Mensaje de María 8

1. Os bendigo y preparo para que recibáis mis palabras como rocío fecundo. No faltéis a la fe, no os desalentéis. Si una pena grande aflige a vuestro espíritu, aceptad vuestro cáliz de amargura que ello os traerá siempre un beneficio. ¡Cuántas veces el dolor os ha salvado de un gran peligro, os ha resuelto un problema en vuestra vida!

2. Todo ha sido dispuesto por el Padre que rige y gobierna los destinos. Por eso no temáis al dolor, recibidlo con amor, así como recibís la dicha o la paz.

3. Orad y meditad, para que caminéis confiados y seguros. No quiero que busquéis los placeres ficticios, confundiéndolos con el verdadero goce espiritual. Conoced el valor de unos y otros para que toméis lo que os sea benéfico.

4. No hagáis aquello que os cause remordimiento o desconsuelo. Forjad pensamientos nobles y albergad sentimientos puros para que no manchéis vuestra existencia.

5. ¿Quiénes darán ejemplo en este tiempo para ser conocidos por las generaciones venideras? ¿Serán unos cuantos o el pueblo en conjunto, quienes hagan sentir su presencia y su fuerza? Os digo, que estos tiempos son propicios al trabajo y a la lucha por la elevación espiritual. A cada paso encontraréis ocasión de practicar la Doctrina de Amor y podréis atender lo mismo la solicitud de un ser que habita esta Tierra, como la petición de uno que vive en el Mundo espiritual. A unos y otros amadlos igualmente, porque en el espíritu no hay diferencia.

6. Tomad de esta vida cuanto de bueno encierra, pues ha sido creada por el Padre para recreo y perfeccionamiento de sus hijos.

7. Sed hombres virtuosos y mujeres de sentimientos elevados. Amad, bendecid a vuestros Semejantes. Que el amor se extienda más allá del que sentís por vuestros padres, hijos, esposa o hermanos. Hay muchos seres desamparados sin cariño ni abrigo, que merecen también ser amados.

8. Cuántos hombres y mujeres llevan el corazón vacío, porque han quedado solos en el mundo. Ellos ya no dan amor porque sus seres queridos dejaron la Tierra, pero, ¿no han pensado en los niños sin padres, a quienes podrían proteger como si fueran carne de su carne? Tomad esas criaturas como hijos espirituales y velad por ellos, porque su inocencia es digna de ser respetada. ¡Cuántos espíritus de grande elevación se ocultan en ellos! Son seres que no han sido cultivados en el seno de un hogar, pero que intuyen un destino grande. No sintáis sólo lástima por ellos, elevadlos de ese nivel en que viven. ¡Amadlos como a vuestros hijos! Cualquiera puede constituirse en padre de esos seres y entregarles ternura, caricia y consuelo en su existencia.

9. Oíd mi voz de Madre y sentid la fortaleza que mi presencia os brinda.

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