Noveno Precepto

Tercer Libro

Los Veintidós Preceptos

Precepto 9

No tomarás bebida que te embriague, ni usarás elemento de la Creación alguno que nuble tus sentidos o te someta a baja pasión.

Con el vino no te hagas el valiente, porque a muchos ha perdido el vino. El horno prueba el temple del acero, así el vino a los corazones en disputa de orgullosos. Como la vida es el vino para el hombre, si lo bebes con medida. ¿Qué es la vida a quien le falta el vino, que ha sido creado para contento de los hombres? Regocijo del corazón y contento del alma es el vino bebido a tiempo y con medida. Amargura del alma, el vino bebido con exceso por provocación o desafío. La embriaguez acrecienta el furor del insensato hasta su caída, disminuye la fuerza y provoca las heridas. Eclesiástico 31:25-30

Arrogante es el vino, tumultuosa la bebida; quien en ellas se pierde, no llegará a sabio. Proverbios 20:1

Vivid con pureza, con humildad, sencillamente. Cumplid con todo lo que sea justo dentro de lo humano, así como con todo lo que se refiere a vuestro espíritu. Apartad de vuestra vida lo superfluo, lo artificioso, lo nocivo, y recreaos en cambio con todo lo que de bueno se encuentra en vuestra existencia. 5-131-51

Velad por la salud de vuestro cuerpo, buscad su conservación y fortaleza. Mi Doctrina os aconseja que tengáis caridad de vuestro espíritu y de vuestro cuerpo, porque ambos se complementan y se necesitan para el delicado cumplimiento espiritual que les está encomendado. 4-92-75

Mirad que a veces, en mis lecciones desciendo de la enseñanza espiritual al consejo, para que os conduzcáis con rectitud dentro de la vida humana. Estoy hablando al corazón del hombre, exhortándole a la regeneración, haciéndole comprender el daño que causan al cuerpo los vicios y el mal que ocasionan al espíritu. Os he dicho que el hombre que se deja dominar por un vicio, se ha olvidado de que el espíritu no debe ser vencido, se ha olvidado de que la verdadera fortaleza consiste en destruir al mal con la virtud. 11-312-33

Ese hombre vencido por la carne, se ha denigrado a sí mismo, se ha faltado al respeto a sí mismo, ha descendido de su condición elevada de hombre a la de un pobre ser cobarde para luchar. 11-312-34

Ese hombre en vez de llevar la luz, pan y vino a su hogar, lleva sombras, dolor y muerte, hace pesada su cruz, la de su esposa y la de sus hijos, y entorpece la jornada espiritual de cuantos lo rodean. 11-312-35

La práctica de la moral, de la virtud y de la espiritualidad os librarán de las enfermedades de la materia y del reclamo de la Conciencia. 8-225-12

Mi paz sea con vosotros.

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