Décimo Precepto
Tercer Libro
Los Veintidós Preceptos
Precepto 10
No tendrás ocupación ruinosa que quite la moralidad y proteja los vicios.
No vayas detrás de tus pasiones, tus deseos refrena. Si te consientes en todos los deseos, te harás la irrisión de tus enemigos. Eclesiástico 18:30-31
Vivid en gracia, amad la justicia, sed clementes, no fomentéis la maldad, por el contrario, detenedla exhortando al bien a vuestros hermanos y así habréis preparado el camino al espíritu para que no tropiece. Haced todo esto sin que os parezca que ha sido para vosotros un sacrificio. 4-103-19
Combatid lo superfluo, luchad contra lo impuro, sabed que los vicios del mundo entorpecen los sentidos del espíritu, impidiéndole penetrar en las mansiones elevadas. Si aprendéis a vivir la Vida Verdadera, Yo os digo, que a donde os encontréis y a donde vayáis, con vuestra presencia todo lo convertiréis en un paraíso de paz. 9-272-66
Rechazad el pecado. No os dejéis seducir por falsas promesas, aunque veáis que son gratos a vuestro corazón los placeres terrestres. Mientras mi camino está sembrado de espinas, tomad este sendero, porque éste es el que conduce a la paz. Yo tengo para cada herida un bálsamo, mientras que el mundo no tiene para vosotros amor ni caridad. 9-264-53
¿Veis cuánta discordia entre hermanos, cuántas tragedias entre esposos, cuánta inmoralidad y vicios, cuántas guerras entre pueblos? Todo es a causa de vuestro abandono y alejamiento de las leyes divinas. 9-265-28
El hombre se ha hecho doblemente culpable, no solamente porque no hace ningún esfuerzo para que caiga esa venda que le impide el conocimiento de mis enseñanzas, sino porque se extenúa en los lazos de la carne que le llevan a los placeres materiales en perjuicio de los placeres espirituales, y es así que se ha convertido en esclavo de sus pasiones y ha destruido su fuerza de voluntad para regenerarse. 11-329-3
El Maestro os dice: No os baste el no hacer el mal, debéis hacer el bien para que seáis dignos de mi gloria. Os he perdonado todos vuestros errores, todas vuestras caídas, os he lavado de todas vuestras manchas con mi palabra, con mi sangre y mis lágrimas. Por eso os pido que luchéis, que trabajéis, para que podáis llegar al final de la jornada, en donde estoy Yo. 12-358-50
Mi paz sea con vosotros.