Enseñanza 357
1. Se presentan ante Mí en este día, un mancebo y una doncella para pedirme que su unión sea bendecida y sancionada por mi amor.
2. Yo os recibo, hijos míos, no solamente en esta hora, porque siempre habéis estado Conmigo y Yo con vosotros.
3. Venís a celebrar vuestra unión y os digo: Ha mucho tiempo que estáis unidos por el destino; pero es menester todavía que los hombres celebren un acto que atestigüe la comunión, el matrimonio de dos seres, para que sea reconocido y respetado espiritual y humanamente.
4. No asistís a una ceremonia, venís a recibir una caricia, un consejo de Padre y una enseñanza de Maestro.
5. Sois dos espíritus, dos corazones, que os uniréis para formar un solo ser y una sola voluntad. Habéis estado distantes en diferentes mundos y habéis llegado a la Tierra primero el uno y después la otra, y en ese trayecto habéis sido probados en vuestro amor, en vuestra paciencia y me habéis sido fieles. Habéis sabido cumplir vuestras promesas, venciendo con amor y fe todos los obstáculos.
6. Estáis en la presencia de vuestro Señor, que engalana vuestro espíritu y lo fortalece para que cumpláis con esta delicada misión que os señalo, la más sublime que he dado al hombre dentro de lo humano.
7. Vais a penetrar en esa institución de amor, de sacrificio y de vida; de renunciación y de obediencia al destino en cumplimiento de un ideal. Y para que vuestro paso sea firme en la nueva senda, venís en pos de luz y ésta la derramo a raudales sobre vosotros.
8. Varón: Los dones que concedí al primer hombre en la Tierra, os los he dado a vos: El talento, la voluntad y la energía; también la fuerza, la vida y la simiente. Lleváis en vuestra diestra simbólicamente una espada y en la siniestra un escudo, porque la vida terrestre os ofrece una lucha en la cual, los hombres debéis ser soldados, guardianes de la paz, la justicia y la virtud, defensores de la humanidad. Yo os hago soldado de esta lucha y pongo a vuestra siniestra, junto a vuestro corazón, a una doncella. Ella es espiritual, moral y corporalmente, una flor cultivada por Mí en un huerto ameno; jardín codiciado por las pasiones humanas, el cual María, la Madre Divina, cuida y protege siempre, y riega con las aguas cristalinas y puras de su Virginidad y Castidad.
9. Me habéis pedido con humildad esta flor y Yo os la entrego con amor. Esto es lo más grande que puede poseer el hombre en esta vida. No estáis ligados a vuestros padres, porque para cumplir este destino os alejáis de ellos y quedáis en la senda de la lucha. Vuestros hijos también, cuando sea llegado el tiempo de ir en busca de su destino, se alejarán de vosotros, abandonarán el hogar paterno y sólo quedará cerca del corazón del hombre la compañera de su vida, la mujer que eligió, la que ha compartido sus alegrías y sufrimientos, y cuya unión sólo la muerte puede separar.
10. Es mi Verbo de amor el que os está ensalzando y dando fuerza a vuestro propósito.
11. ¡Levantad vuestra frente, caminad con paso firme; sed el uno para el otro como un báculo! Sed un manto amoroso que enjugue el llanto, os digo a los dos; porque espiritualmente ambos sois iguales, no existe sexo o diferencia en el espíritu. No está alguno de los dos antes que el otro; pero ya encarnados, he colocado primero al hombre y después a la mujer.
12. Ser hombre para un espíritu, es prueba a que Yo lo someto. Ser mujer para un espíritu, es restitución también.
13. En el hombre está la fuerza y debe éste usar siempre la comprensión. En la mujer, preparada con ternura y sensibilidad, anida el amor y el sacrificio, y así, ambos se complementan. De esa unión, de esa comunión de espíritus y cuerpos, brota la vida como un río inagotable. De esa semilla y de esa tierra fecunda, surge la simiente que no tiene fin.
14. Yo os bendigo y os uno con mi abrazo de Maestro, con mi ósculo divino. Os dejo como un ejemplo entre este pueblo, porque llegáis con preparación espiritual y con respeto.
