Explicación 36
1. Como en el alba anterior os prometiera, ahora, hermanos míos, me extenderé un poco más en el tema del Triángulo divino, que como símbolo, os ha sido señalado en vuestro frontal, siendo el triángulo invisible, ese triángulo espiritual, la marca de vosotros en este Tercer Tiempo.
2. Con ese triángulo hermanos, se os da a entender que no es ésta la primera vez que habéis sido escogidos o señalados para un destino, para una misión.
3. Ese triángulo os habla de las Tres Advenimientos del Padre entre vosotros, de los Tres Tiempos, de las Tres Revelaciones, razón por la cual Él os ha nombrado, los Trinitarios.
4. Hablemos entonces, de cómo ha sido esa Marca que el Padre os ha entregado en los Tiempos pasados, hasta llegar a este Tiempo, en que de nuevo fuisteis señalados con el Triángulo divino.
5. En el Primer Tiempo, vivía Jacob con sus hijos en la tierras de Canaán, mas las necesidades materiales y la escasez de alimentos hizo emigrar a aquella familia al Egipto.
6. En Egipto reinaban reyes llamados Faraones, quienes practicaban cultos idolátricos, siendo el pueblo egipcio idólatra y pagano, pues al no tener el conocimiento de la verdadera Divinidad, no concebía aún la existencia de un Dios invisible, y por lo mismo, rendían culto y entregaban su adoración a todo aquello que encontraban maravilloso, misterioso o con algo de sobrenatural.
7. Erigían templos al Sol y a la Luna, templos que eran enormes y magnificentes, y adoraban también a algunas bestias y a los elementos.
8. Jacob y sus hijos, siendo creyentes del Dios verdadero, conociendo al Dios invisible y amándole, tuvieron que ir a vivir al seno de aquel país pagano y gentil.
9. De los doce hijos de Jacob brotó la simiente, surgiendo familias, que a su vez se convirtieron en tribus, y estas tribus se hicieron muy numerosas a través de los años y de los siglos; así, en el seno del pueblo egipcio, creció el pueblo de Israel.
10. Este pueblo conservó su fe original, su creencia en el Dios invisible y sutil, en el Dios de justicia, en el Supremo Creador; pero debido a su convivencia con el pueblo egipcio, llegaron a contaminarse con las prácticas y costumbres egipcias.
11. Con el tiempo, habiendo crecido grandemente el pueblo de Israel en el seno de los egipcios, un faraón temió una sublevación, y entonces le convirtió en su esclavo, cargándole de pesadas cadenas, de las faenas más cruentas, de las labores más pesadas, las cuales fueron adjudicadas a los Israelitas, empleando a éstos en la construcción de templos dedicados al culto idólatra.
12. Mas Israel, a pesar de su dolor y su esclavitud, permaneciendo fiel a su Dios, tuvo que alcanzar Su clemencia y Su justicia.
13. Llegó el tiempo de la liberación, y para ello, dentro del mismo pueblo escogido, Dios hizo brotar a un escogido, Su enviado, y ese enviado fue Moisés, espíritu de enormes proporciones, de inmensa luz, con una misión sublime con las que dejó, no sólo en la memoria de Israel, sino en el espíritu y la memoria de la humanidad, un ejemplo de cumplimiento al Padre, de celo a la Ley divina y a las leyes humanas, un ejemplo de amor, de fe y de obediencia.
14. Moisés, en aquel tiempo, fue un vivo reflejo del Padre, y ese hombre dotado de espíritu grande y fuerte, fue el destinado por Dios para libertar al pueblo de Israel.
15. Grande fue la lucha de Moisés contra el Faraón, pues aquél solicitaba que éste autorizara la salida del pueblo de Dios hacia la tierra prometida, a la tierra de Canaán, y al serle negada la petición, Moisés profetizó grandes purificaciones, que en forma de calamidades y plagas caerían sobre Egipto, si el faraón no permitía la salida de su pueblo.
