Explicación 63

1. En el cumplimiento de una misión, queridos hermanos, me presento una vez más ante vosotros, para conversar y afirmar las relaciones espirituales que existen entre vosotros, que estáis en materia, y nosotros que moramos en espíritu.

2. No todos los atributos del espíritu pueden ser desarrollados en toda su plenitud a través de una materia, mas una vez que se pasa de la envoltura terrestre al plano espiritual, reconociendo lo que representa ese paso transitorio al que habéis llamado muerte, la mirada espiritual se hace penetrante, la mente espiritual se hace más perspicaz y elevada, la voluntad se desenvuelve y se hace firme, y la transportación se facilita.

3. Es entonces cuando se facilita también el desarrollo de los dones de la humildad, del apego a la verdad y de la caridad.

4. Es por todo esto que nosotros, seres espirituales, que tenemos delante de nuestros espíritus el hermoso panorama espiritual que os espera a vosotros, los encarnados, venimos con tanto anhelo a desmaterializar vuestra vida humana enseñándoos un camino firme, un sendero lleno de encantos espirituales, pleno de luz que conduce al Más Allá.

5. Vuestra vida humana que se encuentra llena de lecciones, es un reflejo, una metáfora de lo que es la vida en el Más Allá.

6. Todo cuanto existe en esta vida terrestre lo encontraréis también en la vida espiritual: Luz, calor, alimento, elementos necesarios para la vida espiritual.

7. Así como en este plano tenéis afectos terrenales, en la vida espiritual hay un Padre y una Madre, hermanos y una familia infinita.

8. Hay muchas moradas en la casa del Padre, muchos senderos, hay goce y dolor, hay riqueza mas también mezquindad; mas la vida en el espíritu y en las mansiones espirituales es elevada, está desprovista de cosas materiales, y sus elementos son perfectísimos, son la esencia misma del Creador.

9. Es tan elevada y perfecta la vida espiritual, que los seres humanos, aún llevando en sí un espíritu, se sienten pequeños e impotentes de penetrar dentro de esa vida y morar en ella, y esto es así porque dudan.

10. Los seres humanos viven atormentados por la duda, sienten la atracción de las cosas de la Tierra, sienten la opresión de la carne, siente la esclavitud del mundo y cuando piensan en el Más Allá, piensan también en la ausencia de este mundo y sienten dolor por despojarse de las cosas materiales, de las cosas que le han sido tan queridas y tan familiares.

11. Si por un instante vuestro espíritu se desprendiera para alimentarse o vivir alguna experiencia en el Valle espiritual, vuestro espíritu retornaría lleno de optimismo, despertándose en el fondo de él la ilusión de vivir plenamente esta vida material, soportando sus pruebas y tomando el cáliz de amargura, con la mira puesta en llegar al final de esta etapa humana para comenzar por ese otro camino sabiendo que le esperan grandes sorpresas, inmensas revelaciones, la vida de paz y perfección, y la patria verdadera de dónde brotó y adónde habrá de regresar.

12. El final de esta jornada no está en el año de 1950, no está en el año 2000, el final de la jornada no está en este mundo, el final de la jornada está en el seno de Dios.

13. Esta jornada tiene sus grandes placeres, no únicamente encontraréis en ella tropiezos, tiene también dulzuras, a pesar de las amarguras y cuitas que en la jornada atravesáis.

14. “Sin lucha no hay mérito”, os dice el Señor, y hay que hacer méritos. “Hay que sembrar amor para recoger amor, hay que sembrar trigo para recoger trigo”, como también os ha dicho el Señor en Su palabra.

15. Sed idealistas, hermanos, y así no habrá en la jornada tropiezo superior a la fuerza de vuestro ideal, no habrá escollo que logre acobardaros y no habrá prueba que os venza en el camino.

16. Es cierto que tendréis momentos de incertidumbre, desorientaciones pasajeras, pruebas que hagan estremecer vuestro espíritu y vuestra carne, pero ningún golpe logrará venceros, porque el espíritu que se levante con un ideal ya jamás vuelve a caer.

17. El ser humano que camina animado por un ideal espiritual y justo, lleva en sí la gracia y la presencia del Padre, y contempla por ello con mayor claridad el camino, y la fuerza que encuentra en ese camino es muy grande, porque la toma del mismo Padre.

18. Si lleváis en vosotros un ideal, mientras más grandes sean las pruebas, más fuerte se siente el espíritu para vencerlas.

19. El universo, hermanos míos, se encuentra en tiempo de purificación.

20. La mano del Juez Supremo se encuentra fertilizando cada corazón, cada raza de la humanidad y cada pueblo de la Tierra.

