Enseñanza 247

1. Bienvenidos seáis, oh, pueblo, que os acercáis a Mí en número creciente cada día. He aquí al Maestro de todos los tiempos que viene a entregar la lección de amor a los que le esperan de buena voluntad.

2. Os recibo a todos como lo hice en el Segundo Tiempo y os hablo con la misma esencia, porque soy el mismo Maestro.

Entre vosotros están muchos de aquellos que oyeron mi palabra, de los que fueron testigos de mi paso por la Tierra y que miraron con indiferencia mis obras; mas entre ellos, muchos me oyeron con respeto, bebieron con ansiedad mis palabras y se extasiaron con la luz de mis lecciones, que les ofrecía un paraíso y un mundo desconocido de dichas eternas para el espíritu. Así me recibieron los hambrientos y sedientos de amor, los enfermos, los tristes y oprimidos. ¡Cuántos me buscaron y llegaron ante mi presencia después de largas jornadas, porque sabían que la curación iba a hacerse en ellos, que Yo podía sanarlos, porque soy la Vida y la Resurrección para el espíritu!

3. También en este tiempo he encontrado corazones llenos de fe, que han acudido presurosos y han sabido recibir en su espíritu mi divina Palabra y han sanado.

4. Mucho es lo que tengo que enseñaros para que os convirtáis en mis discípulos, y cuando ya estéis preparados, os enviaré a la humanidad, abriré los caminos para que sembréis mi semilla y armonicéis con todos los que me aman y me buscan espiritualmente; mas aquellos que aún no hayan iniciado sus pasos en la senda de la espiritualidad, llevadlos de la mano hasta que podáis encontraros todos unificados marchando por el mismo camino.

5. Seguid siempre adelante, hijos míos, buscad la sabiduría para que encontréis la esencia de la vida. Amad y podréis penetrar en mi Arcano, no habrá secretos, todo os será revelado cuando escaléis la cima del verdadero amor.

6. Los niños de ahora serán los apóstoles mañana, y vosotros podéis llegar a serlo desde ahora. No queráis, por vanidad, dejar el recuerdo de vuestro nombre en la hermandad. Imitad a los buenos apóstoles, superadlos si queréis, pero hacedlo sólo por amor a la humanidad. Buscad el bien, trabajad por la paz, señalad siempre el camino de la perfección.

7. Os inspiro en vuestras meditaciones, para que vayáis en mi Nombre a consolar a los enfermos y a enseñar a vuestros hermanos a que retornen a Mí, buscando la armonía, la salud y la paz.

Dad a esa humanidad tan amada el secreto de la salud, decidle que es menester que vuelva a la sencillez, a la pureza, a la oración y a las prácticas piadosas y en ello encontrará cuanto pueda desear. Os acompañaré en la hora de vuestro cumplimiento, os doy aliento para que sigáis por esa senda en la que todos debéis de reconoceros, estrecharos y formar una sola familia. Siempre que extendáis vuestra mano para entregar caridad, descenderá mi efluvio y percibiréis que el ambiente se satura de exquisito perfume que emanará de vuestras buenas obras.

8. Benditos sean todos aquellos que van abriendo el camino a la humanidad, que le van preparando su futuro. Señalad este tiempo de gracia en que vivís con obras que quedarán impresas en la Conciencia de vuestros hermanos. Esos serán vuestros pasos precursores, el mejor llamado que les podéis hacer y la herencia que sí perdurará.

9. Evitadles dolores, prevenid y enseñad con ejemplos, para que pronto se encauce la humanidad, no quiero verla llorar ni seguir tropezando, es mi hija muy amada a la cual he venido a rescatar.

10. Caminantes: Os encontraréis bajo la sombra del Árbol corpulento y deleitándoos con su fruto.

11. Aquí mismo existe una fuente de aguas puras y cristalinas donde podéis apagar vuestra sed. Porque todo cuanto necesitéis aquí lo podréis hallar.

12. Os he contemplado fuertes; cuando de vosotros ha desaparecido el hambre, la fatiga y la sed, os he dicho: Volved vuestros ojos a aquellos que perecen de necesidad.

13. La estrella que os conduce y que es vuestra guía, ha brillado sobre de todos, pero no todos la han podido contemplar, y esos son los que se han extraviado.

14. Así contemplo al espíritu de la humanidad en este tiempo: Hambriento, porque el pan se le ha ocultado, náufrago, porque ha debilitado ante las pasiones del mundo y no ha encontrado una mano salvadora que se tienda hacia él.

