Explicación 28
1. Israel no tendrá que hablarle de misterios a la humanidad; de ignorancia y de misterios se encuentra harto el espíritu del hombre, porque mucho ha vagado entre la duda y la vacilación, mucho ha caminado en la incertidumbre.
2. Vosotros, el pueblo de Dios, el Hijo de la Luz, no tenéis porque aumentar las tinieblas que cubren a la humanidad, hablándole de misterios ni enseñando la ignorancia.
3. Vais a llegar con la antorcha del saber, de la fe, del conocimiento y de la revelación a iluminar todo aquello que el espíritu sólo ha visto envuelto en tinieblas, cubierto por un manto de ignorancia que ellos llaman, misterio.
4. Existen muchas cosas que el Señor le ha revelado a los hombres, cosas que Él no ha deseado envolver en misterio.
5. A vosotros mismos, a los que Él ha hablado con palabra viva en la que os revela grandes cosas de su Espíritu, os acontece algo similar a lo que le sucede a los hombres que ven en todo un misterio, quienes por falta de oración, de análisis, de espiritualidad, de profundizar en el estudio de la Doctrina y las enseñanzas del Señor, no alcanzan la comprensión de las revelaciones que el Señor siempre ha hecho, y con las cuales destruye la ignorancia y la superstición, disipa los misterios y aclara lo turbio.
6. El espíritu del hijo, jamás podría llegar a poseer la sabiduría del Padre en toda su plenitud.
7. El espíritu del hijo, jamás podría llegar a tener las dimensiones del Espíritu Universal del Padre, ni llegará nunca a agotar los Arcanos de la Divinidad.
8. Mas el Padre le ha reservado al hijo, un caudal de sabiduría, de amor, de gracia, de comprensión y de concepción, y es ese caudal de tal magnitud, que no bastaría la eternidad para llegar al final de la senda concedida por Dios a vuestro espíritu.
9. Infinito es vuestro camino, como infinito es vuestro destino; y si no alcanzáis siquiera a vislumbrar el final de vuestro camino, ¿cómo pretendéis llegar a conocer los Arcanos profundos que sólo Dios sabe y conoce?
10. Sentid en vuestro espíritu, el estímulo del gozo inefable de que nunca llegaréis a un “hasta aquí”, de que eternamente estaréis conociendo, por revelación y voluntad divina, lecciones nuevas y bellas que os asombrarán y que siempre serán en beneficio de vuestro espíritu.
11. Todo esto conoceréis, virtud al amor del Padre y a vuestros méritos propios.
12. No habréis de llegar ante la humanidad diciendo que el advenimiento del Padre en este tiempo es un misterio, sin poder explicar por qué ha venido, sin saber quiénes sois vosotros, sin saber por qué sois Israel, sin conocer el sentido de la Marca, sin comprender la revelación de la Trinidad y de los Siete Sellos.
13. Antes de dar de comer el fruto a los demás, ya lo habréis probado vosotros, y ese fruto es esta Enseñanza, esta Palabra divina.
14. No por ello os convirtáis en los teólogos, sed siempre de espíritu sencillo; los teólogos no han arribado nunca a las máximas verdades, han sido los espíritus sencillos los que las han recibido por revelación.
15. Oíd y aprended, sed buenos discípulos del Maestro; interrogad al Arcano con respeto, con temor, con amor y recibid de su Espíritu Santo lo que fuese en Su voluntad; no queráis ir más allá de lo que vuestro espíritu necesita, porque vais recibiendo del Padre conforme os preparáis y capacitáis.
16. Si no fuese así, no hubiese habido Tres Tiempos para vuestro desarrollo y vuestra comprensión; un solo tiempo habría bastado para entregarle al espíritu humano todo cuanto iba a necesitar en su jornada; mas no siendo así, el Padre entregó en el Primer Tiempo hasta donde el alcance del espíritu humano le permitía recibir, y lo mismo sucedió en el Segundo Tiempo.
17. Después de la partida del Divino Maestro en ese Tiempo, comenzó para la humanidad una lucha muy grande, surgiendo la discusión, la deliberación, las dudas y las interrogaciones acerca de si Jesús había sido una divinidad o simplemente un enviado.
