A los varones y mujeres

El Libro de la Vida Verdadera

A los varones y a las mujeres

Varones: Os he concedido una heredad, una hacienda de la cual sois administradores, una mujer para que la améis, y sin embargo, ha llegado hasta Mí vuestra compañera, presentándome sus quejas y su llanto por vuestra incomprensión. Os he dicho que sois fuertes, que habéis sido formados a mi imagen y semejanza, mas no os he ordenado humillar a la mujer y hacer de ella vuestra esclava. Os he hecho fuertes para que me representéis en vuestro hogar, fuertes en la virtud, en el talento. Yo os he entregado como complemento de vuestra vida terrestre, como compañera a la mujer, para que en el amor de ambos, encontréis fortaleza para afrontar las pruebas y las vicisitudes. 1-6-61

Ahora os estoy llamando a mi Reino para poneros a salvo, mas debéis trabajar y hacer méritos para escalar por la senda de la luz que os he trazado. 1-6-62

¿Por qué sentís cansancio en vuestro espíritu, si os doy la fortaleza a cada instante? Yo soy la Resurrección y la Vida, si confiáis en Mí, recobraréis la fuerza y la alegría. Cuando necesitéis un báculo, apoyaos en Elías, vuestro Pastor, y él os sostendrá. Cuando necesitéis de consuelo y de ternura, recurrid a María, vuestra Madre Celestial, sentid su caricia y su bálsamo. Comprended su amor, vuestra Madre Espiritual siente vuestro dolor y os acompaña en vuestras penas. ¡Cuán grande es su sufrimiento cuando torcéis el camino y marcháis como ciegos, después de haber contemplado esta luz! 1-6-63

El dolor ha llegado a inundar el corazón de la humanidad. Hoy se cumple aquella profecía en que se os dijo: “Los padres desconocerán a sus hijos y éstos a sus padres; entre hermanos se desconocerán y se aborrecerán”. También contempláis como los hogares son campos de discordia y de guerra. Mas Yo vengo a deteneros en ese camino y a deciros, que arrojéis esas armas de destrucción y que no os deis muerte los unos a los otros, que huyáis del caos, vengáis Conmigo y me sigáis en la obra de restauración. 1-6-64

A las madres les digo: Enseñad a los niños a dar sus primeros pasos tanto en lo material como en lo espiritual, facilitadles el camino para que ellos puedan encontrarme, amarme y elevarse. Tened en cuenta que en cada nueva generación que surja de entre vosotros, irá siendo mayor el adelanto espiritual que alcance. Haced uso de la intuición para guiarles y no les deis malos ejemplos ni frutos vanos a comer. 2-42-47

No quiero que esas nuevas generaciones tropiecen o se extravíen por causa vuestra, no quiero contemplarlas llorando por falta de amor entre los suyos. 2-42-48

Pensad mis hijos, que tendréis que escalar la montaña llevando a cuestas una cruz de dolor, pero entended que la cruz que os ha de elevar, no será la de la restitución de vuestros pecados, sino la de vuestros sacrificios por los demás. A los hombres les digo: Que deben ser guías, defensores y guardianes de la humanidad. A las mujeres, a las madres les digo: Orad por las grandes multitudes de niños sin padres, sin hogar y sin pan. Vuestras oraciones serán como las alas de la alondra que se abren para cobijar a los polluelos; mas en este instante, no sólo penséis en los vuestros, porque ellos tienen vuestra ternura, sino en aquellos que en la Tierra no tienen más que soledad y hambre de cariño. Orad por ellos, ¿quién mejor que vosotras para comprender el frío, el vacío y la sed de esos tiernos corazones? Orad y pronto vendrá a ellos el pan, el albergue y el amor. Este es tiempo propicio para hacer la caridad. 2-53-25

Varones: No temáis a las pruebas de la vida ni os dobleguéis bajo el peso de vuestras culpas; dad al espíritu tiempo y fuerzas para el cumplimiento de vuestra misión espiritual y lograréis elevaros siempre en vuestro camino de evolución. 3-66-32

Mujeres: No lloréis sólo por los vuestros, mirad que vuestro corazón debe sentir el dolor de la humanidad. Perdonad a vuestros hermanos para que esté limpio vuestro corazón y pueda dar albergue a la caridad. 3-66-33

