Enseñanza 212

1. Bienaventurado el que acude a Mí, el que busca al Maestro, el que busca el perdón, el que toma la cruz, porque en Mí encontrará la luz que le guíe y el perdón de sus pecados.

2. Os recibo con amor en este día de conmemoración. La huella de mi pasión que deje en la humanidad, se renueva en este día.

3. Si la sangre de aquel cuerpo se evaporó, su esencia quedó en el espíritu de todos los hombres. Ella es imborrable en vuestra Conciencia, porque me recordáis cuando sentís por momentos el peso de la cruz o la pesada cuesta del calvario.

4. Desde que Jesús trazó con sangre de amor el camino, todo hombre que aspira a la salvación o al perfeccionamiento del espíritu, busca las huellas que dejé en la Tierra, para seguirlas. Ese camino es el que os estoy trazando en este tiempo y por el cual llegaréis a la vida espiritual, donde no existen tinieblas ni dolor.

5. El mundo cristiano adoptó como símbolo la cruz, porque en aquel madero Jesús derramó su sangre y expiró en cuanto hombre, consumando en ella su Obra de Redención. Desde entonces, la cruz quedó como símbolo de amor y de perdón divinos. Ella ha sido estandarte de luchas de ideas entre la humanidad; y ahora que ha pasado una Era desde aquel sacrificio, me presento nuevamente en el mundo, ya no como hombre sino en Espíritu y en verdad os digo, que ya no es necesaria para Mí esa cruz. Ya no la cargaré sobre mis hombros, ya no veréis al Rabí ensangrentado y coronado de espinas, con su cuerpo flagelado, mojando con su sangre los pedruscos del camino. Ya no contemplaréis sus ojos abatidos por el sufrimiento, inspirando piedad a unos y terror a otros. No le veréis llegar a la cima del monte, para ser clavado en su cruz entre los malhechores.

6. La cruz, que era afrenta y vergüenza para el que en ella moría, quedó convertida en el símbolo del sacrificio por amor. Esto no lo imaginaron siquiera quienes me persiguieron y escogieron para Jesús la muerte mas ignominiosa, para dejar satisfecha su crueldad, porque las turbas necesitaban acusar y condenar Al que nada había hecho contra ellas, a Quién fue para todos bondad, consuelo y perdón. El hombre estaba en un abismo desde el cual no concebía el bien, el amor que Yo vine a mostrarle con mi sacrificio.

7. En este tiempo no he venido como hombre, y no será sobre Mí la cruz, ahora soy Yo quien coloca sobre vuestro corazón, una cruz de amor para que sigáis mis pasos.

8. Ya habéis sentido el grave peso de esa cruz, ya habéis sentido flageladas vuestras carnes, cuando el dolor ha llegado hasta el espíritu; ya habéis sentido también, lo que es caer en el camino. Las penas de vuestra vida han sido golpes de látigo, y las burlas, cuando por vuestra manera de buscarme os han juzgado faltos de razón, como al mismo Jesús, han sido como la lanza que abrió el costado del Redentor.

9. He aquí vuestra vida como un calvario, discípulos. Todo aquél que quiera imitarme, seguirme y llegar hasta Mí, tendrá que vivir con pasión y beber el cáliz de hiel y de vinagre.

10. Habéis llamado bien a esta Tierra, Valle de lágrimas, a ella habéis venido a conocer el bien y el mal, porque nadie ha nacido perfecto en conocimiento y méritos. Entonces, os he concedido el libre albedrío para elegir el camino, para que vuestro espíritu sea quien por su esfuerzo alcance alturas superiores.

11. Mas, quien elige el mal camino, es menester que en él conozca el dolor, para que al sentir que se aleja de la gracia y de la luz, se lave y fortalezca en el arrepentimiento y así aprenda a vencer las tentaciones.

12. Cuán meritorio es ante Mí el esfuerzo de aquél que lucha contra las tentaciones que se hacen más insistentes, a medida que busca más su regeneración.

13. Mi sacrificio no fue inútil, pueblo, porque tanto los que me aman, como los que me niegan, tendrán que seguir mis huellas. Aquella obra prevalecerá en el libro de los tiempos y dará fruto siempre.

