Enseñanza 354

1. Venid una vez más ante el Maestro, oh, discípulos que apresuráis vuestro paso para llegar cuanto antes ante la falda del monte, desde donde oís el saludo y el consejo que os envío. Desde el instante en que empezáis a oír el eco de esta voz que os envío desde el infinito, comienza vuestro espíritu a escalar, a elevarse, hasta llegar a la cima y encontrarme entregando mi eterna lección de amor y de sabiduría.

2. Así os preparáis en cada una de mis manifestaciones, escalando desde la falda del monte para terminar cuando mi lección llega a su fin, en la cima, unido e identificado con mi Espíritu.

3. Os estoy dando las últimas lecciones en esta etapa de mi comunicación con el hombre y las oís ávidamente, bebéis gota a gota su esencia y os fortalecéis en vuestra fe; con esto dais gozo a mi Espíritu, porque al cesar mi palabra en esta forma, quedaréis como fieles testigos, os dejaré preparados para continuar mi Obra en el corazón de la humanidad.

4. Si meditáis profundamente, veréis que os he tomado a mi cuidado, para convertiros en verdaderos apóstoles, que os he hablado no sólo por medio de mi palabra, sino en las pruebas y acontecimientos de vuestra vida, que en ellos os he ido puliendo y acrisolando, porque quiero dejaros como predicadores de la verdad. No vayáis a pronunciar mis palabras sin que las sienta vuestro corazón, sin que viváis mi enseñanza, para que vuestras obras de este tiempo hablen más que vuestras palabras de las Eras pasadas y deis ejemplo de humildad, de conformidad y elevación espiritual. Quiero que cuando el mundo os vea sufrir y dar pruebas de fortaleza, aprenda a confiar y aún a sonreír enmedio del dolor. Si practicáis mi enseñanza, vuestra obra dejará buena simiente en el corazón de vuestros hermanos.

5. Ya no podéis mentir a la humanidad; ha evolucionado tanto, que sabe descubrir tanto la verdad como la impostura.

6. No se repetirá entre vosotros el caso en que las sectas de fariseos y saduceos se levantaban sobre el pueblo, sorprendiéndolo y engañándolo con falsos ejemplos. No surgirán en este tiempo en el seno de mi pueblo, esas sectas. No habrá fariseos ni saduceos entre mis nuevos apóstoles; todo aquél que no se considere preparado para predicar, cerrará sus labios, cerrará sus manos, hasta que se haya transformado y convertido en mi discípulo; hasta entonces dejará que sus labios se abran para pronunciar mis palabras y desbordar el tesoro que guarda su espíritu.

Por eso os he hablado mucho, para dejaros preparados, para que el mundo no os sorprenda con sus teorías ni destruya el Templo que habéis construido en vuestro corazón. Esa es la razón por la que he dispuesto de un largo tiempo para enseñaros, para que mi palabra acrisolara a vuestro espíritu y la fe echara profundas raíces, y aun vuestra materia participará de la espiritualidad, y así preparados como instrumentos míos, manifestaseis al mundo el poder y la gracia con que habéis sido revestidos.

7. No he venido a servirme de científicos, filósofos ni sabios, para llevar entre la humanidad de este tiempo mi semilla de amor. He escogido a los humildes, a los hambrientos y sedientos de elevación espiritual, a los ansiosos de eternidad, los que anhelan la paz del Universo. Estos hambrientos y desnudos de los bienes del mundo, pertenecen al pueblo de Israel espiritual. Al llamar a estas criaturas para encomendarles tan grande misión, no le he escogido al azar, he elegido sabiamente a cada espíritu, para hacerle oír mi voz y señalarle su camino, su jornada; darle la tierra y la simiente y también la herramienta, porque una vez preparados, oh, humildes y pobres de la Tierra, os enviaré al mundo a mostrar y a ofrecer esta luz que a vosotros ha llenado de gozo y que después se extenderá por todo el orbe.

8. Os hice esperar el cumplimiento de mis promesas y hasta el presente tiempo las miráis cumplidas. En vuestras encarnaciones anteriores buscasteis el cumplimiento de esa promesa mía, de volver entre vosotros y no lo encontrasteis; pero vuestro espíritu, que posee vida eterna, fue dejando sus envolturas pasajeras como vestiduras que se destruyen en la lucha, y perseveró en su esperanza y al fin miráis premiada vuestra fe y confianza de que mi palabra había de cumplirse. Hoy habéis visto abrirse ante vuestro espíritu el extenso camino que conduce a Mí.