La vida de vuestro Maestro, es ejemplo para toda la humanidad; mas como a la mujer le hacía falta enseñanza sobre su misión de madre, le fue enviada María, en representación de la Ternura Divina, que surgió como mujer entre la humanidad para daros también su divino ejemplo de humildad. 4-101-58

Haced de vuestro hogar un segundo templo, de vuestros afectos un segundo culto. Si queréis amarme, amad a vuestra esposa y amad a vuestros hijos, porque también de ese templo brotarán grandes obras, pensamientos y ejemplos. 5-130-55

Varones: Cuando retornéis al hogar con paso presuroso, porque deseáis estrechar a la esposa en vuestros brazos o miraros en los ojos de vuestros hijos, y lleváis alegría en el corazón porque, el fruto del trabajo vais a entregarlo a los vuestros, orad por aquellos hombres que en campos de muerte se encuentran y ya no podrán retornar en busca de su hogar, porque éste fue arrasado. 5-133-65

Cuando tengáis una alegría, no olvidéis que en esa misma hora hay muchos que lloran. 5-133-66

Vosotras, mujeres y madres, cuando inclinéis vuestra faz para besar la frente del hijo que dulcemente duerme en la cuna, pensad en aquellas madres, que antes fueron como alondras y ahora han perdido el nido, al compañero y a sus hijos, porque la guerra como viento huracanado todo lo destruyó. 5-133-67

Cuando cerréis vuestra puerta y sintáis el dulce calor del hogar y su protección, pensad también en aquellas madres que buscan en las entrañas de la Tierra un lugar para proteger de la muerte a sus hijos; pensad en los niños que llaman a sus padres sin recibir respuesta, y en aquellos que tan sólo pronuncian una palabra, pan. 5-133-68

La finalidad de mi Doctrina es la salvación moral y espiritual de la humanidad. Para ayudaros en vuestra elevación, mi Espíritu se encuentra irradiando esta luz. Ese es el objeto de mi Mensaje. 8-235-15

En verdad os digo, que la regeneración humana deberá empezar por la mujer, para que sus frutos, que serán los hombres del mañana, se encuentren limpios de las manchas que los han llevado a la degeneración. 8-235-16

Y luego al hombre corresponderá hacer su parte en esta obra de reconstrucción, porque todo aquél que haya pervertido a una mujer, deberá regenerarla. 8-235-17

Pensad, varones, que muchas veces habéis sido vosotros los que habéis hecho caer en vuestras redes a mujeres virtuosas, buscando en ellas las fibras sensibles y débiles. Y esos espejos que fueron limpios y que hoy se encuentran empañados, debéis hacer que reflejen nuevamente la claridad y la belleza de su espíritu. 8-235-18

¿Por qué hoy despreciáis a las mismas que ayer indujisteis a la perdición? ¿Por qué os quejáis de la degeneración de la mujer? Comprended que si vosotros os hubieseis conducido por el camino de mi Ley, que es Ley del corazón y de la Conciencia, del respeto y la caridad, amándola con el amor que eleva y no con la pasión que envilece, no tendríais por qué llorar y quejaros, y ellas no hubieran caído. 8-235-19

El hombre busca y exige en la mujer virtudes y hermosura. Mas, ¿por qué exigís lo que no merecéis? Veo que os creéis aún con grandes méritos, a pesar de estar escasos de ellos. Reconstruid con vuestras obras, palabras y pensamientos lo que habéis destruido, dando a la honestidad, a la moral y a la virtud el valor que tienen. 8-235-20

Si así lucháis varones, habréis ayudado a Cristo en su Obra de Salvación y vuestro corazón gozará cuando contempléis los hogares honrados por buenas esposas y dignas madres. Vuestra alegría será grande cuando miréis que la virtud retorna a aquéllas que la habían perdido. 8-235-21

La redención es para todos. ¿Por qué no ha de redimirse hasta el más pecador? Por eso os digo, varones: Trabajad Conmigo para salvar a las que habéis llevado a la perdición, alentándolas con la luz de mi Doctrina; haced llegar a su mente y corazón mis pensamientos amorosos; llevadles mis mensajes hasta las mismas prisiones y hospitales, aún a los lugares del fango, porque ahí, ellas llorarán de arrepentimiento y de dolor por no haber sido fuertes cuando el mundo con sus tentaciones las arrastró hacia la perversión. 8-235-22

Toda mujer fue niña, toda mujer fue virgen, por lo tanto podríais llegar a su corazón por el camino de la sensibilidad. 8-235-23