15. Os preparo desde ahora como pescadores de espíritus para que rescatéis con amor a vuestros hermanos.

16. Sed báculo para el enfermo y el cansado, porque ya estáis fuertes. Curad las heridas ya sean del espíritu o del cuerpo, derramando en ellas mi bálsamo. Si el sediento no tiene fuerzas para llegar hasta Mí, vosotros llevadles el agua hasta sus labios.

17. Esta es mi Ley eterna de Amor que os estoy dictando; sea vuestro corazón la nueva arca donde quede guardada, y entonces esa luz interior será la que guíe vuestros pasos y trace el camino a los que os sigan.

18. Mi palabra es en este tiempo el maná que alimenta vuestro espíritu en su jornada de vicisitudes, penalidades y luchas, semejante a la travesía del desierto. Pero este maná es de Vida Eterna, no es como aquel que alimentó al pueblo de Israel sólo por el tiempo que duró la jornada del desierto, y del cual guardaron recuerdo los hijos de ese pueblo llevando un puñado como reliquia.

19. Varones y mujeres: Permaneced fieles a mis enseñanzas, para que seáis entre vuestros hermanos como soles que disipen las tinieblas; dad buen ejemplo a la niñez para que ella sea en el seno del hogar como una lámpara de luz inextinguible.

20. Benditas sean mis criaturas amadas, en quienes contemplo el ahínco y al mismo tiempo el dolor, un profundo dolor, porque sabéis que este tiempo está terminando. Muy poco es lo que habéis aprovechado de mi enseñanza, mas en verdad os digo, que no va a terminar el tiempo de gracia. Yo estaré cerca de vosotros, custodiando vuestro paso. Los ojos de los profetas me contemplarán, caminando delante del pueblo escogido.

21. Soy Amor infinito, Caridad sublime, y no dejo nunca desamparados a mis hijos. Mi Espíritu siempre está cerca del vuestro, esperando el llamado, para daros mi caricia. Nunca habéis sido los huérfanos y si por momentos os sentís solos, es porque vosotros me habéis abandonado. Mas ahora contemplo que queréis sentir el efluvio de mi gracia.

22. Bienaventurado el que me llama, porque Yo desciendo y permanezco en su corazón. El que busque la Luz de mi Espíritu será iluminado. El que me llame como Padre, como Padre me encontrará. Si me necesitáis como Doctor, me tendréis con vosotros y sentiréis mi bálsamo. Aquél que me llamare como hermano, Yo extenderé hacia él mi caridad para conducirle y consolarle, y el que me solicite como Maestro, recibirá la lección en su corazón.

23. Nada hay imposible para Mí. Soy el Todopoderoso, y el amor infinito que siento por mis criaturas, hace que derrame mi caridad y mi perdón entre la humanidad; que no vea vuestras flaquezas, que sólo venga a elevar el espíritu, porque es él parte de mi Espíritu y me pertenece. Sobre él está la Conciencia. He venido a prepararos como una columna, porque voy a edificar un mundo nuevo, un mundo de paz y de luz.

24. Y vosotros, que como los discípulos del Segundo Tiempo, escucháis mi palabra, me pedís ser un instrumento valioso para mi Obra y Yo os doy la fuerza y la luz. En cada uno de vuestros pasos me sentiréis.

25. Quiero que comprendáis mi palabra de este tiempo, que quede grabada en vuestro corazón y también que comprendáis el sentido de mi venida en el Segundo Tiempo, porque lo que aconteció en ese tiempo fue la Obra de Redención del espíritu.

26. Descendí de la perfección como Salvador, haciéndome hombre en la Tierra. Vine a cumplir la misión de salvar a todas mis criaturas que desde Adán, habían caído en pecado, por su desobediencia. Su debilidad hizo que su espíritu cayese más y más, y en el tiempo propicio, en cumplimiento de los anuncios de la venida del Mesías, me hice hombre, para dar mi enseñanza y apartar las cadenas del espíritu y darle la resurrección.

27. Todos sabéis lo que aconteció en el Cenáculo. El pan y el vino que brindé a mis discípulos, fue sustento para todo el Universo. Simbolizó mi esencia y mi amor, que flota sobre todos mis hijos, creyentes e increyentes. A todos fue dada la Luz de mi Espíritu.

28. Lavé los pies de mis apóstoles para demostrar mi humildad y pedirles que se levantaran por los caminos de la Tierra, a preparar a todo corazón con mi amor, con este inmenso amor que siento por todos, para que nadie se perdiese y todos llegasen a Mí. Y este acto os enseña a limpiaros de todo pecado, cuando vayáis a dar principio al cumplimiento de vuestra misión.

