Explicación 29

1. Queridos hermanos, vamos a hablar en esta alba de gracia, de un punto muy importante, de algo que, pronunciándolo vuestros labios, no todos entienden y por ello os lo debemos esclarecer.

2. Con todo el respeto que nuestro Padre merece, este ser espiritual va a explicaros el tema de los Siete Sellos.

3. Hermanos, no pretende mi espíritu dar la explicación perfecta y absoluta de ese gran misterio, misma que ha de estar esclarecido dentro de Israel, sino que simplemente os quiero dar una humilde explicación que sirva de base para vuestra comprensión, y para el análisis y desarrollo que tendréis dentro del futuro hacia este conocimiento de los Siete Sellos.

4. En el Segundo Tiempo, el Divino Maestro no se refirió concretamente a los Siete Sellos; Moisés tampoco os habló de ello, así como los profetas y patriarcas del Primer Tiempo no hablaron nunca de los Siete Sellos.

5. Sin embargo, en todos los tiempos, en todas las Eras de la humanidad, ha estado presente el significado, el sentido de los Siete Sellos, aunque en forma simbólica.

6. En el Primer Tiempo, Israel tuvo una gran prueba durante su esclavitud en Egipto, y durante siete años gozó Israel, y con él el pueblo egipcio, de una gran abundancia a la que siguieron siete años de escasez y plagas.

7. Esto había sido revelado a través de los sueños por Dios al Rey de Egipto, sueños que fueron interpretados por José, uno de los hijos de Jacob, tronco de Israel; aquellos primero siete años de abundancia y los otros siete de esterilidad, fueron una figura simbólica del misterio de los Siete Sellos.

8. Siete grandes profetas tuvo después el pueblo de Israel, ya avanzado el Primer Tiempo.

9. Cuando el Maestro se hallaba entre vosotros, dio las siete grandes parábolas del Reino, y estando Él pendiente del madero en que la incomprensión le crucificó, os legó, como lo último de Su testamento divino, las siete palabras.

10. Ved cómo siempre, desde el Primero de los Tiempos hasta el último, el símbolo de los Siete Sellos ha estado presente y latente en el espíritu de la humanidad, y más aún en Israel.

11. Cuando los once discípulos se quedaron sin su Maestro, el cual había ascendido a Su reino, extendieron aquellos hombres sobre el haz de la Tierra la semilla que Él les había confiado, la semilla del amor; y ellos, en sus largas travesías por el Asia, fundaron siete iglesias, siete recintos que fueron alimentados por los apóstoles, siete congregaciones que eran visitadas personalmente por ellos, y cuando esto no les era posible, las alimentaban a través de escritos doctrinales.

12. Esas siete iglesias del Asia, fueron también una imagen, una figura de los Siete Sellos.

13. Más tarde, uno de los doce discípulos de Jesús, habiendo salido indemne de las persecuciones e ileso del cadalso que la humanidad le preparara, en la ancianidad a la que la voluntad divina le permitió llegar, fue desterrado a una isla y en ella, en el aislamiento, penetró en la comunicación perfecta con el Padre.

14. Grande fue la elevación de ese espíritu, y ahí, lejos de la materialidad de la humanidad, en la soledad, en sus éxtasis espirituales desarrollaba la elevación del espíritu, acercándose más y más a la comunicación con el Padre, hasta llegar el instante en que pudo escuchar las voces de lo espiritual y asomarse al Más Allá en sus contemplaciones.

15. Mas siendo las revelaciones espirituales y la naturaleza divina tan grandes, tan infinitas y superiores a todo lo humano, tuvo Dios que mostrarle a aquel espíritu humilde las cosas a través de símbolos, porque a pesar de tener ese espíritu grandeza y elevación espiritual, no alcanzaba a contemplar en toda Su plenitud verdadera a la Divinidad y las revelaciones divinas.

16. El Padre tuvo que limitar lo eterno y lo infinito, así como las profecías que habían de ser, para presentarlas a los ojos de aquel espíritu en figuras simbólicas, como sucede actualmente con los videntes del pueblo de Israel, quienes tampoco pueden contemplar el Reino del Espíritu Divino en toda su plenitud.

17. Juan, que así se llamaba ese discípulo, contempló a Aquél que se encuentra sentado en el Trono, teniendo a Su diestra un gran Libro sellado con Siete Sellos.