15. El pueblo os sirve de testigo y a él hago responsable de vosotros. Quiero que ellos con su elevación en este instante, siembren de ventura vuestro sendero, gocen siempre al mirar vuestra sonrisa y vuestra paz, y os bendigan en vuestra multiplicación, como Yo os bendigo. Esta es mi voluntad.
16. No ha sido la mano de un ministro la que ha sancionado vuestra unión, sino mi Ley eterna, mi amor. Yo os conduzco por el camino del cumplimiento y al finalizar vuestra jornada me rendiréis cuentas; y en ese instante oiréis nuevamente el eco de esta palabra, mas ya no el eco de la voz humana, sino aquél que habéis escuchado en lo más profundo de la Conciencia y diréis: “El Padre que trazó el camino a nuestros espíritus, hoy nos dice que hemos llegado al final y debemos presentar nuestra obra”. Allí os espero, en mi morada, en la cumbre del monte, para que me contempléis. Quiero recibiros como en este instante, derramar mis complacencias y bendeciros.
17. Hoy os doy la simiente, una sola, y mañana me la entregaréis multiplicada; mas si queréis saber si vuestra obra me es grata, podréis comprobarlo, si a vuestro corazón os agrada y os da satisfacción. María os bendice también, os da calor y encanto, os invita para ir por la senda de la virtud paso a paso, siempre con esa humildad y paciencia de que os ha dado ejemplo.
18. Yo os bendigo y os uno.
19. He aquí, pueblo, mis últimas manifestaciones por el conducto humano. “¿Cómo celebraremos en el futuro este acto de unión matrimonial?” Me preguntáis, discípulos amados, y os contesto: Hacedlo en el seno de vuestra congregación. Uníos delante de los que se hayan preparado como apóstoles de esta Doctrina, mas no os unirán ellos, porque este cargo no lo he conferido a hombre alguno. Yo poseo vuestro destino y os recibo espiritualmente para penetrar en comunión Conmigo y vuestra alianza quedará escrita imborrablemente en el libro eterno.
20. Si en ese instante solemne en que dos seres se funden para formar uno solo y marchar por esa senda de amor, de abnegación y de sacrificio, queréis dar lectura a mis enseñanzas, aquéllas que hablan de estos casos, podéis hacerlo y ante mi palabra, vuestro corazón se fortalecerá en su propósito y vuestros pasos se afirmarán.
21. Quiero que viváis dentro de esta sencillez y llamo bienaventurados a aquellos que celebren su acto, llenos de conformidad y alegría, porque recibirán gracia y bendiciones para su jornada.
22. Vendrán hermanos vuestros de diferentes religiones a escudriñaros, y mientras unos comprenderán la verdad de este acto espiritual, otros se escandalizarán. Pero vosotros demostraréis con vuestras obras virtuosas que habéis sido bendecidos por Mí y vuestra unión es indisoluble.
23. Os he dicho en este día, que el momento de celebrar este acto, es sólo la confirmación de vuestra unión, porque desde antes estabais destinados a encontraros y ya existía entre vosotros afinidad y amor. Yo permito y os mando que hagáis este acto en la presencia de los vuestros y de amigos y parientes, para que vuestro matrimonio sea reconocido y respetado.
24. Todavía la elevación y la intuición del hombre no es tan grande como para contemplar que dos seres se unen en santo lazo, en el Nombre mío, sin haber sido unidos por un representante o un ministro; pero ese tiempo vendrá y entonces no habrá duda en el hombre ni en la mujer cuando se encuentren, ellos conocerán la hora destinada por Mí y sabrán prepararse para penetrar con confianza y firmeza en su unión matrimonial, y la sociedad no los juzgará mal por no haber sido sancionada por un ministro ante un altar. Ese tiempo llegará, mas por ahora, mientras el mundo se eleva espiritualmente, practicad como os he enseñado en este día.
