Enseñanza 296
1. Yo soy la Luz que ilumina vuestro camino, la Sabiduría que llega a vuestro entendimiento, el Bálsamo que alivia vuestros sufrimientos.
2. Yo soy el Maestro y vengo a vosotros con el fin de convertiros en mis discípulos, porque siendo mis discípulos, seréis hombres justos en la Tierra.
3. Si queréis verdaderamente romper las tinieblas de vuestra ignorancia, buscadme y Yo os daré la luz necesaria para que no tengáis tropiezos; si queréis que vuestra fe sea grande, venid, escuchadme y seguidme sin fatiga.
4. Pueblo: En el principio de los tiempos el mundo estaba carente de amor, los primeros hombres estaban lejos de sentir y de comprender esa fuerza divina, esa esencia del espíritu, principio de todo lo creado. Creían en Dios, pero sólo le atribuían fuerza y justicia.
Los hombres creían entender el lenguaje divino a través de los elementos de la Naturaleza; así, cuando los veían apacibles y serenos, pensaban que el Señor estaba de plácemes con las obras de los hombres, mas, si los elementos se desataban, entonces creían ver en ello la ira de Dios manifestada en esa forma.
5. En el corazón del hombre se había formado la idea de un Dios terrible, en quien podía albergarse el rencor y el sentimiento de venganza, por eso, cuando creían haber ofendido a Dios, le ofrecían holocaustos y sacrificios, esperando desagraviarle. Yo os digo, que aquellas ofrendas no estuvieron inspiradas en el amor a Dios, era el temor a la divina justicia, el miedo al castigo lo que inspiraba a los primeros pueblos a ofrecerme tributos.
6. Al Espíritu Divino le llamaban Dios simplemente, pero nunca Padre, ni Maestro.
7. Fueron los patriarcas y los primeros profetas, los que empezaron a hacer comprender al hombre que Dios era justicia, sí, pero justicia perfecta, que era ante todo Padre, y que, como Padre, amaba a todas sus criaturas.
8. Paso a paso, caminando lentamente por el sendero de la evolución espiritual, continuó su peregrinaje la humanidad, pasando de una Era a otra y conociendo algo más del Arcano divino, mediante las revelaciones que en cada tiempo les hacía a mis hijos.
9. Sin embargo, todavía el hombre no llegaba a tener un conocimiento completo de mi divino Amor; porque no me amaba verdaderamente como a un Padre, ni sabía sentir en su corazón el amor que a cada paso le brindaba.
10. Fue menester que el amor perfecto se hiciese hombre, que el Verbo encarnara y se convirtiese en materia tangible y visible a los hombres, para que estos supiesen al fin, cuánto y de qué manera les amaba Dios.
11. ¡No todos reconocieron en Jesús, la presencia del Padre! ¿Cómo iban a reconocerle si Jesús era humilde, compasivo, amoroso aun con los que le ofendían? Ellos tenían a Dios por fuerte y soberbio delante de sus enemigos, justiciero y terrible para con quienes le ofendían.
12. Pero, así como muchos negaron, también muchos creyeron aquella palabra que penetraba hasta lo más escondido del corazón; aquella forma de sanar dolencias y males incurables, tan sólo con una caricia, con una mirada de compasión infinita, con una palabra de esperanza; aquella enseñanza que era la promesa de un mundo nuevo, de una vida de luz y de justicia, no pudo borrarse de muchos corazones, los cuales comprendieron que aquel Hombre divino era la verdad del Padre, el Amor divino de Aquél a quien los hombres no conocían y por lo tanto, no podían amar.
13. La semilla de aquella suprema Verdad quedó sembrada para siempre en el corazón de la humanidad. Cristo fue el sembrador y aún sigue cultivando la simiente; luego vendrá por el fruto para deleitarse con él eternamente, y ya en su palabra no volverá a decir: “Tengo hambre” o “sed tengo”, porque al fin mis hijos me amarán como Yo les ha amado desde el principio.
14. ¿Quién os está hablando de Cristo, discípulos? Él mismo.
