Enseñanza 263
1. Que la paz de mi Espíritu sea en vosotros en este instante de comunión, en que mi luz divina os ilumina y alienta a vuestro espíritu.
2. Benditos seáis los que soñáis con un paraíso de paz y armonía.
3. Bienaventurados aquéllos que han despreciado y visto con indiferencia las trivialidades de lo superfluo, las vanidades y pasiones que ningún bien le dan al hombre y menos al espíritu.
4. Benditos los que han apartado las prácticas fanáticas que a nada conducen y han alejado antiguas y erróneas creencias, para abrazar la verdad absoluta, desnuda y limpia.
5. Yo bendigo a quienes van renunciando a lo exterior para penetrar en la meditación, en el amor y en la paz interior, porque van comprendiendo que la paz no la da el mundo; que la podéis encontrar dentro de vosotros mismos.
6. Benditos vosotros a quienes la verdad no atemoriza, ni os habéis escandalizado ante ella, porque de cierto os digo, que la luz caerá como cascada sobre vuestro espíritu para mitigar por siempre vuestra sed de luz.
7. Extiendo mi manto de paz sobre vosotros que reunidos en uno u otro lugar, os transportáis en espíritu en busca del Divino Maestro. Cuando lleguéis a Mí, orad, orad mis discípulos, porque aunque no habéis visto cumplirse todo lo que os he profetizado, lo tendréis que contemplar.
8. Continuad orando para que se aparte el peso de la ignorancia del hombre y también la vanidad de aquellos que se dicen sabios, porque han acumulado los conocimientos de otros hombres, ignorando que el verdadero sabio no es aquel que se desvela tratando de descubrir la mejor forma de destruir, de dominar, de aniquilar, sino aquel que se eleva para poder crear, para armonizar la vida de los seres, inspirándose en el amor al Dios de todo lo creado y en el amor a todas las criaturas.
9. Yo os digo, discípulos, que no busquéis la verdad en la mentira, que busquéis la verdad en el espíritu humilde, en el corazón elevado por el amor a sus Semejantes, en la sencillez y en la pureza de la vida.
10. En la sabiduría está el bálsamo y el consuelo que anhela vuestro corazón, por eso os prometí en aquel tiempo al Espíritu de Verdad como Espíritu de Consolación.
11. Pero es indispensable tener fe para no detenerse en el camino ni sentir temor ante las pruebas.
12. La fe es como un faro que ilumina vuestra ruta hasta llegar al puerto seguro de la eternidad.
13. No puede ser fe la de aquellos espíritus tibios y medrosos que hoy avanzan un paso y mañana vuelven atrás, que no quieren luchar con su propio dolor, confiando en el triunfo del espíritu únicamente por la caridad del Padre.
14. Fe es aquella que siente el espíritu que sabiendo que Dios está en él, ama a su Señor y goza sintiéndole en sí y amando a sus hermanos; que es tanta la fe en la justicia del Padre, que no espera a que sus Semejantes le amen; que perdona ofensas y errores pero que mañana estará lleno de luz porque con sus méritos alcanzó su purificación.
15. El que tiene fe, tiene paz, posee amor y encierra bondad.
16. Ese es rico en espíritu y aún en materia; pero con la verdadera riqueza, no con aquélla que vosotros concebís.
17. Los hombres huyen angustiados de la miseria, y en su horror vuelven a caer en sus abismos y estrecheces, no piensan en medios para salvarse de esas garras; pero el que huye de la miseria del mundo, es un egoísta que arrolla, hunde, destroza y pierde a cuantos se cruzan en su camino. Sólo piensa en sí mismo, tiene por único ideal y fin, su seguridad y su conservación. Los demás no son sus hermanos, son todos extraños para él. No tiene fe, no conoce esa luz, no confía en la verdad porque no ha querido conocerla.
18. Mas, ¿qué habéis hecho, humanidad, de aquellos hombres que os he enviado para que os recuerden mi camino, el camino de la fe, que es el de la sabiduría, del amor y la paz?
19. Nada quisisteis saber de sus mensajes, combatiéndoles con la fe hipócrita que tenéis por vuestras teorías y religiones.