29. Nada había oculto para Mí, ¿qué podían tramar los hombres en contra mía, que no lo hubiese sabido antes? Todo estaba preparado según era mi voluntad, y así como se desarrolló, así era la forma destinada por Mí, para convencer a los corazones. Me llevaron a la cruz y desnudaron mi cuerpo, ataron mis manos y mis pies en el madero y éste es el símbolo de la cruz.

30. El madero horizontal es el pecado del mundo, que se interpone al madero vertical. Este asciende y señala las alturas, mas el pecado es siempre la barrera para elevarse a lo divino.

31. Fui enclavado en aquel madero y al contemplar mi Espíritu la frialdad de los corazones, el horror y después su alegría de ver aquel cuerpo martirizado y el rostro descompuesto por el dolor, mis labios pronunciaron aquellas palabras: “Perdónalos Señor, porque no saben lo que hacen”. Y ahora en este tiempo, nuevamente os perdono, porque no me habéis comprendido aún; cuántas de mis criaturas dicen amarme y no me aman, cuántas creyendo servirme, están sirviendo a la tentación.

32. Nuevamente se posan mis ojos en las multitudes, reconociendo a uno y a otro de los que me rodearon, de aquéllos que habiendo recibido prodigios un tiempo antes, no supieron reconocerme.

33. Contemplé en aquellos rostros, no la misericordia, ni el amor, por eso dije a la humanidad: “Sed tengo”. No era la sed del cuerpo, era sed del Espíritu, que hacía que brotaran esas palabras, tenía sed del amor de la humanidad. Lejos de amor, Yo miré en aquéllos la satisfacción, el agrado por haberme hecho padecer hasta la muerte. Entonces la Tierra se estremeció, el Sol se ocultó, y era que mi Espíritu se apartaba del cuerpo de Jesús.

34. Mis hijos contemplaron el cuerpo, sobre quien cayó todo el peso del pecado y el oprobio del mundo y la materia torturada exclamó: “¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?”

35. Fijé después mi mirada en el rostro de María lleno de dolor, en mi apóstol Juan y en aquellas mujeres que acompañaban a María y sabiendo que la humanidad me reconocería, queriendo dejar una prueba más de amor, confié a María el cuidado y protección de todos mis hijos y le dije: “Mujer, he ahí a tu hijo”, y a Juan: “hijo, he ahí a tu Madre”. Era la heredad que Yo depositaba en ese momento en la humanidad. Juan representó al hijo, a la humanidad. María fue confiada a vosotros para velar eternamente, consolar y proteger a todas mis criaturas.

36. Busqué después a aquél que lleno de angustia clamaba, al que también enclavado en una cruz podía encontrarse: Dimas. Penetré en su corazón y vi su gran arrepentimiento. Él me decía: “A Ti que eres perfecto te están sacrificando, ten piedad de mí que he pecado”. Yo le consolé diciéndole: “En verdad y de cierto, en cortos instantes Conmigo estarás en el Paraíso”.

37. La muerte corporal se acercaba a Jesús y entonces pronuncié estas palabras: “Padre, en tus manos encomiendo mi Espíritu”; Yo os enseñé a volver al Padre, después del cumplimiento de sus mandatos.

38. Mis últimas palabras fueron: “Todo está consumado”. Bienaventurado el corazón que pueda llegar al final de su jornada porque Yo lo recibiré y él se encontrará lleno de gracia y perfección.

39. Estas son las siete palabras que el mundo, año por año escucha, sin comprender su sentido espiritual.

40. Mis discípulos y amigos, después de la muerte de Jesús, rescataron el cuerpo, lo embalsamaron como era costumbre y le dieron sepultura. Durante los tres días siguientes, mi Espíritu descendió a los mundos donde me esperaban los espíritus para darles libertad y señalarles el camino. La redención alcanzaba también a aquellas criaturas que habitaban en las tinieblas, esperando a su Salvador.

41. Yo aparecí después haciéndome visible y visité a mi Madre, a María Magdalena y también a mis discípulos. Y antes de mi Ascensión les di la última enseñanza, para indicarles cómo habían de conducirse entre la humanidad, llevando mi sabiduría infinita, la enseñanza perfecta, para resucitar a todos los espíritus.

42. Y ahora que se acerca el tiempo de despedirme de vosotros, os digo: Después de esta etapa de enseñanza, no temáis, el espíritu ha evolucionado y no necesitáis contemplarme con los ojos materiales. Ya no es menester que oigáis mi Verbo en labios materiales. El espíritu ha evolucionado, se ha elevado y él recibirá espiritualmente. Yo seguiré señalando el camino a cada uno de mis discípulos.