25. En el Segundo Tiempo penetré en el hogar de muchos matrimonios unidos por la ley de Moisés, y ¿sabéis cómo encontré a muchos de ellos? Riñendo, destruyendo la simiente de paz, de amor y de confianza; miré guerras y discordia en los corazones, en su mesa y en su lecho. Penetré también en el hogar de muchos que, sin haber sido su matrimonio sancionado por la ley, se amaban y vivían como lo hacen las alondras en el nido, acariciando y protegiendo al ser querido.
26. ¡Cuántos hay que viviendo bajo un mismo techo no se aman y al no amarse, no están unidos, sino están distantes espiritualmente! Mas no hacen pública su separación, por temor a un castigo divino o a las leyes humanas, o al juicio de la sociedad y eso no es un matrimonio; en esos seres no hay unión ni verdad. Sin embargo, presentan su falsa unión, visitan los hogares y los templos, van por los caminos y el mundo no los juzga porque saben ocultar su falta de amor. En cambio, cuántos que se aman, tienen que esconderse, ocultando su verdadera unión, y sufriendo incomprensiones e injusticias.
27. La humanidad no se ha elevado para penetrar y juzgar la vida de sus Semejantes. Los hombres que llevan en sus manos las leyes espirituales y humanas, no usan la verdadera justicia para sancionar estos casos. Pero esos tiempos de comprensión y prudencia que os anuncio, en que la humanidad se perfeccionará, vendrán y entonces volveréis a ver como en los tiempos patriarcales, antes de Moisés, en que la unión de los seres se hacía como lo he hecho en este día con mis hijos, espiritualmente; como lo haréis vosotros también en esos tiempos por venir, ante la presencia de los padres de los que van a unirse, de los amigos y parientes, enmedio de la mayor espiritualidad, fraternidad y regocijo.
28. Cuando los hombres de paz y buena voluntad abunden en la Tierra, veréis florecer mis divinas instituciones y mis leyes endulzarán vuestra vida. Los tiempos de paz, concordia y bienestar, volverán, sin mengua de vuestra civilización y vuestra ciencia.
Antes bien os digo, que si el hombre ha descubierto mucho y ha arrancado a la Naturaleza muchos de sus secretos, aún enmedio de su impreparación, por la falta de elevación, por su carencia de amor y caridad, ¡cuánto más alcanzará cuando se eleve a Mí para pedirme le revele los secretos e ilumine su ser, para hacer grandes obras benéficas! Yo le concederé hacer de este mundo un Valle de luz, de redención y bienestar para todos mis hijos, porque quiero que poseáis mi sabiduría y mi paz.
29. Os envuelvo en la luz de mi Rayo universal que desciende y penetra en vuestro corazón y ahí hace su morada, su Templo. En él recibo vuestra ofrenda, el tributo de los que me amáis y escucho vuestra voz que al mismo tiempo es ruego y acatamiento a mi voluntad.
30. A pesar de las vicisitudes que atravesáis, os mostráis fuerte por vuestra elevación y os sentís dichosos de ser mis discípulos. Estáis empeñados en una gran lucha espiritual y material, aprovechando el tiempo que os he concedido y en esa lucha esperáis recoger el fruto a su debido tiempo. Vuestro trabajo en la Tierra dará su rendimiento día por día cuando vayáis en pos del descanso, y vuestras obras espirituales florecerán plenamente cuando hayáis llegado al término de vuestra misión, cumpliendo con mis leyes.
31. De vuestro espíritu se desprende una oración constante por la paz y alivio de otros pueblos, que sufren inmensamente más que vosotros. Llegan hasta vuestra nación rumores de exterminio, de desolación y de muerte, que os llenan de pena y de temor, no por vuestra vida o la de vuestra familia, sino por la de otros seres distantes de vosotros, que sufren y que son vuestros Semejantes. Yo me complazco en atender vuestras peticiones, y en llevar a esas naciones, vuestros mensajes de paz y caridad.