18. Se preguntaban los hombres si el Espíritu de Jesús o de Cristo era el mismo Espíritu de Jehová o el de un hombre como todos, y el análisis se complicaba para aquellos espíritus, cuando pensaban que Jesús les habló de la venida del Espíritu Santo.
19. La confusión se hizo mayor, y los hombres se preguntaban: “¿Quién es Jehová? ¿Quién fue Jesús? ¿Quién es el Espíritu Santo del que Él habló? ¿Qué relación existe entre uno y otro? ¿Son tres dioses? ¿Tres personas? ¿O acaso todas forman un solo Dios?”
20. Y en cada una de las ramas que brotaron del Cristianismo surgieron todas estas discusiones, y al no llegar al esclarecimiento de estas cosas, les llamaron “misterio”, y cuando la humanidad hambrienta de explicaciones les interrogaba, acallaban las preguntas de los hombres diciéndoles: “Esto es un misterio”.
21. Mas el espíritu de la humanidad habría de seguir caminando y evolucionando, y por lo mismo, habría de seguir preguntando, inconforme con aquella conclusión y con aquella definición.
22. Los altos ministros de las religiones convocaban sus grandes concilios, sus solemnes asambleas privadas, en las cuales los teólogos, los que se sentían mayormente capacitados para discutir sobre Dios y las cosas relacionadas con Él, se reunían para deliberar y exponer sus razones, sus análisis y concepciones; hecho esto, llegaban finalmente a una conclusión definitoria, y esa conclusión se la impusieron a la humanidad como un dogma.
23. Olvidaron ellos, que el Espíritu Santo estaba por venir, en cumplimiento de la promesa entregada por Jesús, y que era Él quien vendría a aclarar los misterios y a dar la verdadera definición de tan profundas cosas.
24. Debido a ese dogma, hace mucho tiempo que la humanidad camina llevando en su fondo un concepto erróneo, una idea equivocada firmemente arraigada de lo que es la Trinidad y la Divinidad de Cristo.
25. Mas he aquí, que ha llegado el Tercer Tiempo y que se ha cumplido la profecía, y el Espíritu Santo ha derramado a raudales Su luz sobre todo espíritu y sobre toda carne; esa luz, ha hecho el portento de que todos los espíritus existentes se levanten, despierten, interrogando a los arcanos, al infinito y a la Divinidad.
26. De nuevo, han surgido las discusiones entre las religiones y sectas sobre el misterio de la Trinidad; cada quien, cree poseer la definición perfecta de estas cosas.
27. Cada teólogo y cada religión, cree poseer de forma absoluta la verdad y unos comparan su concepción, sus análisis, su razonamiento con los de otros, y de ninguna manera resultan iguales.
28. Unos miran la Divinidad de una forma, y los otros de otra; y ¿quién, de entre todos ellos, tiene la razón?
29. El Maestro os ha nombrado Trinitarios, y como tales amáis a Dios como Padre, como Hijo y como Espíritu Santo, pero le buscáis más como Hijo, le buscáis más como Maestro, porque sabéis que Cristo es amor, es enseñanza, es sacrificio y es ternura; no buscáis frecuentemente a Dios como Padre porque tenéis el concepto de Él como Juez, y por ello le teméis a Su reclamo y a Su justicia inexorable; y tampoco le invocáis como Espíritu Santo, porque estáis materializados por vuestra vida humana, preocupándoos más las cosas materiales que la luz, la elevación, la pureza y la perfección, el Arcano y la sabiduría, todo lo cual pertenece al Espíritu Santo.
30. Dios es un sólo Espíritu, es un solo Ser.
31. Aquél que os habló en el Primer Tiempo y os entregó la Ley, es el mismo que se hizo hombre en el Segundo Tiempo y que fue a la cruz a consumar Su sacrificio de amor por la humanidad, y es el mismo que hoy, a través del entendimiento del hombre, os prepara en corto tiempo para que os podáis comunicar, ya por siempre, de espíritu a Espíritu con su Divinidad.
32. En el mismo Dios, en el mismo Espíritu, viven el Cristo, el Maestro, el Espíritu Santo, el Creador.
33. Jesús fue el Hijo de Dios en cuanto hombre únicamente, no en cuanto Dios.
34. El Espíritu Santo no es algo que esté independiente, aparte o distante de Jehová o de Cristo; todo es la misma luz, la misma Ley.