15. Soy Yo, el Verbo, quien os habla de nuevo, humanidad; reconocedme, no dudéis de mi presencia por la humildad con que me presento. La ostentación no puede estar Conmigo.
16. Recordadme a través de mi paso por el mundo en aquel tiempo; recordad que morí tan humildemente como había nacido y vivido.
17. Estoy presente ante la humanidad, en un tiempo en el cual nuevas revelaciones han transformado la vida de los hombres; y así hago acto de presencia entre vosotros, con la misma humildad que en Mí conocisteis en aquel tiempo.
18. No es que mi Verbo haya nacido de nuevo en la pobreza de un pesebre; no, porque ya no hace falta que la materia dé testimonio del poder de Dios. Si los hombres creen que esta materia es Dios venido al mundo, no es así, mi presencia es espiritual, universal, infinita.
19. Si todo lo que los hombres han luchado en este tiempo, estuviese dentro de lo justo, de lo lícito y bueno, no hubiera sido necesario que Yo descendiese a hablaros nuevamente; pero, no todas las obras que me presenta esta humanidad, son buenas; hay muchos errores, muchas injusticias, muchos desvíos y maldades, por lo tanto, hacía falta que mi caridad despertase al hombre cuando más entregado se encontraba en su obra, para recordarle cuáles son los deberes olvidados y a Quién debe todo lo que es y lo que ha de ser.
20. Para hacerme oír de una humanidad materializada, la cual no podía haberme escuchado de Espíritu a espíritu, tuve que servirme de sus dones y facultades, para comunicarme a través del entendimiento del hombre.
21. La explicación de por qué desciendo a comunicarme con vosotros, es ésta: El hombre al no poder elevarse para comunicarse con su Dios de espíritu a Espíritu, Yo he tenido que descender un peldaño más, o sea, de lo divino, de lo espiritual, donde aún no podéis llegar, y tomar entonces vuestro entendimiento, el cual tiene asiento en el cerebro del hombre y traducir mi inspiración divina en palabra humana y en sonido material.
22. El hombre necesita de un conocimiento más y es Dios el que viene al hombre para confiarle sabiduría; si el medio elegido para mi breve comunicación por el entendimiento de estos portavoces, no os parece digno, os digo en verdad, que el mensaje dado a través de ellos, es muy grande. Hubieseis querido que mi manifestación ante el hombre, se hiciese a través de pompas y ceremonias que impresionaran, pero que en realidad son vanas ante el espíritu porque carecen de verdadera luz.
23. Yo podía haber venido entre relámpagos y tempestades para hacer sentir mi poder, pero entonces, ¡cuán fácil hubiese sido que el hombre confesase que era llegada la presencia del Señor! Mas, ¿no creéis que hubiese vuelto el temor a vuestro corazón, y también la idea de lo incomprensible?; ¿no creéis que todo sentimiento de amor hacia el Padre se hubiese tornado tan sólo en miedo a su justicia? Y debéis saber que Dios, aunque es Fuerza omnipotente, no os vencerá con esa fuerza, no se impondrá por ella, sino por otra potencia, y esa es la del AMOR.
24. Es mi Espíritu Divino el que habla al Universo; soy Yo quien viene a hacer luz en todo lo que no visteis claro en otro tiempo, es la aurora de un nuevo día para todos los hombres, porque vengo a libertaros de falsos temores, a destruir vuestras dudas, en fin, a haceros libres de espíritu y entendimiento.
25. Os digo, que después de conocer la esencia de mis enseñanzas y la justicia de mis leyes, conoceréis también los límites que vuestros conceptos os habían impulsado, impidiéndoos ir más allá de un débil conocimiento de la verdad.
26. Ya no será el miedo ni el temor al castigo lo que os detenga para investigar, para descubrir; sólo cuando verdaderamente estéis queriendo conocer lo impenetrable, será vuestra Conciencia la que os vede el paso, porque debéis saber que no toda la verdad corresponde al hombre, y que de ella, sólo debe tomar la parte que le corresponde.