18. Delante de Juan, había también un ángel, el que le decía que ni en los Cielos ni en la Tierra, había un ser digno de desatar aquellos Sellos ni de abrir aquel Libro, y Juan, al escuchar estas palabras, lloraba con gran desconsuelo.

19. Mas entonces vio que un cordero se acercaba, y era quien abría aquel Libro, desatando para ello, desde el primero hasta el último de sus Sellos.

20. Así comenzó la visión de Juan, aquella que llamáis Apocalipsis; fue Juan el primero que habló a la humanidad de los Siete Sellos, Juan el apóstol, el profeta, el espíritu de gran elevación, el discípulo de Cristo, el discípulo adelantado del Espíritu Santo, que escribió lo que vio y oyó, lo cual fue entregado en símbolos y figuras.

21. Hagamos entonces, hermanos míos, el análisis de estas revelaciones para que os sirvan de base a vuestro desarrollo en el conocimiento de los Siete Sellos, hasta donde alcance vuestra capacidad de comprensión y hasta donde os revele el Padre.

22. El Libro sellado con Siete Sellos es la sabiduría del Espíritu Santo, y en él se encuentra escrito el destino de todos los espíritus y el destino del pueblo de Dios, Israel.

23. Ese Libro estaba cerrado, su contenido era un misterio; ni los más altos profetas, ni los más grandes teólogos ni los justos de los primeros tiempos, conocían la existencia de ese Libro, ni su nombre, y menos aún su contenido.

24. ¿Quién, entonces, podía abrir ese Libro que es la propia sabiduría de Dios, que es el principio y el fin, el origen de todos los espíritus, y en el que viene escrita la jornada de evolución, lucha y perfeccionamiento de todos los espíritus?

25. ¿Quién podía tener la capacidad espiritual para abrir ese Libro y mostrarlo como luz del Universo?

26. Nadie, sólo el propio Dios, el Cordero Inmolado, Jesús el Mesías, en quien encarnó el propio Dios para hacerse hombre en el Segundo Tiempo, y acercar así el Reino de los Cielos a los hombres, para hacerles sentir a su Padre más íntimamente, más cercano y accesible; de esta manera mostraba Dios al hombre, que el amor del Padre está antes que todo, que el Espíritu Divino es el Amor Universal, mismo que rige y da vida a todas las cosas.

27. El amor de Dios tomó carne, humanizándose, para entablar una comunicación por medio de ese amor, entre el corazón del hijo y el del Padre, para que el mundo en su pequeñez, aprendiera a no censurar a su Dios.

28. Dios, se hizo semejante a los hombres para sentir como tal, para llorar como hombre, para sangrar como humano, para mostrarle a la humanidad de todos los tiempos lo infinito de Su amor, y para que el espíritu del hombre supiera que su Dios se ocupa de todos, amándoles siempre, sufriendo por ellos, ya que los espíritus, los hombres y toda la Creación, son para el Padre algo precioso.

29. El valor de un espíritu para Dios, es infinito, valor que Él le dio. Y, ¿cuál es el precio de ese valor? El precio de Su sangre, esa sangre con la que rescató de las tinieblas a los espíritus, redimiéndoles de su carnalidad, de la destrucción y de la perdición.

30. Ese precio, esa Sangre divina, cayó en todos y cada uno de Sus hijos para que desde ese instante, todos fuesen en Él.

31. Al ser consumado el sacrificio, vivida Su pasión, y darse esa prueba perfectísima del amor de un Ser por los demás seres, fue lo que logró abrir su propio Espíritu y su Corazón Divino, Su sabiduría y Sus más altos misterios al espíritu de Sus hijos.

32. De este modo, Jesús, el Cristo, el Cordero Inmolado, el propio Dios hecho hombre en el Segundo Tiempo, preparó el espíritu de la humanidad, para que al llegar el Tercer Tiempo, recibiera la luz del Espíritu Santo, la luz de los Siete Sellos.

33. Cada uno de los Siete Sellos representa cada una de las Siete Etapas del camino espiritual por el que han de transitar todos los espíritus para llegar a su destino, que es Dios.

34. La Escala de perfeccionamiento espiritual que conduce a los espíritus al seno de Dios, tiene un número infinito de peldaños, pero son siete los más importantes, los de mayor trascendencia; esas Siete Etapas que tiene que atravesar el espíritu en su jornada de lucha, de evolución, de pruebas y crisol para su perfeccionamiento, tiene un reflejo y un ejemplo clarísimo dentro de la vida humana de los espíritus encarnados.