32. Estáis habitando, discípulos amados, en el corazón de este continente. Me ha placido enviar a vuestro espíritu Israelita a esta tierra abundante y pródiga, con su espléndido Sol, con un cielo luminoso, con valles y montañas cubiertas de verdor, hermosos y caudalosos ríos y flores maravillosas, todo cuanto puede recrear y embellecer vuestra vida terrestre. Y en medio de este esplendor y de esta gracia, amenaza el ambiente la guerra despiadada; llegan hasta vosotros los ayes de dolor, las quejas, las blasfemias y las ofensas; pero no veo en vosotros el ambiente de guerra, no habéis tomado armas para defenderos o para atacar. Miro en esta nación sólo resignación ante la injusticia y repulsión por la maldad humana; mas Yo os pido algo más que eso: Quiero ver vuestra confianza en Mí, vuestra preparación espiritual para ayudar en sus penas y pruebas a vuestros Semejantes.
33. Hoy, como en los tiempos pasados, la humanidad vive envuelta en guerras; no ha querido cultivar la semilla de la paz, pero esa semilla caerá siempre como el maná en el desierto, en el corazón de cada hombre hambriento de paz.
34. He enviado a encarnarse en el seno de los hogares a seres de gran elevación, ángeles que tienen desde la niñez la misión de doblegar y dulcificar el corazón de los hombres de diferentes razas y creencias. ¿Y qué ha hecho la humanidad de esos enviados? Ha puesto en duda su mensaje, los ha perseguido y dado muerte.
35. Yo contemplé a los hombres desde los primeros tiempos haciendo guerras fratricidas en la antigua Fenicia y la Siria y entre los romanos y los griegos. No existió el respeto, el amor y la justicia ni entre ellos mismos, ni de un pueblo a otro pueblo. Nunca el fuerte levantó al débil, ni el poderoso tendió su mano al menesteroso. El que ostentó la luz de la civilización no la llevó con amor, con verdadero ideal a los pueblos que estaban en tinieblas. Sus conquistas fueron siempre por la fuerza, el odio, la ambición o la injusticia, y viendo el Padre que en unos y otros había ignorancia, envié al seno de los países distantes por sus ideologías y costumbres diversas, a mis profetas y precursores para que hablasen de la única verdad y los condujesen a un solo fin. Y ellos hablaron y prepararon el espíritu de los hombres para mi venida en esa Era que hoy llamáis Segundo Tiempo, y cuando fue llegada la hora de mi advenimiento, Yo confirmé las palabras de aquellos fieles profetas y todo se cumplió según lo habían dicho.
36. Mi Doctrina no sólo fue para el pueblo Judío, aunque él era el preparado espiritualmente, acrisolado por grandes pruebas desde los primeros tiempos para recibir en su seno al Mesías; pero el Testamento que le confié era para todos los hombres de todas las razas. De entre ese pueblo surgieron apóstoles, mártires y un gran número de hombres y mujeres que hicieron vida ejemplar, que supieron sembrar la semilla de amor. Y en otros países y en otras tierras distantes de la Judea comenzó a florecer mi palabra también, llevada por mis primeros discípulos.
37. Mas era menester que en este nuevo mundo habitado por seres que me amaban y me buscaban ardientemente para presentarme su ofrenda y sus sacrificios, se hiciese la luz, llegase mi mensaje de amor, mi Doctrina que os pide: Os Améis los unos a los otros, en Mí.
38. El culto imperfecto de esas criaturas que me amaban, Yo lo recibí porque era ofrecido inocentemente. Más tarde, cuando uno y otro continente salvaron las distancias y la semilla fue traída para ser esparcida en este mundo nuevo, y depositada en el corazón amante de sus moradores, ¡cuánta injusticia y violencia ejercieron los que se decían discípulos míos, sobre estos hombres de corazón sencillo y de elevado espíritu!
39. Sus prácticas y costumbres puras y sinceras, sólo recibieron la censura y el rigor de aquellos que sintiéndose superiores, daban muestras de mayor retraso. Fue lentamente como este pueblo recibió mi herencia por conducto de los fieles discípulos y comprendió su pureza y procedencia divinas.
40. Hoy os contemplo de nuevo amenazados, rodeados de pueblos fuertes que codician vuestra heredad y perturban vuestro espíritu. No habéis llegado a la cima de vuestro esplendor, pero brillaréis espiritual y materialmente. Os prevengo para que no caigáis en letargo, de que debéis orar y velar por vuestra heredad.