21. El espíritu de la humanidad presiente un cambio, y presiente que después del caos brillará la luz, mas no acierta explicarse a sí mismo, cómo serán estas cosas ni cuándo han de suceder.

22. Y mientras tanto, la purificación continúa, las pruebas se ciernen y se suceden una tras de otra, tocando a las naciones y a los hombres uno por uno; el cáliz de amargura es bebido por todos los hombres gota a gota, y la humanidad no alcanza a ver el fondo de ese cáliz.

23. Cuando la humanidad reconozca, palpe, sopese y saboree las consecuencias de sus obras, cuando haya bebido el cáliz de amargura hasta las heces y recoja el resultado de sus luchas y la cosecha de sus siembras, entonces será cuando estará a punto el espíritu de abrir sus ojos a la plena luz.

24. Un tiempo más de purificación para que venga después Dios a proponerle al universo la espiritualidad, un tiempo de purificación universal para los pueblos de la Tierra, tiempo que también será de depuración y purificación para Israel.

25. Estas dos cosas deben coincidir, estos dos factores deben darse: El de la purificación máxima del género humano, y el de la preparación espiritual del pueblo de Israel.

26. Cuando estos dos hechos se hayan verificado, Israel habrá de levantarse llevando en su espíritu el estandarte invisible, el estandarte espiritual de esta Obra, reflejado en su espíritu y en su materia.

27. Entonces, alertado ya el universo y preparado por los acontecimientos y por los hechos superiores al hombre, podrá encontrarse frente a frente con los preparados por el Señor, con Sus discípulos, como el pueblo de Israel que surgirá una vez más de las sombras y de lo ignorado, para dar su grito de paz, de luz, de liberación espiritual y de fraternidad verdadera.

28. Cuando vuestro espíritu se haya impuesto sobre la carne, cuando saturado el espíritu y pleno de la irradiación que todavía tenéis entre vosotros, domine sobre la carne y doblegue las pasiones, cuando vuestra materia sea un instrumento dócil al espíritu, entonces sí podréis ocuparos de los demás, podréis entonces curar a vuestros Semejantes al sentir su dolor.

29. Difícil es la tarea mas a eso habéis venido, es ése vuestro destino irrevocable, es el camino que deberéis transitar, mas regocijaos porque es el camino trazado por el Señor, el sendero de luz y de amor que deberéis señalar a los hombres en este tiempo.

30. Por vuestro ejemplo y enseñanza, los hombres entrarán nuevamente por la senda estrecha de la justicia, del orden, de la virtud y de la moral en todas sus formas.

31. Mucho tendréis que ejercitar todavía vuestro espíritu así como vuestros altos sentidos materiales, para alcanzar la fortaleza y el temple necesarios para esta gran misión.

32. Ahora, todavía estáis enfrascados en la lucha entre vuestro espíritu y vuestra materia, y mientras esa lucha interior prosiga, poco podréis hacer por los demás.

33. Entre las multitudes de espíritus que han llegado y continúan llegando a habitar este planeta, Dios ha enviado en todos los tiempos espíritus con mayores responsabilidades que otros, con misiones y cargos qué desempeñar en benéfico de la humanidad.

34. Y no han sido esos espíritus en escaso número, no, forman multitudes, forman legiones, porque en todos los tiempos, en todo país, comarca, aldea y hasta en el más pequeño conglomerado de seres humanos, han venido a morar entre la humanidad esos espíritus dotados con mayores misiones.

35. Y, ¿cuáles han sido esas misiones y esas responsabilidades mayores? El don de gobernar, el de enseñar, el de juzgar y el de sanar al enfermo son algunas de esas responsabilidades de las que os hablo.

36. ¡Cuán pocos han sido los espíritus que han sido fuertes ante las tentaciones del mundo para desempeñar fielmente su misión, tal como el Padre se las confió!

37. ¡Cuántos se han desviado de la senda, tergiversando la finalidad de sus misiones y responsabilidades!

38. De ahí, hermanos míos, el desorden mundial en estos tiempos, mas no sólo las misiones que os acabo de enumerar son grandes y delicadas; la misión de los padres de familia es de una responsabilidad inmensa, y tenéis en este tiempo el relajamiento de todas las instituciones, la tergiversación de todas esas misiones.

39. Tomad a los gobernantes, por ejemplo: El gobernante que debiera ser un servidor de su pueblo, se convierte en el señor de él, se corona y se convierte en su monarca, y no vive para los demás, sino que se engrandece con la pobreza de los demás, y su grandeza consiste en la pequeñez de otros.