27. Pueblo: Si mi venida fue anunciada que sería en medio de guerras, de elementos desencadenados, de epidemias y de caos, no es porque Yo os haya traído todo esto; es porque precisamente mi presencia había de ser oportuna en esa hora de crisis para la humanidad. Y aquí tenéis el cumplimiento de cuando un mundo agoniza y en sus estertores estremece y sacude la Tierra, para dar paso a una nueva humanidad; por ello el llamado de amor, amor que encierra e inspira: Justicia, fraternidad y paz.
28. A vosotros, que habéis tenido la gracia de escucharme en este tiempo, debo deciros que para ser verdaderamente el discípulo Espiritualista, debéis aplicar mi Doctrina a vuestra vida; que no es el recordar ciertos preceptos lo que habrá de convertiros en Espiritualistas, ni serán ciertos ritos y manifestaciones los que os lleven al cumplimiento de vuestra misión en la Tierra.
29. Hablándoos así, como sólo Yo puedo hacerlo, os revelo la mejor forma de cumplir para con Dios y aparto de vuestro corazón los temores infundados hacia vuestro Padre.
30. Pero no solamente vengo a libraros de errores y prejuicios que afectan vuestra vida en el mundo, sino también vengo a deciros que la condenación eterna como os la han descrito, no existe, porque el espíritu no puede sufrir la pena física que produce dolor en la materia; el dolor del espíritu proviene de que contemple sus acciones a la luz de la Conciencia, la cual lo hace mirar y comprender con claridad todos los errores e imperfecciones cometidas.
31. Venid a Mí con la plena convicción de que vais por el camino de la verdad y no será el temor que proviene de la ignorancia el que os obligue a permanecer en la senda.
32. Analizando mis revelaciones y manifestaciones de éste y de los tiempos pasados, acabaréis por comprender que siempre he venido envuelto en humildad. Por lo tanto, no os dejéis sorprender por lo exteriormente maravilloso y cuando vengan vuestros hermanos que marchan por otras sendas, a deciros que el Señor no puede estar en medio de esta pobreza, de esta humildad que mostréis, les recordaréis que Dios, manifestado en Verbo, vino en Jesús al mundo humildemente, y que el hombre creyó en Él, y a pesar de los siglos transcurridos desde su nacimiento, no se ha podido borrar del corazón de la humanidad, la humildad con que el Redentor se manifestó al mundo.
33. Existen entre vosotros, recintos en los cuales sus congregaciones aman y buscan lo exterior, lo maravilloso y superficial para impresionar sus sentidos, sin comprender que buscando lo externo se olvidan de las maravillas que encierra la Doctrina del espíritu.
34. Enseñar, corregir, revelar, esa es mi obra entre vosotros para llevaros a la Mansión de la luz, mas antes de llegar a los umbrales de la Tierra Prometida, tendréis que hacer méritos de fe y de amor.
35. La palabra de Cristo germinó en sus discípulos, y en el pueblo que le siguió, creció su siembra, se extendió su enseñanza y cundió su esencia por todo el mundo; así también se extenderá esta enseñanza de ahora, la cual será recibida por todos aquellos que se encuentren capacitados para sentirla y comprenderla.
36. Llevad, discípulos amados, mi bálsamo; tomad multitudes, mi caricia de Padre y mi mensaje de Maestro, para vosotros y para los vuestros.
37. Mi presencia os parece como la brisa que acaricia, así llego a vuestro corazón para darle vida.
38. Unos presienten la proximidad de mi llegada, otros me contemplan con la mirada espiritual y otros con su sensibilidad saben la hora en que me acerco. Todos, en esa hora bendita dicen en su corazón: “Aquí está el Maestro”. Es que han sentido que mi paz les envuelve.
39. Para el espíritu que ha errado por el desierto infinito de la vida, no hay tesoro más preciado ni oasis más anhelado que el de la paz. Ese es el tesoro que vengo a ofreceros y del cual más tarde habréis de participar a vuestros hermanos.
40. También vengo a enseñaros los medios de extender sobre los hombres el manto bendito de la paz, y esos medios son el pensamiento, la oración, la palabra, las obras.
41. Así como os veo en este instante, unidos por la paz que os da mi palabra, así quiero miraros después de mi partida, en los días de lucha que se acercan, en los que os haré sentir en forma sutil mi presencia, en los que me oiréis en vuestro corazón, porque os prometo que no os faltará mi caricia, mi esencia, mi bálsamo.
