Explicación 12
1. Organización, orden y disciplina es lo que ha faltado en el seno del pueblo de Israel.
2. No se ha preparado este pueblo para la lucha, como Moisés preparara a su pueblo en aquel Primer Tiempo.
3. Estudiad, para que os sirva de lección y ejemplo, la lucha de Moisés con su pueblo a través del desierto, la conquista ardua de la tierra prometida y la jornada y esfuerzo de ese pueblo para lograr la unificación, para así poseer la paz.
4. Moisés, con todo y lo grande que era en espíritu, con toda la fuerza que había en él, no era un hombre elocuente o de palabra fácil, no era florido su verbo, pues recordad que mucho tiempo había vivido como pastor en los desiertos y en los agrestes montes; pero Moisés tenía un hermano quien sí tenía preparación material, y que era hombre de conocimientos, docto en ciencia y por tanto, era hombre de palabra fluida.
5. Moisés aprovechaba esas dotes de Aarón y lo utilizaba en los momentos precisos, en los momentos de gran prueba, expresando a través de su hermano, lo que él con sus torpes labios no podía hablar.
6. Comprended que aunque grande era la misión de Moisés, no toda la labor le había sido confiada a él, y que estando al frente de todo un pueblo y llevando una responsabilidad tan grande, era manso y humilde, no se enseñoreaba, no se creía único y jamás pasó por su mente coronarse rey de su pueblo, o convertirse en dictador o verdugo de los suyos, era simplemente el guía y el legislador de Israel.
7. Habiendo el pueblo atravesado los desiertos y recibido a través de su líder la Ley y las órdenes del Señor, así como mandatos estrictos, Moisés le organizó de manera casi perfecta: Las Tablas de la Ley fueron guardadas celosamente en una urna de oro, urna que conocéis como el Arca de la Alianza, misma que al llevar en su fondo dichas Tablas, representaba el pacto de alianza con el Señor que en el Monte Sinaí jurara todo el pueblo.
8. Y al cuidado de ese Tabernáculo, de esa Arca, de esa Ley, puso Moisés a la tribu de Leví, tribu a la que él y sus hermanos pertenecían.
9. Era la tribu de Leví la encargada del cumplimiento y del culto espiritual al Señor, a continuación escogió Moisés a la tribu de Judá para que, pertrechada con armas materiales, fuese la defensora y marchara al frente del pueblo.
10. Era fuerte la tribu de Judá, era aguerrida y temible en la lucha, por ello Moisés puso en su diestra la espada y en la siniestra el escudo, mandándole que permaneciera al frente.
11. Como veis, la tribu de Leví era elevada, sabía entregarse a la oración y al estudio de las cosas del Señor, era fuerte en lo espiritual; Judá era abnegada, valerosa y por tanto, fuerte en lo material.
12. Todas las tribus recibieron de Moisés diversas asignaciones de acuerdo con sus facultades y dones; así, unas recibieron la misión de ser artesanas, otras la de ser libertadores, otras la de proveer los alimentos, y de esta manera, todos y cada uno de los componentes de ese pueblo tuvo una tarea y un cargo durante las largas jornadas de Israel en el desierto, epopeya que como sabéis, duró cuarenta años.
13. Lucharon contra los pueblos que se oponían a su paso, desafiando a los enemigos, derribando todos los obstáculos, muriendo los ancianos y tomando en su lugar las nuevas generaciones, hasta que al llegar ese pueblo a las puertas de la tierra prometida, ya no era aquél que salió de la esclavitud.
14. Era un pueblo distinto, un pueblo nuevo que ya había olvidado los hábitos y costumbres de los paganos, alejado ya de la idolatría de los egipcios.
15. Si analizáis, fácilmente deduciréis que esos cuarenta años de travesía por el desierto, fueron para Israel una purificación, una desfanitazación, un renacer moral y espiritual, y por lo tanto, una bendición.
16. Cuando el pueblo entró finalmente en la tierra prometida, en Canaán, era un pueblo que creía y amaba a Jehová, cumpliendo fielmente la Ley única, la misma que a través de Moisés entregara el Señor en el Sinaí.
17. Y por su organización, orden y disciplina manifestados en su unificación, en su fraternidad, en su cohesión en los momentos de prueba, fue por lo que este pueblo obtuvo su galardón, la tierra donde manaba leche y miel.
18. Y le fue concedido a cada uno de los componentes de ese pueblo, el progreso, la paz, la abundancia, la tranquilidad, la espiritualidad y el afecto de los unos por los otros.
19. Su comunicación con Dios era constante; para ellos, el Padre, era una realidad con la que se levantaban por la mañana y se iban a dormir por la noche.
20. ¡Días benditos, días felices los de un pueblo viviendo para su Dios!