20. No quisieron vuestros ojos contemplar la luz que como mensaje de amor os trajeron cada uno de mis enviados, así les llaméis profetas, videntes, iluminados, doctores, filósofos, científicos o pastores.
21. Esos hombres han brillado y no habéis querido ver su luz, han ido delante de vosotros y no habéis querido seguir sus pasos; os dejaron el ejemplo del camino del sacrificio, del dolor, de la caridad y tuvisteis miedo de imitarles, sin saber que el dolor de los que me siguen es alegría del espíritu, es camino de flores y horizonte lleno de promesas.
22. Ellos no vinieron a aspirar el aroma de las flores de la Tierra, ni a embriagarse en los placeres fugaces del mundo, porque la aspiración de su espíritu ya no era hacia lo impuro, sino hacia lo elevado.
23. Sufrieron, pero no buscaron ser consolados, porque sabían que habían venido para consolar. No esperaban nada del mundo, porque estaban esperando para después de la lucha, la alegría de contemplar la resurrección a la fe y a la vida de los espíritus, de todos aquéllos que habían muerto a la verdad.
24. ¿Quiénes son estos seres de los que os hablo? Os digo, que se trata de todos aquellos que os han traído mensajes de luz, de amor, de esperanza, de salud, de fe, de salvación. No importa el nombre que hayan tenido, ni el camino por donde les hayáis visto aparecer, ni el título que en la Tierra hayan ostentado.
25. Como ellos, podéis ser también vosotros, imitando los grandes ejemplos que a través de mis enviados os doy a cada paso. Mas, no toméis como pretexto la incomprensión de la humanidad hacia vuestras obras. No digáis que aquellos que os trajeron mensajes de amor, sólo sembraron y nunca han recogido. No, pueblo, la cosecha del espíritu no se levanta pronto, si tenéis en cuenta que la carne es tierra estéril a la que hay que fertilizar continuamente con amor hasta hacerla fructificar.
26. ¿Qué queréis que os diga de vuestros sabios de ahora, de los que provocan a la Naturaleza y desafían a las fuerzas y a los elementos haciendo aparecer lo bueno como si fuese malo? Gran dolor tendrán por cortar y comer un fruto verde del árbol de la ciencia, un fruto que sólo con amor podría haber madurado.
27. ¡Sólo mi amor puede salvaros! Ved que en los hombres no queda ni resto de amor. Orad, pero con verdadera fe en el poder de la oración, con una fe tan grande que supere a la fuerza de las armas con que vuestros hermanos combaten en la vida y destruyen la paz de sus Semejantes.
28. Vosotros, que habéis apartado de vuestros ojos aquellas formas e imágenes que empleabais antaño para orar, podéis practicar la verdadera oración, porque ya no limitáis a Dios en un anciano, ni dejáis que la imaginación dé forma humana a lo que no tiene forma, porque es divino.
29. Cuando vuestra materia se quede en la Tierra y vuestro espíritu se eleve a las moradas celestiales, cuando paséis por aquello que llamáis muerte y os levantéis en la eternidad, comprenderéis cuántas falsas imágenes ha formado vuestra mente y entonces sentiréis cómo se aparta de vuestro espíritu la mentira, como si fuese una venda que se desprende de los ojos dejándoles contemplar la luz de la verdad.
30. Cuántos también esperan llegar a la altura de los Cielos para conocer a María, a la que siempre imaginaban en la forma humana de la mujer que fue en el mundo, Madre de Cristo en cuanto hombre, y que representan como reina en un trono, hermosa y potente, mas Yo os digo, que no sigáis dando forma en vuestra mente a lo divino.
María vuestra Madre espiritual existe, pero no tiene forma de mujer ni ninguna otra forma. Ella es la Santa y Dulce Ternura cuya caridad se extiende en lo infinito. Ella reina en los espíritus y su reinado es el de la humildad, de la caridad y la pureza, pero no tiene trono, según lo imaginan los hombres. Es hermosa, pero con una hermosura que no podéis expresar ni imaginar con el rostro más bello. Su hermosura es celestial y lo celestial hasta ahora no lo alcanzaréis a comprender.
31. Yo os digo que si queréis acercaros un poco a la verdad y comenzar a arrobaros en su contemplación, persistid en alejar de vuestros ojos y de vuestra mente, cuantas formas habíais creado, tratando de darle forma a lo divino.