16. Así sucedió en efecto y, finalmente, vencido el duro corazón de aquel hombre y derrotada la reaciedad de ese espíritu en tinieblas, dio el faraón la orden de que el pueblo de Israel saliese en seguimiento de Moisés.
17. La última noche que el pueblo de Israel estuvo en Egipto, fue éste ampliamente preparado por su guía y legislador, Moisés, quien había sido inspirado de Espíritu a espíritu acerca de cómo debía ser aquella salida, y de cómo debía el pueblo penetrar en preparación.
18. Moisés preparó esa noche a su pueblo, diciéndole: “Arrepiéntete, Israel, de todas las ofensas que le has hecho a tu Dios y perdona a los que te han oprimido. No has de dormir esta noche; coloca en tus pies las sandalias como si fueses a un largo viaje, toma el cayado o el báculo en tu diestra en señal de viaje, y por alimento solamente has de comer yerbas amargas cocidas y sin sal; escoge de entre tus rebaños un cordero macho y virgen, y sacrificándolo, has de comer su carne asada y sin sal, y con su sangre, has de señalar la puerta de tu casa, porque toda casa de Israel que no estuviese señalada con la sangre del cordero primogénito, esta noche será tocada por la justicia divina”.
19. El pueblo, obediente, que creía en Moisés como representante del Padre, cumplió fielmente aquellas órdenes, y cuando la medianía de la noche fue sobre Egipto, los egipcios se sorprendieron al ver enrojecidas las puertas de las casas de Israel.
20. Esa, hermanos míos, fue la primera marca con que el Padre señaló a Su pueblo, para distinguirle de los idólatras, para apartarle, no de los humanos, sino de la muerte, de la esclavitud, de las guerras, de la tentación, del paganismo, de la idolatría, en fin, de la ignorancia.
21. Esa marca fue simbólica, mas el sentido de ella es inmenso y profético; era más pura e inocente la sangre de aquel corderillo material, que la de cualquiera de los Israelitas, porque todos habían pecado con conocimiento de causa, y aquella sangre inocente y limpia, era una anticipación, una figura, de la sangre purísima que habría de derramar el Cordero Divino, el Mesías, en el Segundo Tiempo.
22. El pueblo de Israel recordó siempre aquella noche de vigilia, de oración y de preparación.
23. Sabía Israel que le esperaba un largo viaje, y que solamente la fe en Dios podía hacerle llegar a su meta, a su destino.
24. Sabía el pueblo, que para llegar a la tierra que manaba leche y miel, era menester pasar por un tiempo de tribulación y privaciones, de luchas, peligros y acechanzas, que era necesario atravesar el desierto, el cual le iba a abrir sus brazos para envolverlo por un largo tiempo.
25. Todo esto lo supo el pueblo aquella larga noche de preparación y de vigilia, noche en la que el Espíritu Divino del Padre señaló a Su pueblo, no con la sangre material de los corderos, sino con la luz y la sangre de Su amor divino.
26. Israel salió de Egipto, y penetró en el desierto, comenzando su largo tránsito por él, y cada año, en conmemoración de aquella fecha, celebró la fiesta de la Pascua, que quiere decir en hebreo: “Paso”, simbolizando con esa palabra el paso que habría de marcar el principio de su liberación; en cada conmemoración, el pueblo volvía a preparar la mesa, a poner el cordero inmolado en ella, a comer sólo yerbas amargas y sin sal, y a colocar las sandalias en sus pies, en memoria de aquella noche.
27. Después, ya penetrado Israel en la tierra prometida de Canaán, siguió conmemorando aquello como una tradición, como una fiesta espiritual; así estaba permitido en esos tiempos, y el pueblo seguía sacrificando corderos, recordando y enseñando a las nuevas generaciones, que en una noche bendita de liberación, el Padre rescató a Su pueblo de las cadenas de la esclavitud, de las tinieblas y de la idolatría, y que por estar sus hogares señalados con la sangre del cordero inocente, por ostentar aquella señal divina, fueron liberados también de la justicia divina, y sabiéndolo ellos, guardaron aquella señal en todo el Primer Tiempo.