42. Pasad con firmeza y comprensión de una lección a otra, de un tiempo a otro y vuestra armonía con mi Obra no se romperá. Vuestra obediencia y mansedumbre ante mis leyes y mandatos, os dará una paz inefable y no tendréis nunca quejas ni habrá espinas que os hagan llorar.
43. Si anheláis ser mis discípulos, comprended que debéis ser portadores de la paz y de todas las virtudes que os he enseñado a practicar.
44. No os he dejado ir a las comarcas porque veo que sois frutos que no han madurado. Todavía habré de enviaros el riego de amor, la luz de mi sabiduría y los rayos del sol divino, para daros vida y fortaleza, y cuando hayáis madurado como frutos en el árbol de mi enseñanza, caeréis al contacto del viento que vendrá a mecer las ramas que os sostuvieron.
45. Mientras más se aproxima el día en que deje de hablaros bajo esta forma, mayor grandeza descubrís en mi Doctrina espiritual, e insensiblemente os alejáis de todo aquello con que la limitabais en tiempos pasados. Sí, porque llegasteis a limitar esta Obra divina en personas, sitios y objetos, cuando ella, por ser universal e infinita, está más allá de lo material y de lo humano.
46. Ahora ya no contempláis mi Obra limitada en personas, sitios u objetos, ahora todo lo miráis en lo divino, en lo infinitamente elevado y también lo encontráis en lo elevado de vuestro ser.
47. ¿Cómo será mi Obra delante de vosotros cuando vuestro espíritu haya recorrido su trayecto hacia Dios y desde ahí os extasiéis en la contemplación y os deleitéis en la luz y comprensión de vuestro entendimiento?
48. Algo presentís de aquella gran verdad y de aquel gozo que os aguarda, pero vuestro presentimiento y vuestra imaginación son pequeños para descubrir la realidad.
49. Cada escala, cada peldaño, cada morada, ofrece al espíritu una luz mayor y un gozo más perfecto, pero la paz suprema, la felicidad perfecta del espíritu, está más allá de todas las moradas pasajeras de los espíritus.
50. Cuántas veces estaréis creyendo presentir la dicha perfecta en el seno de Dios, sin daros cuenta que esa dicha es apenas la promesa del mundo inmediato, a donde tendréis que pasar después de esta vida.
51. Mi semilla en este tiempo ha germinado más pronto en los que llegaron limpios del entendimiento y del corazón de teorías e interpretaciones. Como tierras vírgenes fueron ante mi palabra y de ellos me serví para transmitir mi Mensaje al mundo.
52. Otros llegaron trayendo la verdad mezclada de falsedad y mi luz les fue librando de errores, a la vez que les afirmó en lo que de bueno traían. No todo es cizaña o mala hierba en el corazón humano, a veces crece allí una planta de trigo, y a ella vengo a cuidar para que espigue y su grano más tarde se multiplique.
53. A unos, a otros y a todos, les he venido a transformar en mis discípulos, uniéndolos en un solo pueblo que en el momento de testificar con sus obras mi enseñanza, hagan que el corazón de la humanidad, vibre, al comprobar la fuerza de esta Doctrina.
Se levantarán contra Mí los incrédulos, los perseguidores, la lucha será grande y muchas veces andará vuestro nombre en labios de quienes os juzguen en escritos, como pasto de escándalo y de calumnia.
54. Os anuncio estas pruebas, para que no os sorprendáis cuando surjan, pero también os digo, que será precisamente entonces cuando Yo manifieste entre este pueblo mi poder, mi caridad y mi justicia.
55. Todas mis huestes se aprestarán a la lucha, todos mis siervos obedecerán mi voz y vendrán a dar testimonio de Mí.
56. No sólo este pueblo será testigo en la hora decisiva: Los elementos, como siempre, hablarán representando la justicia divina, el Mundo Espiritual hará acto de presencia y arrancará la venda de ignorancia de esta humanidad materialista, de estos hombres que dicen ir por el camino de Cristo en busca de la eternidad y que, sin embargo, se obstinan en tener cerrados los ojos, sus oídos y su mente, a toda voz y a toda manifestación de la vida espiritual.