9. ¿Acaso mi Ley y mis enseñanzas de los tiempos anteriores no fueron el mismo camino que os estoy señalando ahora? Yo os digo: En mi Doctrina que os enseñé y revelé desde los primeros tiempos, os preparé para el conocimiento de lo que hoy os estoy hablando.

Por conducto de Moisés y los profetas os di a conocer la Ley para que vivieseis con justicia y respeto entre vosotros, y me ofrecieseis el tributo con vuestra vida juiciosa y ordenada. Reconocisteis que sólo haciendo el bien vivíais en gracia y que Yo premiaba vuestras obras, cuando éstas obedecían a los dictados de la Ley, y en cambio, cuando desoíais sus voces, sentíais que no habíais agradado a vuestro Padre y vuestra Conciencia reclamaba vuestra infidelidad. Y a pesar de que tuvisteis en mis enviados tan sabias enseñanzas, no vislumbrasteis que ellas os conducían al conocimiento de la vida espiritual, no traspuso la humanidad con su mirada los umbrales de esa vida maravillosa que todos poseeréis y que es el fin para el cual fuisteis creados.

10. Pasaron los tiempos, os envié a Jesús y a través de Él, hablé al espíritu y al corazón de los hombres, para que sintieran que Aquél que les hablaba, enseñaba con su vida y ejemplos, para que su Doctrina fuese tomada como un mensaje celestial, como una invitación a la Verdadera Vida. Y abristeis vuestros ojos, vuestro corazón y espíritu y supisteis de quién era el Verbo. Recibisteis sus ejemplos, sus prodigios y enseñanzas y en Él presentisteis la belleza de la vida espiritual.

Supisteis que aquel humilde Maestro no venía a reinar en este mundo, no venía a establecerse en la Tierra y que pasaría sólo por ella fugazmente, para tornar a la Mansión de donde había venido para esperar ahí a sus discípulos, después de consumar su Obra redentora.

11. Y, ¿a dónde se volvía aquel Maestro que había venido a dar prueba de su infinito amor por los hombres?, ¿de dónde procedía Aquél que era manantial de ternura y de sabiduría?, ¿y dónde buscarían sus discípulos aquel pan de vida y aquel vino de amor? Cuantos lo amaron y lo sintieron, cuando lo vieron partir hubiesen querido seguirlo hasta su Mansión, hacia donde Él se volvía. Es que sus espíritus habían despertado a la vida, al sentirse llamados y acariciados por la voz del Maestro, por aquella enseñanza que explicaba lo que significan los afectos humanos, la naturaleza material y también el sentido de la vida espiritual.

12. No os hizo desconocer el mundo ni apartó de los hombres los buenos manjares, ni los sanos placeres, o los deberes sagrados para con la familia: Sólo encauzó a la humanidad por la senda moral de esta vida terrestre y al espíritu por el camino infinito que conduce al Padre; con aquella divina enseñanza floreció la virtud, el espíritu vio abierta la puerta para la elevación, para el paso de todo ser que hubiese cumplido con sus preceptos, mas ninguno presintió que después de ese tiempo, vendría Yo una vez más con mis palabras a continuar mi Obra y que os revelaría aún más de lo que en Jesús os dije.

13. Antes de partir de este mundo dije a mis discípulos: “Vendrá el Consolador entre vosotros, el Espíritu de Verdad, que os revelará lo que hay en su Arcano”.

Y los que ansiabais conocer los secretos de la vida del espíritu, que no acaban jamás, esperasteis una vida tras otra, una y otra prueba y cada una de ellas era el cumplimiento de una de aquellas palabras. Sabíais que el Padre no podía faltar a su promesa, porque desde los primeros tiempos mirasteis que toda palabra que viene de Él, es cumplida, y al fin tenéis en este tiempo el premio a vuestra esperanza.

14. He aquí la continuación de mi Obra, mi venida en el Tercer Tiempo como Espíritu de Consolación, rodeado de mis grandes ejércitos de ángeles como estaba escrito. Esos espíritus seguidores míos, forman parte de ese consuelo que os había prometido, y ya habéis tenido pruebas de su caridad y de su paz, en sus sanos consejos y ejemplos de virtud.

A través de ellos, os he concedido beneficios, y han sido intermediarios entre vosotros y mi Espíritu; cuando habéis percibido la gracia y dones de que están revestidos y su humildad, os habéis sentido inspirados a hacer obras tan puras como las que ellos han realizado en vuestra vida. Cuando han penetrado en vuestro hogar, os habéis sentido honrados con su presencia espiritual.