43. Estoy dando mis instrucciones para todos mis hijos. Os dice el Maestro: Cuando hayáis transformado vuestras porciones en fértiles parcelas, donde el amor fructifique, estará reinando entre vosotros la unión y la fraternidad. Entonces podréis consideraros mis discípulos.

44. A veces os hablo en lenguaje figurado para que podáis penetrar en las lecciones y os hablo extensamente, para que no haya nada en que tropecéis o caigáis en confusión. Si así no fuera, ya habríais creado insignias, grados y clasificaciones entre los discípulos y los párvulos, entre los primeros y los postreros en vuestras congregaciones; y en medio de festines, os coronaríais de ficticios laureles; porque los humanos tienen inclinación a la vanidad y a la ostentación.

45. Sembrad entre vosotros la semilla de la hermandad, que cultivaron mis apóstoles en aquel tiempo. Aquella semilla fue el ejemplo, con que fundaron congregaciones, aldeas y ciudades.

46. ¿Qué necesitáis saber para enseñar mi Doctrina? Amar.

Imposible es que seáis misioneros de Cristo, si no tenéis amor en vuestro corazón. Todos llegaréis a Mí y será por amor. Unos llegarán antes y otros después; los que más tarden por su propia causa, tendrán que llorar más; todos sois como flores, que no se abren al mismo tiempo para recibir la claridad del nuevo día. Si vuestro corazón ha permanecido cerrado para el Amor divino, ahora os digo: Vuestro pasado, pasado es, ahora la eternidad os reclama.

Yo tengo en mis manos el libro de vuestra vida pasada, en el cual ciertamente hay muchas manchas, mas también están las páginas limpias de vuestra vida futura y de vuestra transformación. Todo lo veo y lo sé.

47. Vuelvo a deciros que todos os reuniréis Conmigo; pero cada uno tendrá que conquistar la altura por sí mismo. Esa conquista podéis hacerla fácilmente por el amor o penosamente por el dolor. Yo os ayudo, os consuelo y os dirijo, mas a vosotros toca hacer el resto. Yo os fortalezco, y esa fuerza es la del amor, la verdadera energía que mueve al Universo, a todo lo creado y sin la cual, no existiríais.

También os oculto el libro de vuestro pasado, pues sí contemplarais sus páginas, lloraríais de pena y enfermaríais de tristeza. En muchos, sería tan grande su horror y su amargura, que se considerarían indignos de perdón y redención. Ahí, en esas tinieblas, también brilla mi amor, impidiéndoos una agonía terrible y sin fin, y preparando nuevos caminos donde podáis, con obras limpias, ir regenerando vuestro espíritu. Mas si conocieseis las páginas futuras del libro de vuestra vida, ¡cómo sonreiríais de dicha!

48. Cuando os hayáis elevado ya, recordaréis con gozo vuestros dolores pasados y daréis gracias al Padre, porque esos dolores fueron menos de lo que merecíais.

49. He aquí mi palabra dada por el entendimiento del hombre, la cual, para ser perfecta como la deseáis, es menester que os espiritualicéis y de ella participéis a vuestros hermanos por quienes os hablo. Dadles idealidad, tranquilidad y estímulo; su trabajo es delicado para el espíritu y fuertemente pesado para la materia. Mi Obra necesita de portavoces fuertes, sólo así podrá hacer las maravillas que el mundo incrédulo exige, o sea aquéllos que imitan en su duda a Tomás, los que necesitan ver y tocar para convencerse, ignorando que ellos también podrían hacer maravillas, si imitasen menos a Tomás y más al Maestro que os habla.

50. Portavoces de mi palabra: Mientras vuestro trabajo no sea comprendido y veáis que no recibís el cuidado y la consideración que merecéis por la labor que desempeñáis, resignaos, perdonad, no perdáis vuestra afabilidad; mas cuando sintáis el toque espiritual de mi luz que busca vuestro entendimiento, para luego brotar por vuestros labios, pensad en Mí, entregaos con alegría sirviendo a vuestros hermanos. Yo responderé a vuestra preparación, llenándoos de gracia en esos instantes. Para que seáis merecedores de todo esto, es menester que os dulcifiquéis y llevéis en vuestro corazón el sentimiento de la verdadera caridad.

51. No penséis en el instante de prepararos para mi comunicación, en sabidurías o en filosofías de la Tierra, porque todo ello será inútil ante mi sabiduría. Yo soy quien os inspiro en vuestros éxtasis y quien os da fuerzas para el desempeño de vuestra delicada misión. Si os entregáis a Mí, ¿qué podréis temer?