32. Cuando vayáis comprendiendo que el Divino Maestro tiene mucho que enseñar y corregir, dejaréis que mi verdad penetre en vuestra mente y entonces miraréis cómo un nuevo horizonte aparece ante vuestro espíritu, ofreciéndoos campos, valles, caminos y montañas por donde viajar para aprender, para conocer y elevaros espiritualmente.
33. Mi luz está en todas las Conciencias, ya estáis en el tiempo en que mi Espíritu ha de derramarse sobre los hombres, por lo cual os digo: Que pronto sentiréis todos mi presencia, lo mismo los sabios que los ignorantes, igual los grandes que los pequeños, los poderosos que los pobres.
34. Unos y otros se estremecerán ante la verdad del Dios viviente y verdadero.
35. Aquí tenéis una nueva lección, discípulos; para que meditéis profundamente sobre ella, comprended que no he venido tan sólo por haceros oír palabras que deleiten vuestros oídos o acaricien vuestro corazón. Comprended que mi finalidad de Maestro es la de apartaros de la oscuridad para mostraros la luz de la verdad.
36. Yo soy la Luz, la Paz y la Felicidad eternas y como vosotros sois mis hijos, quiero y debo haceros partícipes de mi Gloria y para eso os enseño la Ley como el camino que conduce al espíritu a las alturas de aquel Reino.
37. Las oportunidades para cumplir y hacer méritos están en cada día, en cada hora, no dejéis que pasen, no dejéis que partan, porque después no las podréis alcanzar. Preparaos para un buen día y os digo, que al anochecer vuestro sueño será tranquilo y apacible. Vivid una vida virtuosa y vuestro desarrollo espiritual será eterno.
38. Discípulos amados: En dos formas he estado entre los hombres, una en forma humana y otra en forma espiritual, ya es tiempo de que comprendáis mis enseñanzas.
39. ¿Por qué venís llorando y quejándoos las más de las veces? Cuando estuve en el mundo no viví entre comodidades y placeres, ni tuve cetro de poder terrenal. Padecí, luché y ni siquiera renegué de mi dolor. A eso vine, a tomar mi cruz y cumplir con la misión que voluntariamente me impuse.
40. Yo debía enseñaros cómo el espíritu que hace la voluntad del Padre, una vez consumada su obra, levanta el vuelo buscando el infinito, dejando abajo todo lo que es materia para ir en pos de la región celestial.
41. Muchas veces en vuestra miseria o en vuestras privaciones os preguntáis: “¿Por qué vuestro Padre no os da todo lo que deseáis, siendo que en vuestro concepto sólo queréis gracias para vuestro bien?” Y os digo: Que si os diese cuanto deseáis y os permitiese todo gozo que en la Tierra anheláis, os pesaría más tarde porque os convenceríais de vuestro estancamiento. Sí, discípulos: Al tenerlo todo, lo derrocharíais, no lo cuidaríais, puesto que no os habría costado esfuerzo ni trabajo obtenerlo. Por el contrario, cuando esto que ahora pedís sin merecerlo, lo obtengáis por medio de méritos, veréis con cuánto amor lo vais a conservar.
42. ¿Hasta cuándo será entendida mi palabra? ¿Hasta cuándo dejaréis que florezca en vuestro corazón y fructifique en vuestro espíritu? Pensad en Mí, como Yo pienso en vosotros.
¿Quién se siente solo en el mundo? ¿Quién se dice huérfano? Si os preparáis, no volveréis a decir que estáis solos, porque doquiera sentiréis mi compañía. Buscad la luz de mi camino y nada tendréis que temer; no os fiéis de la luz de la ciencia o de los conocimientos humanos, porque la luz de la mente es muy poca para conducir a un espíritu a la presencia de Dios.
43. En verdad os digo, que lo que puede elevaros es el amor, porque en él existe sabiduría, sentimiento y elevación. El AMOR es un compendio de todos los atributos de la Divinidad y Dios ha encendido esa llama en toda criatura espiritual.
44. ¡Cuántas lecciones os he dado para que aprendáis a amar! ¡Cuántas oportunidades, vidas y reencarnaciones os han proporcionado la misericordia divina! La lección se ha repetido cuantas veces ha sido necesaria, hasta que ha sido aprendida. Una vez cumplida, no existe razón para ser repetida, porque tampoco podrá ser olvidada.