21. Hoy, Israel se encuentra otra vez en el mundo, y este pueblo y aquél son el mismo, pero en este tiempo Israel no ha sabido organizarse, ordenarse ni disciplinarse y por ello no ha sabido unirse, y no atribuyáis estos defectos al hecho de no tener una guía como la de Moisés, porque de mayor guía habéis gozado en este tiempo, y aunque no escuchéis la voz de Aarón transmitiendo las órdenes de Moisés, tenéis a los portavoces que os trasmiten directamente los consejos y los mandatos de vuestro Padre, el mismo Dios de Moisés, el mismo Señor que os entregara la Ley en aquel monte.
22. Hoy, os encontráis a las faldas del nuevo Monte y os preguntamos, ¿dónde están, Israel, tu unificación, tu unión en los momentos de prueba, tu brazo fuerte en la lucha?
23. Desde el Más Allá, una sola voz, una sola orden, una sola Ley es la que os dice: “Amarás a Dios antes que a todo lo creado, Amaos los unos a los otros formando un solo cuerpo, una sola voluntad”, y estas frases hermanos míos, resuenan en la eternidad.
24. Los tiempos han cambiado, ya no necesita la tribu de Leví del culto material, ni Judá empuñar las armas para defender al pueblo, las tribus materiales han desaparecido y el Padre fundió en un solo pueblo a todas las familias, y a todos los espíritus en un solo conjunto.
25. Debéis entonces, Israel, levantaros como un solo pueblo, como un solo hombre, una sola voluntad, para seguir a la Voz que guía a todos, la voz de vuestro Padre.
26. Unidos fraternalmente, todos los Espiritualistas debéis formar un solo cuerpo para legislar, ordenar y organizar a vuestro pueblo.
27. No por ellos debéis crear jerarquías, recordad el ejemplo de humildad de Moisés.
28. Próximo se encuentra el día en que la voz del Padre, que ha sido una en su esencia, una en su Ley y en su fondo, deje de escucharse a través del entendimiento humano, y después de esa hora, pensad, ¿quién va a unificar toda consciencia, todo pensamiento, todo corazón de Israel?; ¿cuál es la voz que este pueblo ha de seguir, a través de ese desierto que no ha terminado de transitar?
29. ¿Qué espíritu se encuentra fuerte, presto a conducir a este pueblo sin permitir que se disgregue, para que en el seno de él no surjan los cismas, las divisiones o las confusiones?
30. Ese corazón no existe, pues el único que ha de uniros en espíritu y en verdad es el mismo Espíritu Santo.
31. Vuestro deber es el de prepararos a vosotros mismos y a los demás por medio de la labor incesante de la oración, del análisis de la palabra del Señor, del estudio de los mensajes divinos, y entonces comprenderéis que ya no será un corazón ni un hombre quien os guíe a través del desierto de ese páramo que es la vida humana, sino que será vuestra propia Conciencia la que, como Moisés, os saque del Egipto que es la materialidad, para conduciros a la Tierra Prometida, que son la libertad y la espiritualidad que se encuentran en el seno de vuestro Creador.
32. Hoy vivís envueltos en un ambiente de discordias, el egoísmo es universal, y aunque la semilla del mal ha fructificado en este planeta en todos los tiempos, en este Tercer Tiempo su cosecha es rotunda.
33. No hay lugar en vuestro mundo donde la simiente de la tentación no esté sembrada, no hay sitio alguno en donde pongáis vuestro pie y permanezca limpio y sin mancha; ese ambiente os envuelve a todos.
34. Por instantes os sentís agobiados por el peso de la tentación, porque fuerzas invisibles para unos aunque no desconocidas para vosotros os rodean, os envuelven y os persiguen.
35. ¡Cuántas veces esas fuerzas, a vuestro contacto, se tornan en luz y paz, y cuántas veces que os habéis sentido vencidos, la mano del Señor y Su mundo espiritual de luz vienen en vuestra ayuda y protección!
36. ¡Cuántas veces olvidáis las enseñanzas del Padre, y por ello las fuerzas del mal, de la tentación y las tinieblas os agobian!, y todo cuanto os rodea no es por el acaso, sino que Dios lo ha permitido para probaros en vuestra vigilia, vuestra oración y vuestra fortaleza.
37. No os olvidéis, hermanos míos, de las acechanzas, no olvidéis al lobo que en la vera del camino siempre acecha, no durmáis en la confianza de que vuestros hermanos protectores velamos por vosotros.
38. El hombre siempre ha llevado a la diestra, el consejero del bien, y a la siniestra, la voz que le aconseja el camino torcido; son ésas las dos fuerzas que siempre combaten en el interior del hombre, en su espíritu, en su mente y en su carne.