52. Orad, pero que vuestra oración esté formada con vuestras intenciones y obras del día, esa será vuestra mejor oración; mas si queréis dirigirme un pensamiento, formulando con él una petición, decidme entonces: “Padre, hágase en mí tu voluntad”. En ella estaréis pidiendo aún más de lo que podríais entender y esperar, y esa sencilla frase, ese pensamiento, simplificará aquel “Padre nuestro”, que me pedisteis en otro tiempo.

53. Ahí tenéis la oración que todo lo pide y que mejor hablará por vosotros. Mas no la digan vuestros labios, sino que la sienta vuestro corazón, porque decir no es sentir y si lo sentís, no necesitáis decírmelo. Yo sé escuchar la voz del espíritu y entiendo su lenguaje.

54. ¿Qué mayor alegría para vosotros que saber esto? ¿Acaso creéis que Yo necesitaba que me dijeseis lo que tengo que hacer? No os afirméis en la creencia de que para mis comunicaciones es menester de sitios adecuados, de vestiduras especiales y hasta actitudes determinadas para que Yo me manifieste. Días vendrán en que mi inspiración sea con vosotros en cualquier sitio y en cualquier hora; delante de diversas multitudes ante las cuales expresaréis mi pensamiento con palabras y lenguas que todos entenderán.

55. El único Templo donde resonará esta palabra, será en el corazón de vuestro hermano. ¿Vais acaso a aprender lenguas para saber dar mi palabra en idiomas distintos al que habláis? Yo os digo, que expresaréis mis ideas, que son luz, y cada quien las recibirá en su propio idioma, como sucedió cuando mis apóstoles hablaban de mi Reino a los hombres de diversas lenguas o idiomas. Los que aceptan estas maravillas, las llaman milagros, mientras otros las niegan, juzgándolas imposibles. Mas os digo, que son pequeñeces que sin esfuerzo podréis hacer cuando seáis en verdad discípulos de mi amor. Seguid los impulsos de vuestro corazón, oh, mis portavoces, sin imitar a nadie, mirad que cada uno tiene una misión que desempeñar.

56. Pueblo: Multiplicaos, ayudad con vuestro pensamiento a éstos que son mis instrumentos; ellos en su éxtasis os dan la luz espiritual, el manjar que os fortalece y deleita. Ellos sirven para que vosotros aprendáis. Mañana, otros harán por vosotros lo que hoy hagáis por ellos.

Podéis decir que la forma exterior del lenguaje con que hablé en el Segundo Tiempo y la que ahora uso son diferentes, y en parte tendréis razón; porque Jesús os habló en aquel tiempo dentro de los términos y de las costumbres de los pueblos en que vivió, como hoy lo hago, según la mentalidad de los que escuchan mi palabra; pero la esencia que viene de esa palabra dada en uno y en otro tiempo, es la misma, es una, es inalterable. No obstante, esto ha pasado inadvertido para muchos que tienen el corazón endurecido y cerrada la mente.

57. Siempre hay quienes se apartan de la raíz para ir a lo exterior, en donde se confunden y se pierden sin saberlo. El lenguaje manifestado en cualquiera de mis hijos por quienes os hablo, es de gran sencillez y pureza, revela amor y tiene esencia espiritual, mas no os dejéis seducir de términos floridos que suenan muy bien en vuestro oído y nada dicen a vuestro corazón.

58. Dejad estremecer vuestro corazón antes que a vuestro cerebro, porque aquél es dueño de éste. Mientras más elevado es un hombre, más ama, se siente más humilde y es más sano.

59. Buscad mi Obra en lo más puro y elevado de vuestra fe, de vuestro amor y de vuestras concepciones. No compliquéis con conocimientos inútiles, ni opaquéis con cultos externos, la nitidez de esta Doctrina. No olvidéis que por esas causas y otras más que después os diré, os habéis extraviado del verdadero camino.

60. ¿Qué preferís, buscarme a través de los objetos que creáis para representarme, o recibir directamente en vuestro corazón el toque de mi amor o el llamado de mi voz? Espiritualizaos. En verdad os digo, que quien logre esto, tendrá algo que vale más que todos los títulos y nombramientos juntos de la Tierra.

61. Veréis prodigios cuando esto sea y aun antes, muchos acontecimientos increíbles pasarán. ¡Adelante, discípulos! No os dejéis sorprender por espíritus faltos de luz, ya sean encarnados o desencarnados; mas amadles y ayudadles, que también son mis hijos muy amados, los cuales me buscarán como vosotros me buscasteis. Yo entonces saldré a su encuentro y en mis brazos los recibiré como al hijo pródigo.

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