28. Cuando el Segundo Tiempo llegó para los hombres, surgió el Mesías, Jesús el Cristo entre la humanidad, y en Su enseñanza dijo a las multitudes: “No olvidéis la Ley por las tradiciones, no por cumplir con estas tradiciones olvidéis la práctica de la Ley del Padre”.
29. Cuando Él, por amor al mundo se dejó inmolar, con Su sacrificio detuvo el derramamiento de sangre de criaturas inocentes, de seres que no podían, en forma alguna, limpiar los pecados de los hombres, porque por muy grande que sea el dolor de los seres inferiores, éste es siempre inconsciente.
30. Quiso el Padre demostrar a Su pueblo, que sólo un dolor espiritual, un dolor consciente, un dolor por amor, era el que podía darle la Vida Eterna, no la vida pasajera de este mundo y por eso Él se dejó inmolar por el mundo, por eso se le llamó el Cordero Inmolado, el Cordero Pascual; porque, no fue ya el cordero material como aquella noche en Egipto, quien fuera sacrificado, sino que fue el Cordero Divino quien fuera inmolado en una fiesta de Pascua, cuando Israel se encontraba celebrando en Jerusalén aquella tradición.
31. El Divino Maestro ascendió a la cruz, para derramar Su sangre sobre todos, y esa sangre del Divino Cordero, esa Sangre divina, no la sangre humana que puede verterse en tierra, sino la que es vida espiritual, esencia y eternidad, la verdadera sangre, quedó depositada en todos los espíritus de la humanidad.
32. Cada una de las gotas de sangre que vertió aquel cuerpo, fue un símbolo del caudal infinito de amor, que en aquel instante, brotara del Espíritu del Padre para la humanidad, y como símbolo de aquel sacrificio quedó la cruz, aquel madero en el cual expirara como hombre, aquel madero al cual ascendió para abrir Sus brazos y para abrazar, perdonar y amar a todo el Universo.
33. Con esa figura, con ese símbolo, con esa señal, el cristiano se levantó y cruzó los caminos, abriendo brechas de luz y combatiendo las tinieblas y la ignorancia, abriendo camino hacia la espiritualidad.
34. Los cristianos también, cuando la muerte llegaba a ellos, abrían sus brazos imitando a su Maestro, formando con sus brazos una cruz, en un abrazo que significa Vida Eterna y perdón.
35. La primera señal, la sangre del cordero, significa liberación, la marca de la libertad; la segunda, la del Cordero Divino, significa redención.
36. Esas señales de los dos Tiempos, esas dos marcas, las ostentáis vosotros, porque sabéis que sois el mismo pueblo, el que estuvo en Egipto y que siguió a Moisés, el pueblo que poseyó la tierra prometida, reflejo de la patria espiritual, el pueblo que volvió a la Tierra a recibir a su Señor en Su segunda venida en Jesús, para recibir también de Él Su sangre, Su señal; esos sois vosotros, hermanos, que una vez más habéis llegado a este planeta en el Tercer Tiempo, tiempo en que Dios vino pleno y en Espíritu, a entregaros la tercera señal, porque anunciado estaba.
37. Ahora el Padre no os ha encontrado reunidos en un solo pueblo, no estáis ya en las doce tribus formando una sola nación, como sucediera en los tiempos anteriores; en este tiempo, ha encontrado a Su pueblo disperso por todos los puntos de la Tierra.
38. En este pueblo se encuentran un número de escogidos que tienen gran responsabilidad, pues son destinados para un cumplimiento, y ese número, anunciado desde el Segundo Tiempo por Juan, el apóstol del Señor, es de doce mil señalados de cada tribu, que en conjunto suman 144,000 señalados.
39. De ese número formáis parte vosotros, que llegáis de distintos puntos de la Tierra, encarnados vuestros espíritus en materias pertenecientes a diferentes razas, pronunciando distintas lenguas, mas sois todos espíritus hermanos de un mismo pueblo, de las tribus benditas multiplicadas por el Padre.