35. Aquí en vuestro propio planeta, sin importar raza o cultura, todos los hombres se rigen por períodos de tiempo material de siete días, y en vuestra historia humana, habéis tenido una jornada y una existencia espiritual, desde los primeros que tuvieron el conocimiento del Dios verdadero, el Dios viviente, el Dios creador, hasta estos momentos de este siglo XX, de la que llamáis Era Cristiana.

36. En Cátedra dada por el Maestro a través del entendimiento humano os señaló cada una de las Siete Etapas que la humanidad ha atravesado durante los Tres Tiempos; cada una de esas Etapas ha estado presidida por un enviado del Padre, y cada uno de esos enviados ha sido luz para la humanidad, luz que ha sido como un candelero encendido entre las tinieblas que han envuelto a la humanidad en todos los tiempos.

37. Cada uno de esos candeleros son figuras simbólicas que fueron contempladas también por Juan.

38. Tened en cuenta que, si vuestro espíritu ha atravesado y tendrá que atravesar estas Siete Etapas dentro de la vida humana, una sola no es capaz de darle al espíritu toda la perfección que necesita para poder sentarse a la diestra del Padre.

39. Estas Siete Etapas son un reflejo, una imagen, de las Siete Etapas que vuestro espíritu tiene que atravesar en la eternidad, mas los méritos, la experiencia y la evolución que adquiráis dentro de estas Siete Etapas o Siete Sellos, os serán tomadas en cuenta por el Padre.

40. Con esos logros, tendréis en vuestro espíritu la fuerza para remontar el vuelo a los espacios espirituales y no volver ya más a encarnar, no volver ya, una vez vividas estas Etapas, a tomar materia, y entonces vuestro espíritu morará en el Valle espiritual, en un camino más próximo a su Padre.

41. Ahí, cada uno de vuestros pasos os irá descubriendo las grandezas de la senda espiritual, y vuestro espíritu irá perdiendo el materialismo y la pesada vestidura que por mucho tiempo ha poseído, liberándose espiritualmente y perfeccionándose cada vez más; entonces, vuestro espíritu irá contemplando y conociendo cuáles son esos siete peldaños, esos siete escalones de la Escala que Jacob contemplara en sueños: La Escala de Perfección de los espíritus.

42. Después de escuchar estas explicaciones, ya sabéis que el Libro del destino universal, del destino eterno y del camino de lucha y evolución de todos los espíritus, se encontraba sellado y que era un misterio impenetrable para la humanidad; ya sabéis que el Padre, desde el Segundo Tiempo, os preparó con Su amor, para que en este Tercer Tiempo, Su mano divina, la única digna de desatar los Sellos de ese Libro, lo abriese plenamente ante los ojos de Israel y de la humanidad.

43. Este es el Libro que el Padre os viene a entregar; cuántas veces en Sus cátedras os dice: “Vengo a entregaros una página más del Libro, vengo a enseñaros a deletrear palabra por palabra, sílaba tras sílaba del Gran Libro de la Vida Verdadera.”

44. Recordad a vuestros profetas que os dan testimonio de que en sus mirajes han contemplado simbólicamente ese Libro, y de lo que no lo ven cerrado sino abierto, el mismo Libro que Juan contemplara cerrado con Siete Sellos, mismos que se han desatado para despedir su luz, su sabiduría y su amor, para así dilucidar los arcanos del Espíritu Santo sobre todo espíritu y sobre toda carne.

45. Hoy, todavía el mundo no habla de los Siete Sellos, ellos permanecen en la oscuridad y en el silencio entre los hombres, y si vosotros, que tenéis la palabra viva del Padre aún cuando sea ésta a través del hombre, no habéis esclarecido aún tan altas revelaciones, ¿cómo esperáis que el mundo alcance a comprenderlas?

46. Los teólogos de las grandes religiones cristianas, ni tan siquiera se ocupan de estos temas, las ocultan y las esconden, para no tener que explicarlas porque no alcanzan a comprenderlas, y por ello hacen que permanezcan en el misterio.

47. Mas entre ellos se levantan ramas del Cristianismo, los Evangelistas, quienes preocupados por las profecías y las señales, se dedican al estudio, al análisis y viene la luz en ellos.