57. Ese Cristo, a quien creen seguir y comprender, fue precisamente el que abrió la puerta que da acceso a otros mundos y moradas, Aquél que apartó la turbación de los espíritus que tratan de vivir poseyendo cuerpos ajenos; el mismo que en la hora final de su misión a través de Jesús, se hizo sentir en los espíritus que dormían en los sepulcros el sueño de la muerte, haciéndoles surgir a la luz de la vida, mas, para que los hombres diesen fe de estas manifestaciones, permití que aquellos seres se hiciesen visibles delante de los suyos.
58. Yo abrí aquella puerta; solamente Yo podía hacerlo, porque Cristo, con su amor, es el lazo que une a todos los mundos.
59. Sed vosotros de mis legiones de luz, sed de mis huestes de paz, sed de los que oren por el mundo y en verdad os digo, que las lágrimas de vuestros ojos que sean vertidas por el dolor de los demás, se unirán al bálsamo de vuestro Padre para caer como gotas de rocío sobre los corazones atribulados.
60. El verdadero bálsamo, pueblo, aquel que sana todos los males, brota del amor.
61. Amad con el espíritu, amad con el corazón y con la mente y tendréis el poder suficiente para sanar no sólo las enfermedades del cuerpo o consolar en las pequeñas miserias humanas, sino que sabréis resolver los misterios espirituales, las grandes angustias del espíritu, sus turbaciones y remordimientos.
62. Ese bálsamo resuelve las grandes pruebas, enciende la luz, calma la pena, funde las cadenas que oprimen.
63. El hombre desahuciado por la ciencia, volverá a la salud y a la vida, al contacto de ese bálsamo; el espíritu que se haya desprendido, volverá ante la palabra de amor del hermano que le llama.
64. Cuando ese tiempo esté en plenitud, las fuerzas espirituales envolverán a los hombres, habrá manifestaciones, acontecimientos y señales nunca vistos; los hombres soberbios de la ciencia se encontrarán asombrados y habrá ocasiones en que lloren de impotencia, convencidos de su pequeñez.
65. La humanidad volverá sus ojos a Cristo y, meditando en sus obras, llegará a comprender que Aquél que tantas y tan extrañas obras llevó a cabo en el Segundo Tiempo, es el mismo que ha vuelto ahora y está presente, dando testimonio de su poder.
66. Quiero que penetréis en una vida de espiritualidad, que haya disciplina y vigilia, que haya oración y caridad. Así llegaréis a ser sensibles ante todo acontecimiento espiritual; entonces, lo que para muchos sea invisible, para vosotros podrá ser visible. Sólo así estaréis capacitados para explicar el por qué de todo lo que acontezca y a lo cual los hombres no encuentren solución.
67. Quiero que la preparación de mis discípulos y su conocimiento de la misión que les ha sido confiada, sea tan grande, que a su paso y sólo con su influencia, liberten a los seres que invisiblemente permanecen ocultos e ignorados entre los hombres, llevando una existencia de turbación y dolor no conocidos por la humanidad.
68. Buscad vuestra unificación, pueblo; si no lo lograseis, ¿cómo podrían los seres de luz, de aquel mundo superior, reflejarse a través de vosotros cuando así se necesite, para dar su mensaje a la humanidad?
69. Os he enseñado a orar y a pedir por los demás, pero también os escucho cuando pedís por lo vuestro. Recibo esa oración. Mas os digo, que el tiempo en que Yo os daba según vuestra petición, ha pasado, porque erais pequeños; ahora quiero que obréis como discípulos, presentándome vuestro espíritu y vuestro corazón al orar, pero dejando que Yo lea en ellos y haga mi voluntad.
70. Mi palabra sabia, envuelta en el amor de un Maestro pacientísimo, os ha llevado paso a paso a la comprensión de la grandeza que encierra el Espiritualismo y os ha hecho contemplar el vasto horizonte espiritual que empezando en lo humano se funde con lo celestial.