De la obediencia

Quinto Libro

Capítulo 2

De la obediencia:

Samuel respondió: «¿Se complace tanto el Señor en los holocaustos y sacrificios como en la obediencia a sus palabras? La obediencia vale más que el sacrificio, y la docilidad más que las grasas de los carneros. I Samuel 15:22

Purificados por la obediencia a la verdad con el fin de llegar a una fraternidad sincera, amaos entrañablemente unos a otros. I Pedro 1:22

De obediencia os he hablado para que todos vuestros actos estén sujetos a una voluntad perfecta como es la mía y cumpliendo con ella nunca erréis el camino. 9-275-24

Quien se aparta de la Ley espiritual, que es Ley superior, cae bajo el dominio de las leyes inferiores o materiales, de las que también poco saben los humanos. Mas quien obedece y permanece en armonía con la Ley suprema, está por encima de todas las reglas que vosotros llamáis naturales, y siente y comprende más que el que sólo posee conocimientos que ha encontrado en la ciencia o en las religiones. 1-24-42

En verdad os digo, que no debe ser sólo el dolor el que os acerque a Mí, sino la obediencia a mi Ley, vuestras buenas obras. 11-336-72

Estudiad la esencia de este Mensaje que encierra la Ley de Dios y veréis cómo es aplicable a todos los hombres, a todos los pueblos y a todas las condiciones en que podáis encontraros. 10-297-42

Todo el que lleva buenos principios, que medita sus actos, que aparta de su palabra la mentira, que obra con amor, piedad y caridad para sus Semejantes, sentirá en sí mismo la manifestación de mi Divinidad y será semejante a su Dios en la grandeza de sus actos y en sus propósitos para hacer el bien. 9-276-57

¡Cuán pocos son esos corazones; corto es el número de aquellos que así dan cumplimiento a mi Ley! 9-276-58

Obedeced mi Ley, pero que vuestra obediencia nazca de la comprensión hacia el amor infinito del Padre por vosotros. 1-9-56

Al hombre reacio podrá parecerle duro y pesado el cumplimiento de mi Ley, porque es perfecta y no protege la iniquidad ni la mentira; mas para el obediente, la Ley es su baluarte, su sostén, su salvación. 1-6-17

Vuelvo a deciros: “Paz a los hombres de buena voluntad, que aman la verdad”, porque ellos algo hacen por plegarse a la voluntad divina y quienes se amparan bajo mi protección, necesariamente tienen que sentir mi presencia tanto en su espíritu, como en su vida humana, en sus luchas, en sus necesidades, en sus pruebas. 9-258-52

Los hombres de buena voluntad son hijos obedientes a la Ley de su Padre, caminan por el sendero recto y cuando sufren intensamente, elevan su espíritu hasta mi Espíritu, en demanda de perdón y de paz. Ellos saben que muchas veces es necesario el dolor y por eso lo apuran con paciencia, sólo cuando éste se hace irresistible, suplican les sea aliviado el peso de su cruz. “Señor, -me dicen,- yo sé que mi espíritu necesita purificarse, sufrir, para elevarse, Vos sabéis mejor que yo cuánto necesito, Vos no podéis darme nada que no me haga falta, hágase pues vuestra voluntad en mí”. Benditos los que piensan y oran de esta manera, porque van buscando el ejemplo de su Maestro para aplicarlo a las pruebas de su vida. 9-258-53

Si me preguntáis: “¿Cuál es el secreto para alcanzar y conservar la paz?” Yo os digo, que el secreto consiste en hacer la voluntad de vuestro Padre; y si me preguntáis cómo se cumple con mi voluntad divina, os contestaría que aplicando mi Ley y mi Doctrina a vuestra vida. 10-307-2

Quien obedezca mi Ley sabrá cumplir las leyes de los hombres y no tendrá tropiezos ni barreras que le impidan trabajar dentro de mi Obra. 12-364-7

Si la humanidad viviese dentro de mi Ley no sería esclava de sus pasiones ni apuraría el cáliz de amargura. 12-364-8

Por su desobediencia ha convertido esta Tierra en un Valle de lágrimas; por doquiera se escucha el ¡ay! de dolor; no hay unidad de pensamientos en las sectas y religiones, ni hay fraternidad entre ellas. 12-364-9

El soberbio siempre al final caerá abatido por sus obras, porque creyendo luchar para él, en realidad luchó contra sí mismo. 1-3-25

La soberbia es el origen de muchos males y sufrimientos entre las criaturas de Dios. 1-3-26