41. He venido a vosotros en este tiempo y os doy de nuevo mi legado de amor. Mi semilla no muere; podrá ser azotada por recios vendavales, pero si sus espigas son cortadas por los elementos, los granos caen en la tierra y vuelven a germinar para multiplicarse sin cesar.
42. Vosotros seréis luz en este mundo, vuestra nación, antorcha delante de las demás naciones mientras améis la paz y el bien en todas sus formas. Ya están entre vosotros aquellos que han de ser apóstoles de la paz; he preparado su espíritu para que esa luz florezca en sus palabras y en sus dictados; y unidos vosotros, que trabajáis espiritualmente, a vuestros gobernantes que luchan por el bienestar de este pueblo, alcanzaréis a extender vuestros beneficios a los sedientos de paz, de verdad y de justicia.
43. La luz vino simbólicamente de Oriente a Occidente y ahora, este Mensaje que os he traído irá del Occidente al Oriente y se fundirán los dos en uno solo, así como el conocimiento de la verdad, las civilizaciones y las razas. Y cuando os hayáis unificado reconoceréis que la luz no ha venido de los hombres a los hombres, sino del Espíritu Divino a sus hijos.
44. Hoy muchos me rechazan, me niegan y tratan de crear nuevos caminos; pero el camino recto y estrecho de mi Ley está en todas partes donde existan hombres. Porque mi Ley está en el corazón, en el talento, en la Conciencia de cada ser. Un solo camino por el cual llegaréis a Mí, el que siempre invita al bien, a la caridad y a la prudencia. Podréis ser abatidos por grandes pruebas y caer bajo su peso; pero si amáis la rectitud, volveréis a levantaros más fuertes que antes y triunfaréis porque sólo el bien perdura a través de los tiempos.
45. Si anheláis la paz para un pueblo, no es necesario que vayáis hasta él, haced la paz en vuestro corazón o en vuestro hogar y esto bastará para que reflejéis en el espíritu de ese pueblo, la concordia y la unificación.
46. El bien, como el mal, puede ser transmitido a distancia; por eso os he enseñado a socorrer con el espíritu preparado a los que necesitan vuestra ayuda, ya estén cercas o distantes. Mas cuidaos de enviar pensamientos que provoquen la guerra. No deseéis la caída de una nación y el triunfo de otra, porque esa influencia llegará y causará trastornos. Ante todo amad y sed indulgentes con todos vuestros hermanos.
47. Si os conmueve el dolor de los enfermos que han sufrido las inclemencias de la guerra y queréis enviarles un poco de paz y de consuelo, buscad al enfermo más próximo, tomadlo como una representación de aquellos ausentes y depositad en él vuestra caridad en Nombre mío, y Yo estaré acariciando y sanando a multitud de enfermos, en esas naciones adoloridas.
48. Haced que vuestro hogar sea un templo del cual se desprenda luz para envolver a los que os rodean, y más allá de esos límites experimenten bienestar otros seres y compartan vuestra preparación.
49. Pronto estaréis recordando el nacimiento del Mesías; se acercan los días en que la humanidad conmemora ese acontecimiento. Los pueblos que aún viven en paz, lo celebrarán con alegría; pero hay muchos hombres en distintas naciones que han penetrado en un tiempo de zozobra y tratarán de olvidar por un momento, la angustia, el temor, para invocar a mi Espíritu y traer a su memoria el recuerdo de ese advenimiento. Otros se encuentran sufriendo ya las consecuencias de una guerra que les ha sumido en la orfandad, en la miseria y les ha llevado a probar el dolor en todas sus formas.
50. Yo a todos envolveré en mi amor, escucharé su oración y un torrente de luz descenderá sobre esta humanidad.
51. Es menester que os preparéis, que alberguéis en vuestro corazón todo el amor que os he manifestado en mis advenimientos, para que os Améis con amor perfecto los unos a los otros, y seáis siempre intercesores y árbitros de verdadera justicia, porque Yo os he escogido para hacer por conducto vuestro, alianza con todos los hombres.