48. Hay algunos que tiene ya una visión más o menos acertada de la verdad; otros se han perdido por los caminos de las tinieblas, confundiéndose, y así externan su criterio, su concepto sobre los Siete Sellos en forma errónea.

49. Pero llegará el tiempo en que en todo el orbe se hable de los marcados, de Israel, de las tribus del pueblo de Dios, de los Siete Sellos, de las señales de la venida del Espíritu Santo, del regreso del Verbo.

50. El Maestro viene en este Tiempo en Espíritu a comunicarse por el entendimiento humano, usando todavía una forma materializada para comunicarse con los hombres, para que la humanidad puede penetrar con esta preparación con paso firme en el tiempo de la gracia, en el tiempo de la plenitud del Espíritu Santo, en la Séptima Etapa.

51. No se ha valido el Señor de los ministros de las religiones ni de los teólogos, ni de los filósofos que han discutido sobre el misterio de los Siete Sellos, no; Él ha buscado a los ignorantes, a los que ni siquiera conocían la existencia de estas profecías, y es por esto que el Maestro os ha dicho: “He venido a servirme del pecador, del torpe y del ignorante para sorprender al mundo en su incredulidad”.

52. Es a vosotros a quienes el Padre ha abierto horizontes infinitos y os está preparando un tiempo de revelaciones espirituales, de gran paz y de gran conocimiento, un tiempo de verdadero culto y verdadera comunicación con vuestro Creador.

53. Ese será el tiempo en que todo ojo le verá, todo oído le escuchará y todo espíritu le presentirá.

54. Muchos de vosotros tendréis la misión de recibir a los que llamáis extranjeros, a los que vendrán de pueblos extraños y desconocidos, a los distantes, para darles albergue moral, material y espiritual; ésta es la misión que habéis tenido en todos los tiempos, ¡oh, pueblo de Israel!

55. Otros, tendréis la misión de levantaros por los caminos, de atravesar los mares, los desiertos y los montes para llevar el conocimiento del Espíritu Santo, las revelaciones del Tercer Tiempo, que le servirán a la humanidad como preparación para entrar a la Séptima Etapa, y así pueda hacer frente a las grandes pruebas y a los grandes sufrimientos que se avecinan.

56. ¡Ah, hermanos míos!, si desde tiempo atrás estas cosas hubiesen preocupado a los hombres, si las generaciones que recibieron las profecías de Juan hubiesen entendido aquella gran preparación que el Padre por conducto del apóstol legó a la humanidad, todos hubiesen velado y orado, pidiéndole al Padre la luz, la iluminación para sentir Su llegada, y para prepararse para las grandes calamidades que se venían.

57. Dios que es Amor, ¡con cuánto amor hubiera inspirado aún a aquéllos que se dicen ministros de Su ley sin serlo!

58. Mas todo quedó oculto, escondido a la mirada de los hombres, apartado del hambre y la sed de justicia de la humanidad. Los líderes de las religiones han contemplado el cumplimiento de las profecías, el cumplimiento de las palabras de Juan, de las visiones que el Señor le confiara en su aislamiento al discípulo amado.

59. Ahora, hermanos, se acercan nuevas calamidades, nuevas y grandes hecatombes y cataclismos, pruebas enormes para la humanidad, nuevos ayes de dolor, aún más grandes cálices de amargura que el mundo ha de beber.

60. ¡Ah!, si el mundo se hubiese preparado, no sería tan dolorosa su caída ni tan grandes sus tinieblas, no habría imprecaciones ni blasfemias contra Dios.

61. Por todo esto ¡preparaos!, para que llegado el momento decisivo en el que el Padre lo ordene, levantéis vuestra planta y preparéis al mundo, diciéndole que se espiritualice, que se despoje del fanatismo, del egoísmo y del falso culto, destruyendo su gran idolatría, doblegando su vanidad para que se Amen los unos a los otros.

62. Así con amor, virtud y perdón, encontrará el hombre la senda del desarrollo de sus dones, para poder tener caridad de sí mismo y de los demás.

63. Como al principio de mi explicación os dije, es el Padre el único que puede hojear página tras página del Libro de los Siete Sellos; este ser espiritual, solamente os ha dado una base para vuestra futura comprensión y desarrollo en el conocimiento de los Siete Sellos.

64. La paz del Padre sea con mis hermanos.

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