15. Benditos seáis si habéis reconocido su elevación; pero el Maestro os dice, ¿creéis que ellos siempre han sido seres virtuosos? ¿No sabéis que un gran número ha habitado la Tierra y ha sabido de la debilidad y de las grandes faltas? Y miradlos ahora, no conservan mancha alguna; pero es que oyeron la voz de la Conciencia, despertaron para el amor y se arrepintieron de sus pasadas faltas, y en ese crisol se han purificado para elevarse dignos y hoy me sirven, sirviendo a la humanidad.

Su espíritu se ha impuesto, por amor, la tarea de ayudar a sus Semejantes para restituir todo aquello que no hicieron cuando habitaron la Tierra, y han aceptado como un regalo divino la oportunidad de venir a sembrar la semilla que no sembraron y a destruir toda obra imperfecta que hubiesen hecho. Por eso miráis ahora con sorpresa su humildad, su paciencia y su mansedumbre, y en ocasiones les habéis visto padecer por su restitución; pero su amor y su reconocimiento, que es mayor que los obstáculos que se les presentan, lo vencen todo y están dispuestos a llegar hasta el sacrificio.

16. No aumentéis su amargura. Sed dóciles, comprensivos y obedientes a sus consejos. Devolved sus caricias, son vuestros hermanos espirituales y así como son ahora seréis vosotros, el mañana también habitaréis ese mundo y vuestro amor, esfuerzo y arrepentimiento, lavarán las manchas que hayan quedado en vosotros para ser limpios y puros como ellos.

Vuestra constancia y amor al bien, os harán enviar vuestra oración sobre los que dejéis en la Tierra envueltos en vicisitudes y maldad, y diréis al Padre: “Señor, permitidme volver, aunque en forma invisible e intangible para mis hermanos, a llevar un mensaje de paz y de salud a los que sufren”, y Yo os concederé esta gracia.

Entonces seréis como ángeles y nada os impedirá visitar los mundos de expiación, llevando en vosotros todo ese manantial de gracia y de bondad que os he confiado como hijos míos, y a medida que vayáis desbordando vuestro espíritu os iréis tranquilizando y alcanzando mayor elevación.

17. Cuando haga sonar por última vez la campana, llamando a mis hijos para oír por última vez mi palabra, la comunicación de esas huestes espirituales cesarán también, no volveréis a tenerla a través de facultades; no oiréis más sus consejos en esa forma. Mas no se ausentarán de vosotros; permanecerán como guardianes y protectores de la humanidad. Os bastará orar y evocar sus consejos, para que ellos vengan en vuestra ayuda, mas hacedlo con pureza, para que sintáis su influencia, y no dudéis de su presencia porque en seres de tan alto grado de espiritualidad, sólo hay caridad para sus Semejantes.

18. ¿Qué ha venido a enseñar el Mundo Espiritual en este tiempo? Sólo ha traído la explicación y el análisis de mis revelaciones. Él no os ha revelado ni enseñado algo que no haya sido dicho antes por Mí. Él no se ha adelantado a mis enseñanzas; pero sí ha sido profeta y precursor y anuncio cuando se ha acercado el tiempo de mis manifestaciones ante los hombres.

19. Cuando os habéis preparado para ofrecer vuestro entendimiento para la comunicación de esos seres, vosotros que poseéis esta facultad, habéis alcanzado de ellos manifestaciones de la pureza y potestad de que están revestidos. ¡Cuánta humildad en sus palabras y cuánta obediencia y amor a mi Obra, han demostrado vuestros hermanos espirituales y cómo han iluminado con sus enseñanzas vuestra vida!

20. Ya se acercan los días de mis últimas manifestaciones y si no os preparáis, portavoces y facultades, no alcanzaréis a recibir mis postreras revelaciones, mis órdenes y direcciones que he de dejaros. Mas después de este tiempo, ¡cuánto tendréis que luchar para obtener lo que mi Arcano tiene reservado para vosotros; tenéis que hacer méritos para recibir de Espíritu a espíritu, lo que debíais haber recibido a través de vuestro precioso don!

Mi Mundo Espiritual, como siervo obediente, cesará de comunicarse al finalizar esta etapa y aunque sea invocado en mi Nombre, no volverá a tomar el cerebro humano y sólo se limitará a iluminar y a inspirar sus sanos consejos a los que los llamen, y en todos derramará su caridad. Yo os he fijado ese día, como he limitado cada Era en cada uno de los tiempos o etapas en que he manifestado mi Espíritu. Y en este, en que he venido rodeado de mis huestes espirituales, éste es el final, el año de 1950, como le he dicho a través de mis portavoces.

