Explicación 09

1. El Padre se ha manifestado por el entendimiento del hombre en este tiempo, es Dios único de amor y justicia, es perfecto y universal, es calor y vida.

2. Mas como Juez es inexorable, y Su justicia ha sido desafiada por este pueblo ignorante, quien no se ha dado cuenta que cada prueba que a él llega no es sino un aviso del Padre, una advertencia.

3. Y nosotros, seres espirituales, contemplamos como el pueblo duerme en la rutina, y creyendo cumplir no ve lo infinito de esta Obra, pues sus dones de intuición y de revelación los tiene aletargados, confinados al olvido.

4. Aún en estos tiempos de lucha espiritual, de depuración, de recuperación de los tiempos perdidos y de reconstrucción, este pueblo reacio, en vez de dedicarse al estudio y al análisis que le llevarían a su adelanto y progreso en todos los órdenes de su vida, se entrega a su egoísmo, viviendo únicamente para su personalidad, vibrando de amor a sí mismo, defendiendo sólo su dignidad, su razón y su palabra.

5. ¡Cómo anhelamos nosotros, que nuestra voz resonara con estruendo en los espacios para hacerse oír, y que nuestra voz espiritual, profética y sutil, llegara hasta lo más profundo del espíritu de nuestros hermanos, para levantarles de su marasmo, despertarles del profundo sueño de la materialidad en que viven!

6. Las pruebas que vosotros atravesáis, nos afectan también a nosotros, vuestros protectores y consejeros, son dardos que nos hieren en lo más sensible de nuestro espíritu, pero ¡qué importan esos dardos cuando contemplamos las heridas que hay en el Corazón bondadoso del Padre!

7. ¡Qué es nuestro dolor comparado con ese dolor divino!

8. Os comunicamos esto, para que comprendáis que mucho podéis hacer con vuestra preparación y vuestra dedicación; no sois los únicos mimados del Maestro, aunque mayor es vuestra responsabilidad porque poseéis mayor enseñanza.

9. Debéis ser como aquellos profetas del Primer Tiempo, que provocaban la risa de los pueblos, el temor de muchos y hasta las sanciones de los reyes, porque aquellos profetas por mandato de Dios, no toleraban jamás la maldad ni las manchas contra la Ley de Dios; con sus lenguas como de fuego y arrojando flamas de justicia, iban hablando por las calles, plazas y plazuelas hasta encontrar la muerte en el seno de su propio pueblo.

10. Hermanos, no sois jueces de nadie, sois simplemente siervos del Señor, vigilando a este pueblo, alertándole para que trabajando activos en la Obra divina, os reunáis en espíritu, en pensamiento y en obra.

11. No sabéis si por vuestra práctica o por vuestro desarrollo, os toque visitar las comarcas, atravesar los caminos, conduciros a otras naciones.

12. El desarrollo de los dones no se obtiene completamente en tan sólo unos cortos instantes, es una preparación que debéis llevar con la oración y la inspiración.

13. Si lleváis ya algo de esa preparación, el Señor irá poniendo en vuestro sendero a aquellos hermanos a quienes podéis ayudar, no dejéis escapar esas oportunidades para practicar los dones.

14. Os recomendamos discreción, tolerancia, paciencia y fortaleza, para que antes de que vuestros labios se abran para entregar vuestro mensaje, estéis dispuestos a ser juzgados, y si sois mal juzgados, perdonad, resistid como una prueba del Señor todo mal juicio que se hiciera de vosotros, y una vez que hayáis dejado hablar a vuestros hermanos y que ellos hayan expuesto sus pensamientos y sus sentimientos, hasta entonces hablad con mesura para esclarecer toda duda y dejar en su corazón y en su espíritu la verdad, la verdad del pueblo de Israel.

15. Si miráis que por virtud de vuestra labranza, otros hermanos despiertan más que vosotros y llevan a cabo obras mejores que las vuestras, alegraos en el fondo de vuestro corazón y recordad lo que os enseñara el Maestro: “Lo que hiciese la diestra, no lo sepa la siniestra”, y por tanto no digáis: “Esto lo hice yo, o esto se hizo por mí”.

16. Que vuestra labor sea oculta, aunque el resultado sea magnífico, y el que vuestros nombres no sean reconocidos no debe importaros, por el contrario, pensad que así agradáis al Maestro.

17. Pensad que vuestra mayor satisfacción no será el agradecimiento hacia vuestra persona, ni los honores terrestres que le hagan a vuestro nombre, sino que la mayor gloria vuestra será el haber hecho el bien en un mundo rodeado de tinieblas, de pasiones, de miserias y perversidad.

18. Sed entonces un clarín, una antorcha entre los demás hombres.

19. Los dones de Obra tan grandiosa, están un poco más arriba de Israel, por lo mismo, no se asimilan fácilmente ni crean raíces profundas en los corazones por el materialismo y por el letargo de éstos.

20. El ambiente que prevalece en vuestro planeta es adverso, es completamente opuesto a las aspiraciones del espíritu, a la práctica de las cosas espirituales. El ambiente en que vivís, es un obstáculo, una cadena, una prisión, no sólo para vosotros Espiritualistas, sino para todo vuestro orbe, por eso la moral no adelanta, toda buena intención se ahoga, todo grito que sale de lo profundo del corazón para pregonar el bien se pierde en el silencio, todo espíritu que se levanta teniendo como misión el sembrar el bien en los caminos de este mundo, es muerto moral y corporalmente.