45. Si pronto aprendieseis mis lecciones, no tendríais por qué sufrir ni por qué llorar errores. Un ser que en la Tierra aprovecha las lecciones en ella recibidas, podrá volver al mundo, pero siempre será con mayor adelanto y en mejores condiciones. Entre una vida y otra siempre tendrá una tregua, necesaria para meditar y descansar antes de emprender la nueva tarea.
46. Alguno en su corazón me dice: “Padre, esa tregua o descanso, ¿es para enviarnos a buscar nueva fatiga en el mundo?, y ¿hasta cuándo?”
47. ¡Ah, pequeños, Yo perdono vuestra ignorancia y os digo, que nada injusto ni imperfecto tengo dispuesto en la jornada que habréis de recorrer! El espíritu es incansable, sólo cuando vive en la materia siente la impresión de la fatiga que el cuerpo le transmite, mas volviendo nuevamente a la libertad y a la luz espiritual, se despoja de su fatiga y se torna nuevamente en incansable.
48. Sed fuertes ante las tentaciones del mundo y de la carne. Recordad mi ejemplo cuando os encontréis en los instantes de una prueba.
49. Me preguntáis: “¿Cómo fue posible que a Jesús le tocasen las tentaciones del mundo?” A lo que os contesto: Que no fueron tentaciones bajas aquéllas que tocaron el corazón de vuestro Maestro.
50. El cuerpo que tuve en el mundo, fue humano y sensible, era el instrumento de mi Espíritu para darle mis lecciones a la humanidad. Él sabía la prueba que le esperaba porque mi Espíritu se lo revelaba y aquella materia sufrió por el dolor que le aguardaba.
51. Quise que aquel cuerpo os diese aquellas muestras de verdadera humanidad para que quedaseis convencidos de que mi dolor fue real y mi sacrificio en cuanto hombre, verdadero.
52. De no haber sido así, mi sacrificio no hubiese tenido mérito ante los hombres. Por eso tres veces Jesús invocó la fuerza de mi Espíritu, que era quien le animaba, para vencer en la dura prueba. La primera vez fue en el desierto, la segunda en el Huerto de los Olivos, la tercera en la cruz.
53. Menester fue hacerme hombre y entregaros mi carne y mi sangre para que en ella hiciese mella el dolor que la humanidad le infiriese, mas si hubiese venido en Espíritu, ¿qué sacrificio hubiese hecho por vosotros?; ¿a qué hubiese renunciado y qué dolor podríais haberme hecho sentir?
54. El Espíritu Divino es Inmortal, el dolor no llega a Él, mas la carne es sensible al dolor, es limitada en sus potencias, es mortal por naturaleza, por eso elegí ese medio para manifestarme al mundo y ofrecerle mi sacrificio verdadero a cambio de enseñarle el camino de su salvación.
55. Mientras seáis pecadores, tenedme en aquella pasión y recordad aquella sangre, para que, arrepintiéndoos de vuestras faltas, os purifiquéis en aquel ejemplo de amor infinito que os di.
56. Mientras seáis hombres, recordadme en aquella cruz, perdonando, bendiciendo y sanando a mis verdugos, para que vosotros a lo largo de vuestro pesado camino, también bendigáis a quienes os ofendan y hagáis todo el bien posible a quienes os hubiesen causado mal. Quien obrase en esta forma, será mi discípulo y en verdad le digo, que su dolor será siempre breve, porque Yo le haré sentir mi fuerza en los instantes de su prueba.
57. Muy pocos son los que anhelan enseñar a sus hermanos con los ejemplos del Maestro. Lo mismo entre este pueblo que en la mayoría de las religiones, se da la enseñanza con palabras que carecen de fuerza porque les falta ser confirmadas con obras y ejemplos.
58. Ahora tenéis oportunidad de escuchar la explicación de mi Doctrina, la que irá puliendo vuestro corazón hasta dejarlo preparado para desempeñar la misión que a vuestro espíritu le he confiado.