39. Entregaos, eso sí, confiados a la protección de los ideales del bien, mas velad para que en vuestro corazón no anide nunca el egoísmo y para que si algo de él existe, tengáis la fuerza suficiente para rechazar todo lo malo y todo lo superfluo.
40. Estáis viviendo en el tiempo de pruebas tan anunciado en la palabra del Señor en otros tiempos; Él siempre os decía, en los primeros años, en que habría de venir el tiempo de las pruebas, el tiempo en que la luz habría de disipar toda tiniebla, en que las pruebas del Señor serían palpables para pulimentar los corazones, y ese tiempo ha llegado.
41. El Padre, con Sus advenimientos, siempre os ha sorprendido, porque siempre habéis esperado de otra forma el cumplimiento de Su palabra, mas el Mundo Espiritual de Luz os dice, que no os sorprenda el torbellino de ideas que surge; en el tiempo presente, brotarán la luz, la espiritualidad y el deseo de elevación. Lo único que necesitáis es paciencia y perseverancia en la lucha, para llevarla adelante a pesar de todo.
42. La Doctrina del Señor enseña los principios del bien, de la moral, de la espiritualidad y de la verdad; es menester que seáis el pueblo obediente, recto, que someta siempre a juicio todas sus determinaciones.
43. Sed prudentes, y en vuestra prudencia encontraréis los prodigios divinos.
44. Reconoced lo que hay dentro de vosotros, y amadlo y respetadlo para que lo deis a conocer a los demás; no vais a conducir el destino de los hombres sino el de los espíritus, y esto, hermanos míos, es mucho más delicado.
45. Tenéis el conocimiento de que el Señor ha venido en este Tercer Tiempo a hablar a la humanidad por conducto del hombre; cuando tengáis la oportunidad de comunicar esto, deberéis hacerlo, no debéis ocultar estas cosas.
46. Hay muchos corazones impacientes que esperan esta bendita noticia, esta Buena Nueva; a ellos habladles cuando sea el momento propicio indicado por vuestra intuición o por su necesidad, dejad que hable vuestro espíritu, dejad que vuestro corazón se exprese de manera sencilla y convincente, divulgando lo que vosotros habéis visto y oído.
47. Se acerca rápidamente el tiempo de la publicación de todas estas cosas; por hoy, es todavía menester esperar un poco, mas preparaos, porque están ya a las puertas los hombres de la ciencia y de los cultos religiosos; mas también a la puerta están los grandes espíritus con los dones latentes para recibir esta luz, para que puedan adherirse a vosotros, cumplir su delicada misión y luchar por vuestra misma causa.
48. Hasta hoy el pueblo no ha recibido los escritos donde pueda estudiar o analizar detenidamente la Palabra divina, tan sólo tiene las lecciones del Divino Maestro que han quedado grabadas en su memoria.
49. Es necesario que os entreguéis a la meditación para que el Señor os ilumine y podáis así comprender lo que Su palabra significa, lo que quieren decir Sus órdenes y preceptos.
50. No alcanzáis todavía a comprender cuanto encierra Su palabra, mas llegará el momento del estudio y del sereno análisis cuando esta palabra cese, en que recurráis a los escritos y entonces sí estudiaréis cuidadosamente cada sílaba, cada concepto de la Palabra divina, y encontraréis en ella un mundo nuevo de luz, de sabiduría y de grandeza.
51. Hermanos: Es necesario que vuestra memoria esté al servicio de vuestro espíritu; cuántos hay que necesitan de una frase o de un concepto para darlo a conocer a sus hermanos, y aquéllos escapan de su frágil memoria.
52. Mas una vez que tengáis los escritos que contengan la palabra del Señor, no os familiaricéis con ellos, y os dediquéis a leerlos durante horas en vez de analizarlos; más os vale leer una sola frase del Divino Maestro, aprovechándola y comprendiéndola, que repasar durante días y días estas enseñanzas sin que éstas lleguen al corazón.
53. El Señor os contempla con amor, y mira a Su pueblo transitar pacientemente el camino por Él señalado, pasando por todos los obstáculos que a vuestro paso se interponen.
54. El Señor lleva adelante Su plan divino, Su obra continúa su curso, nada le detiene; Él trabaja en cada corazón y gobierna en todo espíritu.
55. Él os alienta con prodigios, con caridad y con Su amor que ha derramado a raudales sobre vuestro espíritu y sobre vuestras vidas.
56. Nosotros, vuestros hermanos espirituales de luz, nos interpondremos entre la tentación y vosotros, para que no os haga caer y para que sigáis con paso firme al Señor, y dándoos la mano en todos los momentos de vuestra vida.
57. La paz del Padre sea con mis hermanos.