21. Aún los hombres que han traído la misión de haceros felices en vuestro mundo con su talento, y con esto me refiero a los genios de las bellas artes, también son envueltos por las tinieblas, por el materialismo, por las ciegas ambiciones, por el odio y por la dureza de corazón; envueltos por todo esto, no alcanzan a manifestar con plenitud tan bellos dones, y cuando lo llegan a hacer, nadie los comprende.

22. Si todos esos espíritus que tienen como misión traer el bien, la alegría y el sano esparcimiento a los corazones de este mundo, se unieran en espíritu, en pensamiento y en corazón, podrían combatir con éxito el ambiente reinante en este planeta; pero se encuentran diseminados, separados e indiferentes los unos de los otros, y no tienen la luz que posee el pueblo de Israel, ni tienen los divinos resplandores que el Espíritu Santo ha derramado sobre el pueblo escogido en esta nación.

23. Hasta el día de hoy aún ha podido más el ambiente de tinieblas, pasiones y materialismo que impera en el mundo, que la luz que el Señor ha derramado sobre Su pueblo Espiritualista.

24. Esta depresión, esa influencia penetra en los corazones, en los espíritus, en lo más profundo de la vida de cada uno de los escogidos en este tiempo.

25. Por eso dice el Señor, que ésta es la hora de las tinieblas.

26. Ahí tenéis, hermanos míos, como estando unidos en materia estáis separados en espíritu; por eso vuestros ideales, vuestros análisis y vuestras inspiraciones tropiezan y se confunden, contaminados de tinieblas y de mal.

27. Por eso no sois como cálices abiertos, ansiosos de recibir hasta la última sílaba de las enseñanzas del Maestro, al hacer vuestra materia dócil, doblegada para acercarla a recibir la fuerza de las inspiraciones y sensaciones espirituales, convertida la materia en instrumento dúctil.

28. Os contemplamos llegar a reuniros con vuestros hermanos en los días de trabajo espiritual, pensando en vuestra vida material, en las tolerancias hacia vuestro cuerpo, en las penas que agobian a los vuestros, en los conflictos del hogar o del trabajo material, en las ambiciones insatisfechas y en todo lo que pertenece a lo material, y es todo esto como un pesado fardo sobre el corazón de todo el pueblo.

29. No os decimos que ya deba existir en vosotros perfección, pero sí un alto grado espiritualidad y preparación, porque sois un pueblo doctrinado por el mismo Divino Maestro, en el lapso contenido entre el año de 1866 hasta el de 1950.

30. Para daros cuenta claramente del origen de vuestro mal, id día a día dando muerte a ese severo juez interno que no juzga los actos propios sino los ajenos, y así vuestro pensamiento será sereno y podréis ver con tal diafanidad todo aquello que hayáis practicado mal dentro de la Obra del Señor.

31. Si no aprendéis a juzgar rectamente, podríais confundiros cayendo en malos juicios y entonces estaríais impedidos de hacer la labor debida.

32. No exijáis de vuestros hermanos un cumplimiento que no veáis en vosotros, y aún si así fuese, no exijáis, tened caridad.

33. De los que intuíais que pueden entregaros más, no les exijáis, pero sí pedidles que compartan de lo bueno que lleven y del conocimiento que dentro de la Obra hayan alcanzado.

34. Todo aquél que sienta que en él aletea y vibra su espíritu, luchando por manifestar los dones, no debe dejar que la materia se interponga o el temor al ridículo le frene, pues el Señor ha dicho que no quiere que entre Su pueblo existan plantas parásitas, sino plantas productivas, que den flores, frutos y simiente espiritual.

35. Nosotros contemplamos que en el seno de todas las congregaciones existen hermanos estacionados, elementos pasivos que bien podrían ya estar activos y estar dando en este tiempo gran cosecha espiritual.

36. La Obra no está sujeta al tiempo como lo estáis vosotros; mañana, los que ahora descansan se levantarán a trabajar y los que no han practicado, cumplirán.

37. Por eso, el Mundo Espiritual, desde este conducto os envía este mensaje de amor, de paz y de buena voluntad, invitándoos a que tengáis criterio amplio en el entendimiento y conocimiento vasto en vuestro espíritu.

38. Luchemos juntos, hermanos, para que se forme en el seno del pueblo de Israel, el verdadero ambiente, y hacedlo no para ofrecérselo a la Divinidad, sino para beneficio de vuestras materias y espíritus, para que podáis explayaros y actuéis de acuerdo con vuestras inspiraciones; logrado esto, habréis preparado el santuario para la Divinidad, y atenderá el Padre la voz de un pueblo obediente que le llama, para recrear su espíritu con la Palabra divina, saturándose de las emanaciones de la perfección y practicando la regeneración, la consciencia de sí mismo.

39. Ya no seréis un pueblo que llegue con sus lacras, unido en el mismo mal, la misma úlcera, sino unido en la voluntad de dejar atrás toda miseria humana para decirle al Padre: “Señor, venimos a Ti para aprender e imitarte en algo”.

40. No todo es trabajar, sino trabajar bien dentro de la Obra del Padre, y no según la voluntad particular de cada quién.

41. El Maestro quiere encontrar a un pueblo preparado, y que la Nueva Jerusalén, la ciudad blanca, esté abierta con sus doce puertas en espera de los forasteros, de los peregrinos de los desiertos, de los náufragos de los mares; ¿dónde está esa ciudad blanca, la Ciudad Santa? Sino en la elevación del espíritu y en la moral de todos los actos de vuestra vida. ¿Cuáles son las doce puertas de tan maravillosa Ciudad? Sino las puertas de los corazones de las doce tribus de Israel, que se abren para recibir en lo más profundo a la humanidad, para calmar su sed y hambre de verdad y de amor.

42. La paz del Maestro sea con mis hermanos.

Deja un comentario:

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s