35. Os han dicho y así lo habéis aprendido, que la Trinidad está compuesta de tres personas distintas y un solo Dios verdadero, mas debéis saber que no existen tres personas en Dios y mucho menos podrían ser distintas; es un solo Espíritu el que se ha manifestado al hombre en Tres Tiempos bajo tres formas diferentes: Un mismo Padre, un mismo Maestro, un mismo Espíritu Santo.
36. ¿Alguno de vosotros podrá decir que Aquél que os entregara la Ley sobre el Monte Sinaí en el Primer Tiempo, no es el mismo Espíritu Santo que en este Tiempo os habla, y que no sea también el mismo Verbo que se hiciera hombre en Jesús en el Segundo Tiempo?
37. Este es el tiempo en que habríais de conocer verdaderamente a vuestro Padre, el tiempo en que habríais de saber cuál es la verdadera Trinidad de Dios y por qué sois los Trinitarios.
38. Os voy a recordar una parábola que, ha mucho tiempo, os diera el Maestro, y brevemente la voy a recapitular para vosotros.
39. “Había una vez un padre de familia, y aquel hombre tenía un hijo, un tierno infante, y el padre al contemplarle tan pequeño, le rodeaba de mimos, de ternuras y cuidados; jugueteaba con él, y no le importaba a ese amoroso padre descender hasta la pequeñez de su vástago, para así fortalecerle en sus primeros pasos.
40. Transcurrió el tiempo, y el tierno infante se tornó en un hombre joven, y el padre, como es natural, tuvo que cambiar su proceder para con él; los tiernos mimos dieron paso a las palabras de enseñanza, de amor y de preparación, y cuando el hijo cometía algún error, ya el padre no podía tener con él las complacencias que había tenido para con el niño, y cuando le corregía con celo y energía, el hijo se sorprendía por momento, y en la soledad de su alcoba y en el silencio de la noche, llegaba a pensar si aquel padre que de tal manera le enseñaba, había sido el mismo que le mimó en su niñez, y había instantes en que le parecía que su padre ya no era el mismo.
41. La vida continuó, y el joven se convirtió en un hombre maduro y entonces el padre le reveló los grandes misterios de la vida; en la niñez le había mimado y complacido, en la juventud le había preparado y guiado y ya en edad madura, depositaba en él un caudal de experiencias, hablándole de padre a hijo.
42. El hijo, ya en su edad madura, se asombraba de la sabiduría de su Padre, se azoraba al encontrar en el corazón y la mente de su padre tantas cosas y se preguntaba, ¿cómo había guardado tanto tiempo todo aquello que ahora le enseñaba?; ¿quién le hubiera dicho en su niñez y en su juventud, que su padre atesoraba tan grandes caudales de sabiduría y experiencia?
43. Yendo a su padre, el hijo intrigado le interrogó: Padre, ¿por qué en los tiempos que pasé contigo no me habías enseñado y entregado tantas cosas? Y el padre, sonriendo con ternura le respondió: Porque tu edad no te había capacitado para entenderme”.
44. Yo os pregunto en estos momentos, ¿el padre de la parábola, era una sola persona o fueron tres? ¿Acaso fueron tres padres? No, mis hermanos; estaréis de acuerdo conmigo de que fue un solo corazón, un solo amor, un solo padre, mas en las tres edades de aquel hijo, tuvo que ir depositando su sabiduría, su enseñanza y ejemplos según la capacidad de aquel hijo para entenderle.
45. Vosotros, Israel, sois el hijo de la parábola y ese Padre amoroso es vuestro Señor, y las tres edades del hijo son los Tres Tiempos en que ha venido el Padre a Su hijo escogido.
46. En el Primer Tiempo, Israel estaba en su infancia espiritual y el Padre se derramaba en complacencias, materializándose para ser creído y seguido firmemente por aquellos espíritus que se encontraban en su niñez; fue menester que grabara Su Ley en la roca, que hiciera grandes prodigios con la Naturaleza material, para que aquellos espíritus despertaran y comprendieran.