21. ¡Aprovechad este tiempo! Sed perseverantes, párvulos, sed anhelosos discípulos; todavía encuentro en algunos de vosotros el letargo, en otros ignorancia de los momentos que estáis viviendo y de la hora que se aproxima para el pueblo. Veo en algunos la intención de continuar invocando al Mundo Espiritual y a otros, con la esperanza de que se revoque mi determinación, mas no concederé a unos ni a otros lo que me piden.

22. Volved atrás y dejad que vuestro espíritu recuerde los sucesos, que rodearon a Moisés al llegar al final de su jornada. Veía el pueblo en aquel varón la representación de vuestro Padre. Sabíais que era poderoso espiritualmente, justo y sabio en las leyes y órdenes que dictaba; fuerte en la lucha y resignado en las pruebas, pleno de fe, de energía y de vida.

Mientras el pueblo descansaba, a través de la pesada y larga jornada, Moisés velaba, elevaba su espíritu a su Señor y fortalecido en su oración contemplaba a su pueblo y lo envolvía en su amor. Mientras éste flaqueaba en las batallas y la desconfianza le hacía blasfemar, Moisés levantaba los brazos invocando a Jehová, implorando fuerza y valor para los que le seguían y después de su oración volvía a los suyos, para estimularlos en su fuerza y así los llevaba a la victoria.

23. Después de tantas luchas, de tantas pruebas, el pueblo empezó a confiar en su guía, no pensaba que un día tendría que dejarlo, que como todo ser humano habría de abandonar la vida terrestre para remontar su vuelo. Y ese día, señalado por Mí, al fin llegó. Los días de Moisés estaban ya contados y no había de pasar uno solo más de los asignados. Y él, presintiendo su fin, escaló un monte desde el cual podía contemplar las tierras de Canaán a las que no habían llegado aún, y desde ese monte abarcó con su mirada al pueblo y dijo: “Seguid caminando hasta que hayáis llegado a la tierra de promisión”.

24. Cuando el pueblo supo que su guía, su legislador y profeta había penetrado en la hora de agonía, elevó su oración para decirme: “Señor, déjalo entre nosotros porque no hemos llegado a las puertas de Canaán. Permite que él nos conduzca hasta allí y después llévalo a tu Seno”. Y los hombres y mujeres estaban conmovidos, los ancianos y los niños lloraban, mas la hora había llegado y la vida del guía no se prolongó un instante más y no es que Yo no me conmoviera ante el dolor del pueblo, y ante el amor que profesaban a aquél en quien veían mi representación, sino que la hora estaba marcada y mis designios son sabios e irrevocables.

25. Moisés vino a Mí y el pueblo siguió caminando tras el sucesor. Fue entonces cuando Israel probó la fuerza que aquél le había impartido; ya sabía conocer los obstáculos y defenderse de los elementos desencadenados y así luchó y venció a sus adversarios, soportó las privaciones y no se desvió de la senda que lo conducía a la tierra prometida, y comprobó que el Señor tenía razón para llamar a Moisés, porque éste había cumplido su misión y podía ya descansar en el seno amoroso de su Padre. El pueblo había aprendido a vivir y a observar la Ley, que Yo por conducto de mi escogido le había entregado.

26. Lo mismo sucedió en el Segundo Tiempo, en Jesús; tres años convivió con sus discípulos, fue seguido por grandes multitudes que lo amaban profundamente. No había ya para aquellos discípulos, nada que no fuera el oír a su Maestro predicando su divina enseñanza; siguiendo sus pasos no experimentaban hambre ni sed, no había tropiezo ni obstáculo alguno, todo era paz y dicha en el ambiente que rodeaba a aquel grupo y sin embargo, cuando se encontraban más absortos en la contemplación de su amado Jesús, Él les decía: “Los tiempos cambiarán, Yo me iré de vosotros y quedaréis como ovejas entre lobos. La hora se acerca y es preciso que retorne al lugar donde he venido, y vosotros por un tiempo quedaréis solos para llevar el testimonio de lo que habéis visto y oído a los hambrientos y sedientos de amor y de justicia, trabajad en mi Nombre y después os llevaré Conmigo a la morada eterna”.

27. Aquellas palabras entristecían a los discípulos y a medida que la hora se acercaba, Jesús repetía con mayor insistencia aquel anuncio, hablaba de su partida, pero al mismo tiempo confortaba el corazón de aquéllos que lo oían, diciéndoles que su Espíritu no se ausentaría y que seguiría velando por el mundo y si se preparaban para llevar su palabra como un mensaje de consuelo y esperanza a la humanidad, en aquel tiempo, Él hablaría por sus bocas y haría prodigios.