De los hombres que no han mancillado esas virtudes, me serviré para confiarles esta tarea, recordad que os he dicho, que por vuestras obras seréis reconocidos. 8-235-24

Dejad que el espíritu hable a través de la materia. 8-235-25

Mas a quienes no han sabido respetar las gracias depositadas por Mí en ese ser, les digo: ¿Por qué decís que amáis, cuando no es amor lo que sentís? ¿Por qué procuráis que caigan otras y nada os detiene? Pensad, ¿qué sentiría vuestro corazón si lo que hacéis con esas flores deshojadas lo hiciesen con vuestra madre, con vuestra hermana o con la mujer amada y, por lo tanto, respetada? ¿Habéis pensado alguna vez en las heridas que causasteis a los padres de aquéllas a quienes cultivaban con tanto amor? 8-235-26

Preguntad a vuestro corazón en un recto examen a la luz de la Conciencia, si se puede recoger lo que no se ha sembrado. 8-235-27

¿Cómo preparáis vuestra vida futura si estáis hiriendo a vuestros Semejantes? ¿Cuántas serán vuestras víctimas? ¿Cuál será vuestro final? En verdad os digo, que tenéis muchas víctimas sacrificadas en el torbellino de vuestras pasiones, algunas que pertenecen a vuestro presente y las otras a vuestro pasado. 8-235-28

Quiero que el corazón y los labios que han sido un nido de perfidias y mentira, se conviertan en nido de verdad y de casto amor. 8-235-29

Iluminad el camino de los demás con la palabra y el ejemplo, para que podáis ser los salvadores de la mujer caída. ¡Ah, si cada uno de vosotros redimiese siquiera una! No os expreséis mal de esa mujer, porque la palabra ofensiva que hiere a una, herirá a todas las que la escuchan, porque desde ese instante también aquéllas tendrán que convertirse en malos jueces. Los actos y secretos de los demás, respetadlos, porque no os corresponde juzgarlos. Yo prefiero hombres caídos en el pecado para levantarlos, que hipócritas que aparentan pureza y sin embargo pecan. Prefiero un gran pecador pero sincero, a la pretensión de una falsa virtud. Si queréis engalanaros, que sea con las galas de la sinceridad. 8-235-30

Si encontráis una mujer virtuosa, de sentimientos elevados y os sentís indignos de llegar a ella aunque la améis, si luego la rebajáis y la despreciáis, y si después de haber sufrido y haber comprendido vuestro error la buscáis para encontrar consuelo, en vano llamaréis a su puerta. 8-235-31

Si todas las mujeres que han pasado por la vida de un solo hombre, hubiesen recibido de él la palabra y el sentimiento de amor, de respeto y comprensión, vuestro mundo no se encontraría a la altura de pecado en que está. 8-235-32

No tratéis mal a vuestra esposa, tened caridad, ella es parte de vosotros mismos, os he dicho Amaos los unos a los otros, empezad por vuestra propia familia porque así amaréis y comprenderéis a los demás. 8-235-33

No sólo asesinan los que quitan la vida del cuerpo, también los que destrozan el corazón con el engaño. Los que matan los sentimientos del corazón, la fe, el ideal, son asesinos del espíritu. Y cuántos de estos van libres, sin presidio y sin cadenas. 8-235-37

No os sorprendáis que así os hable, porque contemplo entre vosotros hogares destrozados, porque desatendiendo vuestros deberes, os habéis creado fuera de ellos nuevas obligaciones sin importaros el dolor y el abandono de los vuestros. Ved por doquiera, cuántos hogares destruidos, cuántas mujeres en el vicio y cuántos niños sin padre. ¿Cómo podrán existir en esos corazones, la ternura y el amor? ¿No juzgáis que quien ha dado muerte a la felicidad de esos seres y ha destruido lo que era sagrado, es un criminal? 8-235-38

¡Ah, hombres de la Tierra, hasta cuándo escucharéis el mensaje de esa voz interior de la Conciencia que a cada paso se levanta para reprochar vuestros actos indignos! 8-235-41

Me escucháis estremecidos y es que cuando la verdad de Cristo habla, el hombre enmudece reconociendo sus culpas. 8-235-42

Hoy os he inspirado para que salvéis a la mujer que en su camino ha tropezado, y cuando me presentéis a la que habéis salvado, Yo le daré una flor, una bendición y una paz muy grande para que no vuelva a caer. 8-235-43