40. Y habéis llegado a esta Obra bendita, al seno de estos humildes recintos, pequeños sitios materiales donde se manifiesta el Rayo del Señor a través del entendimiento humano, por portavoces y pedestales pertenecientes al mismo pueblo de Israel, por los cuales habéis recibido la Marca Trinitaria, ya no la sangre material del cordero del Primer Tiempo, ni la sangre vertida por el Verbo que se hiciera hombre en el Segundo Tiempo, sino la Marca espiritual, invisible a la mirada material.
41. Esta Marca, esta Señal, no está puesta en vuestro frontal material, sino en vuestro espíritu, es ahí donde está la luz que el Padre os entregó en el Primer Tiempo como Ley, en el Segundo Tiempo como Amor, y en este Tercer Tiempo como Sabiduría, formando con ello el Triángulo Divino, que es símbolo espiritual.
42. He aquí las tres marcas que habéis recibido, he aquí las tres señales con que habéis sido distinguidos a través de los Tiempos y de los caminos de la vida, he aquí la señal y la potestad con que el Padre os ha donado para que los elementos, los espíritus y las cosas todas os reconozcan como el pueblo primogénito, responsable de la paz y de la elevación espiritual del mundo.
43. Por eso sois Trinitarios, por el Triángulo que el Padre depositó en vosotros en esa Marca, mas tened presente que los dones, la misión, el destino, los cargos y facultades que cada uno de vosotros lleva, fueron entregados por el Padre en el instante mismo en que cada uno brotó de Su seno, instante en que formó vuestro espíritu, dotándole de todo lo necesario para su desarrollo, evolución y salvación.
44. No habéis recibido dones en este tiempo que antes no estuvieran en vosotros, sino que el Padre os ha revelado y descubierto cuánto os ha donado desde el principio, y la Marca, es simplemente la ratificación de ellos, para que tengáis el conocimiento y la certeza de lo que poseéis, y de cómo debéis utilizarlo en vuestro camino.
45. Si queréis poseer la paz en vuestro espíritu, y si queréis contemplarla en todos, si queréis evitar el dolor y la destrucción, y anheláis mirar sólo la redención, la dicha, la espiritualidad y el conocimiento en todos, tenéis que luchar y obedecer las leyes divinas, formando un solo pueblo, y honrando la señal con que Dios os ha marcado, señal de amor y de justicia, señal que no puede borrarse jamás del espíritu porque ha sido hecha con la sangre del amor de Dios.
46. Esa marca no está en la materia, porque la materia se fundirá con la tierra, se volverá polvo; el espíritu, en cambio, seguirá ostentando siempre esa señal que el Padre por amor os dio, para que fueseis reconocidos como escogidos, emisarios, como enviados del Padre, como ejemplo y mensajeros del Señor.
47. Este pueblo ya no ha de levantarse dando muerte a los profetas, o desafiando la justicia divina, ya no dará muerte al amor del Padre ni mal ejemplo a la humanidad.
48. No comprendéis aún cómo el Padre ha venido en los últimos tiempos borrando las fronteras, borrando los linderos que en los tiempos pasados os distanciaban.
49. Ya no poseéis aquella tierra de Canaán, no sois dueños de ella, no tenéis nada en este mundo; por lo que lucháis en este tiempo, es por conquistar un lugar de bendiciones en la Tierra espiritual, en la patria prometida en el Más Allá.
50. Hoy, las doce tribus de Israel se encuentran mezcladas, y en una misma familia puede haber cinco o más espíritus que pertenecen a distintas tribus; hay matrimonios en que los dos pertenecen a distintas tribus, amigos que son de diferente tribus, hijos que pertenecen los unos a una tribu y los otros a otra; así lo ha querido el Padre, para acabar, con Su amor, con el cisma tradicional en Israel, dando así origen a la unificación de Su pueblo.
51. Mas vosotros todavía os dividís en bandos, en recintos, donde el uno juzga al otro, y esos linderos también se han de borrar, para formar todos los espíritus del pueblo de Israel, una sola porción, un solo pueblo bajo un mismo mandato y bajo un mismo guía que es nuestro Padre.