47. Tuvo el Señor que abrir las aguas del mar para que Su pueblo pasara, tuvo que hacer brotar agua de la roca en el desierto, tuvo que hacer llover el maná de los cielos para que el pueblo comiese pan donde no había alimento, tuvo que detener la luz del día para que Israel triunfara en una batalla.
48. Y así, el Padre se materializó ante la pequeñez espiritual de Su pueblo; Israel se encontraba en su infancia espiritual.
49. Después, al llegar el Segundo Tiempo, Dios, se hizo hombre, humanizando Su verbo, mas en Jesús ya no tuvo que repetir los milagros del Primer Tiempo, porque el pueblo se encontraba en su juventud espiritual, y al estar más capacitado en espíritu hacia las cosas espirituales, el Padre habría de darle una enseñanza superior.
50. El Espíritu del Padre se humanizó para dar el ejemplo viviente de lo que debía ser la vida espiritual del hombre sobre este planeta, para poder así tocar las fibras más sensibles del hombre, y ser obedecido no sólo por el temor y el miedo a la justicia divina, sino que su Espíritu de Padre fuese amado con el amor con que Él mismo amaba a Sus criaturas.
51. El Espíritu Divino entregaba así la lección perfecta, desde el nacimiento hasta la muerte de Jesús, a través de Su vida, Sus palabras y de Su ejemplo, un ejemplo palpable como nunca antes lo tuvo el hombre, y como nunca después lo tendrá: El mismo Dios hecho hombre, en un rasgo de Amor divino.
52. La Obra que Él llevó a cabo, aún siendo una lección y un ejemplo para que los imitase la humanidad de todos los tiempos, fue inigualable para ese pueblo, porque el nacimiento, las obras poderosas, la palabra, la muerte de Jesús son inigualables; pueden imitarse pero nunca igualarse.
53. La Obra de Jesús es una obra sobrehumana, Obra divina, está más allá del alcance del hombre, porque Jesús no fue simplemente un enviado, un profeta o un iluminado, fue el Verbo Divino que encarnó.
54. Aquella envoltura, aquella carne, fue simplemente el instrumento empleado por el mismo Dios, para tener unas humildes plantas para pisar el mundo, unas benditas manos para acariciar y sanar, una sabia boca para hablar incansablemente de amor y Vida Eterna a los hombres, y unos ojos humanos para contemplar con amor y perdón infinitos a la humanidad; un instrumento nada más, pero vibrando sobre de esa materia preparada en forma perfectísima, desde el Más Allá, el único Dios, el único Espíritu Divino, la única Potencia Universal.
55. Los apóstoles que Él dejara en ese tiempo, Sus escogidos de entonces para que continuaran aquella Obra tan sublime, en los cuales depositó Su esencia, Su sabiduría y Su amor, y que supieron regar la semilla que Jesús sembró, honrando con su vida y con su muerte el ejemplo de su Maestro, ellos no solo pueden ser imitados, sino ser igualados por vosotros. Los apóstoles siendo espíritus elevados, no residía en ellos la Divinidad, eran espíritus encarnados que vinieron entre la humanidad a cumplir una alta misión, que era demostrar al mundo que la Doctrina de Jesús, el Cristo, podía ser practicada.
56. Hoy estáis en el Tercer Tiempo, el Tiempo del Espíritu Santo, y muchos creéis que mientras el Espíritu Santo habla, el Padre y el Hijo callan, y es esto un grave error, porque donde Jehová se comunica, se comunica el Verbo y el Espíritu Santo; donde se comunica el Verbo, se comunican Jehová y el Espíritu Santo, y donde se comunica el Espíritu Santo, se comunican Jehová y el Verbo.
57. No son tres personas, os repito, es un solo Espíritu Divino, y así en este Tiempo en que os habla el Espíritu Santo, os habla el Padre y os habla el Maestro, el Verbo.
58. Hoy estáis espiritualmente en la edad madura, edad en la que el Padre os viene a revelar los grandes misterios, aquéllos que en los tiempos pasados no alcanzasteis a entender, debido a que vuestra evolución no os lo permitía.
59. Ahora, virtud a las pruebas y tiempos de lucha, ya estáis capacitados para comprender al Padre, sois ya los espíritus en plena comprensión y concepción espirituales, y es éste el tiempo del Espíritu Santo, en el que el Padre no viene a materializarse como en el Primer Tiempo, ni a humanizarse como en el Segundo.