59. No temáis seguir mis pasos, a ninguno le exigiré que iguale mis sufrimientos en el mundo ni que lleve a cabo en la misma forma mi sacrificio. También debo deciros que sólo aquel cuerpo apuró el cáliz que mi Espíritu le ofreció, otro hombre no lo hubiese soportado, porque mi cuerpo tomó vida en la virtud y se fortaleció en la pureza de Aquélla que ofreció Su seno para concebirle: María.
60. Meditad, pueblo y aprovechad este bendito silencio en que penetráis al escuchar mis enseñanzas. En verdad os digo, que en esos instantes de recogimiento y espiritualidad, mi semilla germina en lo más recóndito de vuestro corazón.
61. Bienaventurados vosotros que sabéis aprovechar los últimos tiempos de mi comunicación en esta forma, sabiendo que esta gracia no la volveréis a tener.
62. Tiempo de complacencias ha sido el de mi manifestación; he colmado de dones a los desheredados, he levantado a los vencidos en la lucha y he dado oportunidad a los pecadores y a los parias.
63. Tiempos venturosos que serán recordados con nostalgia cuando hayan pasado, porque aunque mi palabra haya sido escuchada a través del portavoz, los corazones sintieron mi presencia y los espíritus se llenaron de mi esencia divina.
64. Multitud: Conservad siempre la espiritualidad, que en esta hora bendita demostráis, y que ella esté siempre presente en vuestras reuniones, en los instantes de vuestra oración y en cada una de vuestras obras.
65. Bebed de este vino, comed de este pan hasta satisfaceros, porque pasará mi comunicación ya que os encontráis en la consumación de este tiempo de preparación.
66. El discípulo que verdaderamente se prepare, tendrá siempre el testimonio a flor de labio y le será imposible ocultar la verdad que de su Maestro heredó, la luz será en él y todo su ser será un testimonio viviente de la palabra y las obras que os manifesté.
67. El que ocultase en su corazón mi palabra y los dones que le confié, no sabrá el gozo de que se ha perdido, porque sembrar, luchar y hasta padecer en mis tierras, es placer y dicha del espíritu.
68. No siempre ha de ser fácil la lucha, habrá días o instantes de pruebas amargas; pero aun en ellas, el espíritu sabrá responder con humildad y con amor ante la voluntad del Padre, siendo precisamente en medio de esa mansedumbre donde manifestaré mi paz en los buenos discípulos, en los fieles testigos.
69. ¿Creéis que a mis apóstoles del Segundo Tiempo les fue llevadera la jornada y fácil la lucha? No, pueblo, ellos a imitación de su Maestro, también tuvieron su vía dolorosa y su calvario, pero en medio de sus sufrimientos se elevaba su espíritu, lleno de paz, sabiendo que todo cuanto padecían era por amor hacia sus hermanos, necesitados de verdad.
70. Si preguntáis a aquellos seguidores de mi enseñanza, si tuvieron flaquezas o si sintieron temor ante sus perseguidores y verdugos, os dirían que ni un solo instante desmayó su fe, que su confianza en el Poder Divino fue absoluta, y que por esa fe lograron ser indiferentes a los quebrantos, a las mofas, a las pruebas y aun a la misma muerte.
71. Esa es la huella que tenéis ante vosotros, el testimonio vivo de que no es imposible al hombre seguir los pasos de Jesús y semejársele en poder, en amor, en fortaleza, en caridad.
72. No quiero deciros que para ser mi discípulo tenéis necesariamente que soportar una persecución y una agonía como la de aquellos mártires; os doy a entender que para amar a vuestros Semejantes tenéis que renunciar al amor que por vosotros mismos sentís, que debéis olvidar en determinados momentos lo vuestro, para pensar en los demás, porque sólo del verdadero amor podrán brotar las obras inmortales, dignas de quedar como ejemplos para otros, como las de aquellos discípulos, emisarios de la divina Palabra quienes, en su afán por extender la Buena Nueva, en su anhelo de llevar a los corazones la luz de su Maestro, todo lo dieron.
73. Era el ejemplo que habían recibido muy cerca y trataban de imitarlo con todas las fuerzas de que eran capaces. ¿Quiénes de vosotros vendréis por el camino de la renunciación, de la mansedumbre y de la caridad? El camino está abierto, la senda espera, a los lados del camino están las tierras sedientas de agua y hambrientas de simiente.