40. Necesariamente ese gobierno se convierte en yugo para su pueblo.

41. Y, ¿qué os diré de los dotados con el don de curación material, de los médicos? Estos acallan la voz de su Conciencia y de sus sentimientos, apartan su mirada del dolor de la humanidad, y lo toman únicamente como motivo de su enriquecimiento y de su grandeza material, aumentando el caudal de sus arcas en la medida que aumenta el dolor de los hombres.

42. Y también aquél que ha sido dotado con el don de justicia para juzgar los hechos humanos, para pesar en la balanza de las leyes humanas las faltas de los hombres, ése sólo contempla las causas de los hombres como un motivo para su grandeza personal.

43. Y así, hermanos míos, en todos los órdenes de la vida en este Tercer Tiempo, el hombre camina fuera del sendero.

44. Los grandes espíritus dotados de grandes misiones ceden ante las tentaciones y se pierden, las grandes facultades y los grandes dones no son puestos al servicio de la causa que Dios les destinó.

45. Dentro de esos espíritus así dotados, los hay egoístas que, reconociendo en ellos una cierta grandeza, un don con un desarrollo superior al de los demás seres humanos, lo ocultan, vanagloriándose íntimamente de ello.

46. En vuestra futura peregrinación por el haz de la Tierra, seréis testigos de grandes injusticias y de grandes errores entre la humanidad: Tendréis que ver cómo se lucra con el dolor humano, con la viudez, con la orfandad y con las más grandes necesidades humanas.

47. Veréis a los grandes ministros de las religiones, dentro de las cuales se encuentran también espíritus dotados de grandes misiones, ocultando la luz del Padre a los espíritus hambrientos y sedientos de ella, o entregando débiles chispas de esa luz a cambio de la pompa y el lujo terrenal.

48. Seréis testigos de injusticias y profanaciones muy grandes; mas vosotros no deberéis ser jueces de la humanidad.

49. Entre este pueblo están los escogidos por el Señor para misiones muy grandes, y si sois escogidos y enviados por la mano del Señor, ¿podríais entonces carecer de dones, virtudes y potencias extraordinarias?

50. Mas también a vosotros se ha acercado la tentación para haceros caer, para que no pongáis vuestros dones al servicio de la Causa divina, para que encaucéis vuestros pasos por sendas equivocadas, para sembrar en vuestro espíritu y corazón la soberbia, el espíritu de grandeza y superioridad, para despertar la ambición y el afán de sentiros señores ante los hombres.

51. Así han llegado al mundo y la tentación entre vosotros, y contra estos elementos y fuerzas nocivas habéis luchado.

52. Unos han cedido y han caído, mas muchos también han luchado y han vencido.

53. Todavía la lucha interior es muy grande en vosotros, todavía la hora del triunfo de esta obra entre Israel no ha llegado, todavía las pasiones se levantan y gritan a través de vuestra carne y vuestros sentidos, todavía vuestro espíritu gime y llora, se debate y llega a tropezar.

54. Mas la meditación, la oración y el cumplimiento os levantan de nuevo y os hacen vencer.

55. ¡Ay!, de los que entre este pueblo tengan vanidades, ansia de grandeza o de significación, porque su lucha, por grande que parezca, caerá por tierra, porque su obra, firme en apariencia, en un instante se desmoronará.

56. No sobresaldrá dentro de este pueblo el nombre de ninguno, y si esto llegara a suceder no sería por voluntad divina.

57. Lo que debe brillar es el nombre del pueblo en su conjunto, el nombre de esta Doctrina; sed, pues, los mansos y humildes si queréis agradar verdaderamente al Señor y si queréis que en el silencio y la intimidad de vuestro corazón descienda Dios a recrearse con vosotros.

58. Ocultad en vuestro espíritu y en vuestro corazón vuestros méritos, y aún ignoradlos vosotros mismos, y Dios que les conoce, y que es justicia y es amor, hará en vosotros Su voluntad, y descenderá a morar en vuestro santuario interior.

59. Vosotros amad al Padre, Amaos los unos a los otros con el amor que el Maestro os inspira, con ese ejemplo sublime que Él os diera, haciéndose hombre y dando la vida por Sus amigos que es la humanidad toda.

60. No todo lo vais a hacer vosotros, vuestra misión es mínima a comparación con la Obra universal de redención y de perfección; la obra es divina, y la lleva a cabo Dios mismo.

61. Que la paz del Señor reine en vuestros corazones, en vuestros hogares, en todos los pueblos y naciones, y que vuestra oración sea una comunión de espíritu a Espíritu, y sea una acción de gracias por estos dones que Él os concede así como una invocación de paz para el Universo entero.

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