Desde que se levantó el primer desobediente delante de mi Ley, ¡cuánta miseria y cuántas tinieblas dejó a su paso! Desde entonces existe el mal como una fuerza invisible. Yo permití que existiera esa fuerza sólo para someteros a prueba y por vosotros mismos quiero exterminarla. 1-3-27

Mas no por ello culpéis de vuestras faltas y caídas a determinado ser que personifique esa fuerza; pensad que para cada tentación existe una virtud en vuestro espíritu para combatir el mal. 1-3-28

Yo inspiraré a todos la forma verdadera de adoración a Dios y también la forma de vivir, de acuerdo con la Ley divina, cuyo cumplimiento es el único que Yo reconoceré en cada uno de vosotros. 10-281-13

No faltéis a la Ley, ni os apartéis de mi amor, no os contaminéis con la maldad del mundo. Llevad sólo el temor de apartaros de vuestro Padre, porque ese temor es el principio de la sabiduría, por la cual alcanzaréis la suprema felicidad. 12-351-40

La obediencia a mi Ley es humildad en vuestro espíritu. Quien es obediente, va investido con mi gracia, mientras que el que camina bajo su voluntad creyendo llevar su heredad consigo, en verdad se ha despojado de sus dones. 1-7-43

Mayores gracias alcanzaréis cuando os améis en espíritu y en verdad los unos a los otros, y os hayáis unificado en el cumplimiento de mis leyes de paz y buena voluntad. 11-337-42

Yo os invito a tornar a los felices días de los patriarcas. Imaginaos por un momento a vosotros haciendo una vida virtuosa y sencilla como aquélla en que reinó la paz, la bienandanza y la dulzura. Evocad los tiempos venturosos en que el hombre por su fe y su virtud, sabía conservarse sano y fuerte de espíritu y materia, y sabía representarme en la justicia, en la energía y en la fortaleza; aquellos tiempos en que la mujer también llena de virtudes, de ternura, de fortaleza moral, de belleza en su espíritu y en su cuerpo, era regazo y cuna, manantial de bondad y ejemplo de piedad para sus hijos, esposo y padres. 11-339-33

Recordad esos tiempos en que el techo de unos se extendía para abrigar a los demás, en que existía la hospitalidad y la caridad, el amor y el respeto. Cuando volváis a vivir esos días y hagáis vuestro el anhelo de amar y servir al Semejante, de hacer propicia la paz de vuestro pueblo, la paz de vuestro corazón y de vuestro hogar, haré invitación a otros pueblos para participar de esa alegría y allí en vuestra compañía encontrarán hermandad y amistad; en vuestro corazón, sinceridad. Bajo vuestro techo hallarán honradez y moralidad, en vuestra mesa bendiciones y en vuestra palabra luz y verdad, y después de que esos pueblos anhelosos de paz, hayan penetrado en vuestro seno y participado de vuestro ideal espiritual, volverán a sus tierras, por sus largos o cortos caminos, llevando una huella, un ejemplo de espiritualidad y de verdad. Surgirá en ellos el afán de imitaros porque entre vosotros hallaron el secreto de la paz, de la salud, de la alegría que vosotros habéis encontrado en el cumplimiento de mis leyes y en la espiritualidad, que es sencillez, elevación y verdad en todos los actos.

Cumplid como espíritus y como hombres en la Tierra; las leyes y la senda ya las conocéis. 10-290-38

El que anhele tener potestad para convertir a sus hermanos, poder para sanar enfermos como no lo habéis visto hasta ahora y virtud para obrar prodigios, sea fiel a mi Ley, sumiso a mis mandatos y nunca se verá huérfano de inspiraciones ni de fuerza para llevar a cabo obras grandes llenas de amor y de sabiduría. 9-253-65

El hombre que llegue a tener una grande fe en mi Ley y que, con verdadero amor enseñe mi Doctrina, nada tiene que temer, porque será un instrumento mío y al mismo tiempo una parte de Dios. 11-310-21

Dios quiere hijos obedientes, no esclavos, y sólo sois esclavos de vuestras pasiones y de las ajenas. 9-272-42

Quiero hacer de vosotros, una sola familia, para ello es indispensable que todos tengáis un solo culto y practiquéis una misma Ley. 10-283-21

Convertíos en apóstoles del bien, y vuestra faz espiritual se hará de tal manera hermosa, que ésta se reflejará en vuestras obras. 8-224-40

Mi paz sea con vosotros.

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