52. Cuando esa unidad se alcance, cuando hayáis conseguido esa fraternidad y os Améis verdaderamente los unos a los otros, entonces habréis alcanzado un alto grado de espiritualidad, y se abrirán las puertas de la Nueva Jerusalén, para que a ella lleguen los hombres de distintas naciones y diferentes razas, para que se acerquen a vosotros los mundos espirituales, para que alcancen de vosotros un ejemplo, una enseñanza, una palabra redentora, una caricia y una gota de bálsamo.
53. Será entonces cuando vosotros, así como fuisteis reconocidos en aquel Primer Tiempo entre los demás pueblos, como fuisteis reconocidos en el Egipto como el pueblo señalado por el Dios invisible, como fuisteis respetados por los elementos, por los mares, por el astro rey, por los desiertos, como fuisteis temidos y respetados por faraones y reyes, como fuisteis reconocidos en el Segundo Tiempo por el nombre del Maestro y de la señal de la cruz, como fuisteis reconocidos en todos los caminos y en todas las naciones, en este tiempo también os abriréis brecha, para que después de ser combatidos como otros tiempos, el mundo sienta y reconozca vuestra presencia.
54. Reconocerá el mundo que vosotros sois la paz, la luz, y que en el seno de vosotros surgen la inspiración y la profecía, reconocerá también que vosotros ostentáis la señal del Espíritu Santo, Su triángulo divino, que sois los moradores, por gracia del Padre, de la Santa Ciudad, espiritualmente en este Tercer Tiempo, como antes los fuisteis materialmente en el Primero y en el Segundo Tiempos.
55. Será entonces cuando se cumpla la palabra del Señor, de que en Su pueblo, Israel, serán benditas todos los pueblos y naciones, todas las generaciones de esta humanidad, porque daréis al mundo un claro testimonio y un ejemplo innegable de verdadera espiritualidad.
56. Guardad estas humildes explicaciones, y así veréis cómo tendréis mayor comprensión de las Cátedras del Divino Maestro, porque podréis penetrar con mayor profundidad en su sentido. Hermanos, alcanzad la convicción de que los ejemplos y los hechos que el Padre ha consumado en los Tiempos pasados, no pueden ser olvidados ni desconocidos por vosotros, porque son los testamentos que os ha legado, y porque son los hechos que vosotros habéis escrito con vuestros propios pasos en los tiempos anteriores.
57. ¿Sabéis acaso quiénes fuisteis en otros tiempos? ¿Recordáis acaso o sabéis por intuición espiritual cuál fue vuestra obra y vuestra labor en el Primero y Segundo Tiempos? No lo sabéis.
58. Por eso es bueno que no os turbéis, y que tengáis siempre respeto y amor por las cosas que el Padre os reveló en aquellos Tiempos, sea directamente o por conducto de Sus enviados.
59. Relacionad todas estas cosas, y formad dentro de vuestro espíritu un solo libro de sabiduría, un solo conocimiento, para que sepáis ser, para la humanidad, el buen maestro de las cosas espirituales.
60. No habréis de enseñar simplemente historia, no habréis de ser ricos en conocimientos materiales, versados en fechas, nombres o lugares de aquellos tiempos, sino que vuestra riqueza espiritual consistirá en el verdadero conocimiento, porque poseeréis el sentido, el análisis y la comprensión de las cosas que el Padre os ha enseñado y revelado, cosas que no han sido comprendidas por la humanidad.
61. Habéis permanecido adormecidos y aletargados durante mucho tiempo, y el Maestro ha seguido caminando, el Pastor ha seguido transitando, y ahora para que vosotros les alcancéis en el camino, mucho tendréis que apresurar vuestro paso, pero no os entristezcáis, porque habréis de llegar en la hora fijada por el Padre, ni antes ni después; y no es que el Padre quiera haceros caminar de prisa, es que os habéis detenido por mucho tiempo.
62. Para servir primeramente a Dios, y después a vosotros, el Mundo Espiritual de Luz desea que quedéis con la paz del Señor en vuestro espíritu.