60. Ya no viene Dios a repetir los prodigios y señales del Primer Tiempo, ni los milagros del Segundo, porque ya no los necesitáis; Él viene como Espíritu Santo, buscando la comunicación directa de vuestro espíritu con el Suyo, sin símbolos ni tradiciones, sino la comunicación pura, simple y sencilla de espíritu a Espíritu.
61. Vendrá nuevamente la confusión a los hombres, mas en esa confusión vosotros no tomaréis parte; vendrán la lucha de ideas, las discusiones entre las diversas doctrinas y teorías de los hombres, pero sobre vosotros estará brillando la luz del Espíritu Santo que ha sido siempre, que es Jehová y Cristo, el Dios único que ha sido y será en todos los tiempos.
62. Estará presente Él en vosotros, inspirándoos, hablando por vuestro conducto, disipando las tinieblas de los hombres, destruyendo las deliberaciones y las discusiones, esclareciendo a los grandes teólogos de una manera llana y sencilla, la verdad de la Trinidad de Dios.
63. Para ello, sed sencillos, no caigáis jamás en la falta de respeto hacia la Divinidad, abrid vuestro espíritu con la sencillez con que se abren las corolas de las flores al rocío matutino, para que recibáis en él, el rocío divino que es la luz y la inspiración del Espíritu Santo.
64. No tendréis que quemar vuestras pestañas con los grandes libros, ni calentar vuestras cabezas con ideas humanas; no deberéis entrar en conciliábulos ni en discusiones: La verdad de vuestra vida limpia, el cumplimiento de las leyes tanto divinas como humanas, vuestra oración y la comunicación de espíritu a Espíritu con la Divinidad, serán más que suficientes para que gocéis siempre de la gracia divina de recibir la inspiración del Espíritu Santo.
65. De un espíritu a otro que pueblan el Universo, existen hilos fluidicos que no pueden romperse jamás, que nada puede destruir, ni las distancias de un pueblo de la Tierra a otro, ni la distancia entre el Mundo material y el Valle espiritual, ni las guerras ni el odio.
66. Nada, hermanos, puede destruirnos; la muerte no existe y las distancias las acorta el espíritu, todos nos encontramos unidos, todos necesitamos de los demás, nadie puede labrarse un lugar por sí sólo, y la morada final en el Padre, tenemos que labrárnosla ayudando y siendo ayudados por los demás, amando y siendo amados por los demás, amándonos todos en el amor del Padre.
67. La meta final es, cuando todos los espíritus, en perfecta armonía, se amen entre sí en el amor del Padre.
68. Ese final, al que llegaremos por la bondad infinita del Padre y por nuestros esfuerzos y nuestro amor, es la perfección.
69. Llegará el instante en que todo pecado, toda tiniebla y todo mal quede destruido, y todos los espíritus, entonando el mismo himno, reconociéndonos con el mismo amor, con la misma luz, sentiremos en lo más profundo de nuestro ser la presencia perfecta de nuestro Padre, y podamos contemplar y vivir la verdadera Vida Eterna que Él preparó y deparó en la eternidad para Sus criaturas espirituales.
70. Esta hora es decisiva para la humanidad; hay conmoción universal, porque todos los mundos, todas las moradas habitadas por las criaturas del Padre se encuentran a prueba, enfrascados en la lucha universal por alcanzar, a través de los méritos propios, un plano más elevado en la Escala de Perfección.
71. Después de 1950, no seréis vosotros los que le habléis de misterios a los hombres, porque lo que envuelto entre sombras se halle para vosotros, esclarecido será y la luz del Espíritu Santo estará sobre todo Israel; el conocimiento de lo que vais a hablar estará en vosotros, seréis los humildes maestros del Espiritualismo, seréis los que no pregonarán en los caminos, los que no harán alarde, los que no llevarán vestidura que les distinga de los demás, los que no vestirán hábitos ni habitarán en catacumbas para ocultarse, sino que seréis los fuertes, los libres, los sencillos: En una palabra, los verdaderos discípulos del Espíritu Santo.
72. La paz del Padre sea con vosotros.