: Tan lejos, porque hemos dejado las cosas de la materia hace tanto tiempo, que no queda en nuestro espíritu un solo reflejo de ellas; y tan cerca, porque todos vuestros actos son mirados por nosotros, mas no temáis que nuestra mirada no es de juez, simplemente os acompañamos en la senda de vuestro cumplimiento, por eso os digo, que estamos cerca de vosotros.
33. El Señor nos ha dado la misión, no sólo de acompañaros, sino de aconsejaros, inspirar e influenciar la mente y el corazón de todos vosotros.
34. Es esa nuestra lucha, ahí está nuestro trabajo, ahí está siempre la luz del Señor, su Divino Espíritu, luchando en la mente y el corazón de los hombres.
35. Vuestra responsabilidad es muy grande, hermanos míos, es mayor que la de los ministros de las diversas creencias y de las religiones, mayor aún que la de los maestros materiales, porque vosotros habéis sido enseñados y preparados por la Palabra divina, porque habéis visto el cumplimiento de todo cuanto se dijo en tiempos pasados, porque vosotros conocéis la realidad, y conocéis la Obra que el Padre ha desatado en este Tercer Tiempo.
36. No durmáis un solo instante; hasta hoy, vuestro Maestro ha hablado por vosotros cuando no habéis sido creídos en vuestros caminos, mas mañana seréis vosotros los que habéis de hablar por Él, dando testimonio de Su obra bendita.
37. El Señor ha cumplido.
38. El Maestro, como lo prometiera, ha depositado Su doctrina en las manos de Su pueblo, perdonándole sus errores, sin delatar a nadie, sin señalar ni juzgar delante de los demás a los que han faltado.
39. Como a los Tomás de este tiempo, Él os ha mostrado, ya no Sus llagas y la herida de Su costado, sino Su perfección, para vencer vuestra incredulidad, para enseñaros y tengáis siempre presente cómo actuó Él en aquel tiempo, para que sepáis en cada caso que se os presente cómo habéis de cumplir, de trabajar y de mostrar la Obra.
40. ¿Veis este mundo endurecido y frío a las cosas del espíritu? ¿Veis cuán grande es su materialismo en este tiempo en el que difícilmente penetra un rayo de luz enterneciendo los corazones? Pues llegará el momento en que cese en su dureza y en su frialdad, y el corazón del hombre sea blando y espiritual, y de cabida a ese torrente de inspiración divina, a ese caudal de enseñanzas y sabiduría que lleváis en el fondo de vuestro ser, y que pronto habréis de esparcir por los caminos.
41. La Obra del Padre es inmutable, Su doctrina y Su ley no evolucionan, han sido, son y serán siempre perfectísimas; mas la práctica de los discípulos dentro de esta Obra, esa sí está sujeta a evolución, y el camino siempre os invita al progreso espiritual, y es eso lo que el Padre os ha venido pidiendo: Adelanto, progreso y espiritualidad.
42. Sea en palabra clara y llana, sea en sentido figurado o en parábola, el Maestro os ha dado a comprender que se han mezclado cosas impuras y superfluas a Su obra; recordad aquella parábola en la que os habló de los labriegos, que cultivando trigo, dejaron crecer también la ortiga y la mala hierba.
43. En las postrimerías de la comunicación del Maestro a través del hombre, todavía este pueblo practica la Obra como en los tiempos de Damiana Oviedo, como en aquellos primeros días en que los primeros congregantes no alcanzaban a definir ni esclarecer la comprensión de la Obra en toda su magnitud.
44. Todavía el día de hoy se pueden contemplar en el seno de los diversos recintos, ritos, ceremonias, tradiciones y fiestas que, más que espirituales, son profanos.
45. Todavía acostumbráis cosas que el Padre, en Su infinita caridad toleró, y que Su complacencia divina dispensó en aquellos albores del Espiritualismo, porque eran los primeros pasos de un pueblo que no podía despojarse en un instante, de todas sus tradiciones y de todas aquellas cosas que le eran necesarias para elevarse, para poder espiritualizarse y creer en el Padre.
46. ¿Es justo que después de tantos años de manifestaciones divinas, de tantos años de doctrinaros el Padre con Su palabra, os encontréis en el mismo grado de evolución que los primeros, y que continuéis presentando Su obra en la forma imperfecta e indefinida de aquellos lejanos días?
47. ¿Dónde ha estado el estudio profundo, el análisis en este tiempo de la palabra del Señor?
48. Y no os hablo del análisis independiente, sino del análisis en conjunto, el análisis en medio de la comunidad del pueblo, para marchar todos al compás, para unificar vuestros criterios en la Obra.
49. Ese análisis no lo habéis practicado hasta ahora, cada quien ha estudiado separada e independientemente la palabra del Señor, creyendo cada cual profundizar más que los otros, creyendo cada cual haber alcanzado la verdad, y cuando se os habla de unificación, surge lo inevitable: La confusión, el desgarro, la crítica, el dolor, y el distanciamiento de los unos a los otros; en una palabra, surge la división.
50. Si hace tiempo hubiese existido en el seno de vosotros, no ya la gran unificación sino aunque fuese una pequeña, no habrían tantos recintos caídos en la rutina y el estancamiento, hundiendo al pueblo en la ignorancia, en la esclavitud de la consciencia y del espíritu.
51. Debido a vuestra división, ninguno ha podido levantarse con una nueva iniciativa dentro de la Obra y dentro de la Ley, porque los demás se opondrían a ella; así, se sometió al pueblo en masa a la rutina, alejándole de la ley del progreso y la evolución.
52. El Maestro no ha venido para ver estancado a Su pueblo, sino para hacerle progresar siempre, llevándole al adelanto.
53. Es vuestra obligación hacer vuestro mayor esfuerzo por purificaros, por depurar vuestras prácticas, por alcanzar mayor espiritualidad, por llegar al máximo de vuestra comprensión y de preparación.
54. Así, sólo así, podréis entregar a vuestro Padre un digno cumplimiento, una obra vuestra que sea digna de Su obra perfectísima, para quedar preparados, fuertes y espiritualizados, unidos en una sola intención, en una sola Ley, en un solo propósito, unidos por el amor, por la Obra divina, por esta Doctrina que es amor y Ley universal.
55. Que la paz del Padre sea con mis hermanos.