28. El Espíritu Divino estaba anunciando en esas palabras el final de esa etapa, y cuando Jesús fue tomado por las multitudes para ser juzgado como trastornador del orden público, los discípulos se sorprendieron y se levantaron en contra de los que lo acusaban, mas el Maestro calmaba su ánimo y les decía: “No temáis que la hora no ha llegado”. Muchos intentaron dispersar a los seguidores de Jesús y aún castigar al Maestro, pero Él, sabedor del momento en que había de entregarse, prosiguió en su misión de preparar a aquel pueblo para que supiera esperar con fortaleza la prueba.

29. Y cuando Él mansamente se puso en manos de sus enemigos, sus discípulos protestaron e indignados dijeron: “¿Por qué se entrega de esta manera y no hace resistencia? ¿Por qué no huye de los que no saben Quién es?” Y uno de esos discípulos desenvainó su espada para herir a uno de los que habían ido a aprehenderlo y el Maestro se dirigió a él para decirle: “¡Envaina tu espada, no me defiendas en esta forma! La hora anunciada ha llegado y lo que escrito está, debe cumplirse”.

30. Cuando vieron aquellos hombres y mujeres a su Señor enmedio de la turba, sintieron que iban a perderlo para siempre, que no volverían a escuchar su divina Palabra; que aquellos días en que el Maestro los había hecho habitar en regiones espirituales, transportándolos en sus éxtasis hasta las plantas del Padre Celestial, quedarían atrás y sólo viviría en ellos el recuerdo de esos días felices de comunión y beatitud.

31. Esos discípulos pidieron clemencia para su Maestro inocente, con la esperanza de verlo libre de nuevo, predicando por los caminos y aldeas como lo habían visto en aquellos breves años; mas no fueron bastantes las lágrimas ni las peticiones de las multitudes que lo amaban y la vida del Maestro no se prolongó más allá de la hora que estaba marcada, ni un instante más.

32. Hasta después de que el sacrificio se consumó y aquellos discípulos volvieron a la vida cotidiana y su corazón adolorido se aquietó, hicieron un estudio, penetraron en hondas reflexiones y comprendieron que su Maestro no había dejado su Obra comenzada, sino estaba concluida con perfección. Que había venido de un Reino desconocido al cual retornaba después de haber consumado su Obra. Que su vida como hombre y como Enviado Divino había sido ejemplar y que esto constituía una etapa, un tiempo precioso en que Él debía dejar en el corazón de sus fieles, un caudal de sabiduría y mostrarles el camino por el cual podían llegar al Reino prometido.

33. Después de un tiempo, empezaron a tener grandes pruebas de que el Maestro les inspiraba y concedía prodigios en el ejercicio de su misión como apóstoles y comprobaron que su Espíritu hablaba por sus bocas, cuando ellos se preparaban y disponían a llevar su mensaje de amor a los que lo esperaban. Fueron estos primeros discípulos, verdaderos representantes míos, e imitando Al que los había enseñado, repitieron sus grandes obras en los pecadores.

34. A través de este cumplimiento comprendieron mucho más a su Maestro, se sintieron iluminados y llenos de su Espíritu para realizar la misión que les había sido encomendada.

35. El Verbo divino que habló a través de Jesús, es el mismo que ahora vuelve a vosotros, para continuar su Obra. He venido a comunicarme por medio de los hombres y mujeres elegidos por Mí. Son seres humanos, sencillos y humildes, que supieron disponerse para cumplir su delicada misión y que al llegar al final de esta etapa, seguirán viviendo entre vosotros, continuarán su trabajo y penetrarán en una mayor lucha para alcanzar la comunicación espiritual Conmigo.

36. Moisés escaló el monte simbólicamente, y al llegar al final de su jornada, ascendió hasta Mí; Jesús fue erigido sobre una cruz y desde ahí, se elevó para reunirse Conmigo. Y hoy, en el Tercer Tiempo, en el que he hablado por medio de mis portavoces, sólo recogeré mi Rayo universal, ese potente rayo que al descender sobre los instrumentos de quienes me he servido, ha iluminado y conmovido a este mundo de un polo a otro. Toda criatura recibió su luz, que es sabiduría y potestad de mi Espíritu. Y estos portavoces que me han servido en esta etapa, quedarán un tiempo más en este mundo, para dar testimonio de Mí.

37. Portavoces: Penetrad en oración, en vigilia, y llevad mi palabra siempre viva en vuestro espíritu, y cuando el último día de mi comunicación haya llegado, unificaos con Moisés y pensad que la hora es semejante a aquella en que el enviado, el legislador veía acercarse el momento de presentar su obra ante Mí. Identificaos con el Maestro y vivid su agonía en la cruz, para que oréis e imitándolo en esa hora suprema, digáis: “Todo se ha consumado”.

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