Si así cumplieseis esta misión, esos seres heridos por el mundo sentirían penetrar en su corazón el amor de Cristo. 8-235-44

Yo escucharé cuando en su oración me digan: “Padre mío, no veáis mi pecado, ved tan sólo mi dolor; no juzguéis mi ingratitud, ved sólo mi sufrimiento”. En ese instante descenderá a aquel corazón atribulado mi consuelo y se purificará con el llanto. ¡Si supierais que la oración del pecador es más sentida que la del vanidoso que se cree justo y limpio! 8-235-45

Entre las multitudes que escuchan mi palabra están esas mujeres de quien os he hablado. Mi mano las ha protegido de vuestras miradas y vuestros juicios, porque también las he sentado en el gran banquete del espíritu. 8-235-46

Vosotros llamadlas a esta fiesta de amor y de perdón, para que en mi presencia sientan el amor que buscaban y que nunca sintieron ni encontraron entre los hombres. 8-235-47

En esos corazones tristes descenderá mi ternura al hablarles y sabrán sentirme y creerme. 8-235-48

Entonces veréis cuál es la obra que mancha y cuál la que redime. Veréis las maravillas que hace el verdadero amor y así habréis ayudado a vuestro Señor a reconstruir lo que vosotros mismos destruisteis; lo que ensuciasteis, Yo lo purificaré. Y aquellas florecitas caídas volverán a adornar con su virtud y su fragancia el altar del Universo. 8-235-49

Mirad cómo vengo a dar redención a pecadores por labios también de pecadores. 8-235-50

Y vosotras mujeres que os consideráis de clases superiores y os avergonzáis de acercaros a aquéllas que han pecado, ¡ay, de vosotras si os sentís ofendidas por ello, porque no habéis comprendido que espiritualmente todos sois iguales! ¡Cuántas de vosotras no habéis pecado materialmente, mas sí con el pensamiento y cuántas otras habéis sabido ocultar vuestras caídas! Entonces, si habéis pecado, ¿por qué os escandalizáis? Yo os digo que tanto las doncellas, como esposas y madres, deberán también luchar por la noble idea que en este día os he inspirado. 8-235-51

Varones y mujeres: Permaneced fieles a mis enseñanzas, para que seáis entre vuestros hermanos como soles que disipen las tinieblas; dad buen ejemplo a la niñez para que ella sea en el seno del hogar como una lámpara de luz inextinguible. 9-247-19

Mujeres del mundo: Imitad a María, evocad el tiempo en que vivió cerca de vosotras como mujer virtuosa y abnegada Madre, y sentiréis llenarse de fortaleza vuestro espíritu. 9-250-31

Desde antes que llegaseis a la Tierra, ya conocía vuestra trayectoria e inclinaciones, y para ayudaros en vuestra jornada, puse en vuestro camino a un corazón que, con su amor a vosotros iluminara el sendero. El corazón lo mismo fue de un hombre que de una mujer. Así he querido ayudaros, para que lleguéis a ser como un báculo de fe, de fuerza moral y de caridad para los necesitados. 9-256-55

Si encuentro apagado el fuego del hogar, llamaré al esposo y le diré: “¿Por qué no sois dulce y comprensivo? ¿Por qué no encendéis el fuego del amor que es la llama que da vida a vuestra unión?” Si le encuentro alejado de sus deberes, le sorprenderé diciéndole: “¿Por qué os habéis apartado del camino y habéis arrojado la cruz? ¿No tuvisteis valor para apurar las últimas gotas de acíbar que quedaban en el cáliz? Retornad al camino en que Yo os puse, sólo allí me encontraréis para premiar vuestra fe, vuestra obediencia y fortaleza”. 10-305-27

A la esposa le tocaré en las fibras más delicadas del corazón y le preguntaré: “Mujer, ¿acaso creéis encontrar fuera del sendero de vuestro deber la paz que anheláis? No, no os engañéis. El mérito vuestro consistirá en llevar con abnegación y con paciencia hasta el fin la cruz que Yo deposité en vuestros hombros”. 10-305-28

No quedará un corazón a quien no haga sentir mi divina presencia, invitándole a la reconciliación, al amor y a la paz. 10-305-29

He hablado al corazón de la mujer, madre y esposa, que no han sabido conservar la limpidez en el corazón ni han sabido dar al compañero y a los hijos, el calor de la ternura y comprensión. 11-312-36

Mi paz sea con vosotros.

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