14. Vosotros no podéis saber por qué el peso de vuestra cruz, o sean las responsabilidades y sufrimientos son más ligeros en unos que en otros. Todos en esta Tierra ignoráis vuestro pasado, nadie sabe el instante en que su espíritu recibió la luz. Ante esto, tomad con resignación la cruz que quien así me siguiere, sobrevivirá a la misma muerte.

15. Mi voz en este día es de ley y de justicia, es la misma voz que escuchasteis en el Sinaí. Hoy, como en aquel día, contemplo la incredulidad de muchos. Os di entonces mi Ley grabada en piedra por primera y segunda vez, porque la primera la rompió Moisés exasperado ante vuestra idolatría y vuestra fragilidad. Mas ahora que vengo a escribirla en vuestra Conciencia, ¿qué vais a hacer de ella?; ¿vais a hacer que Elías, el enviado de este tiempo os reclame el cumplimiento de mi Ley?

16. En el fondo de vuestro corazón me decís: “Señor, ha mucho tiempo que nuestra ingratitud hizo que las Tablas de vuestra Ley fueran rotas por la ira de Moisés; ¿cómo seríamos capaces en este tiempo de desconocer vuestra Ley nuevamente?” Y os digo: Es menester que estéis velando, porque en el Segundo Tiempo vino Jesús a traeros la Ley de Amor y le hicisteis derramar hasta la última gota de su sangre y no lo reconocisteis.

17. Os pregunto a vos, pueblo, y a vos, humanidad: ¿En dónde está la Ley que os di en el Sinaí? ¿En dónde está el pan de Vida Eterna que Cristo os dio después? Cabizbajos escucháis mis preguntas, porque reconocéis que andáis fuera del camino.

18. En el Primer Tiempo erais un pueblo formado de doce tribus, mas Israel, haciendo a un lado todo temor a mi justicia, se dividió en varios pueblos. Hoy estáis nuevamente en la Tierra, mas, ¿cómo podríais dividiros en pueblos o tribus, cuando una sola familia está formada por hijos de distintas tribus y los matrimonios han sido formados también por elementos de las doce tribus?; ¿quién ha concebido este plan? Yo soy Quién os ha entresacado y reunido. He aquí por qué hay quienes se estremecen al escuchar esta voz sin saber por qué, es que son los que me escucharon en los tiempos pasados.

19. Aquí tenéis el Tercer Tiempo acercándose a su culminación, en él estáis recibiendo el maná del desierto, la sangre de Jesús y la Luz del Espíritu Santo. Cuando es necesaria vuestra purificación tenéis a María, vuestra Madre Universal, Quién os lava con sus lágrimas de amor y os cubre con su manto de piedad.

20. Nuevamente a mi pueblo, le digo: Unificaos, pues estoy contemplando que mientras unos hacen el propósito de cumplir mis mandatos, otros se están oponiendo a ello. No os dividáis, porque con ello abriréis la puerta a la tentación. Mi palabra es para todos, no importa que haya entre las multitudes quienes no inclinen su cerviz ante mi voz, dominados por la duda que les produce verme comunicado por medio de un entendimiento rudo, torpe y humilde.

21. ¡Cuántos de los que me persiguieron y burlaron en los tiempos pasados, hoy han venido a vivir llenos de paz, la cual Yo les he dado en prueba de mi amor que todo lo perdona, pero al escuchar que he venido nuevamente, su espíritu se ha sentido sobrecogido por el temor y han venido cautelosamente a comprobar si es verdad lo de mi comunicación; entonces al escucharme se han estremecido, porque se han sentido llamados por mi voz!

22. Este es el pueblo que Yo elegí para que llevase la luz y la paz a las naciones, el cual se había diseminado y ocultado entre la humanidad; pero mi mirada perspicaz y penetrante sabía en dónde estaba cada uno de mis siervos para hacerles el llamado y señalarles su misión y por cuyo cumplimiento aún les sigo esperando.

23. El mundo vio con indiferencia el paso de María por la Tierra, mas en verdad os digo, que hoy conoceréis su voz de Madre, su dulce voz que es arrullo, consuelo, esperanza y bálsamo. Unos la reconocen, otros la niegan, sin embargo, Ella, tierna y amorosa, extiende su divino manto sobre el Universo, y bajo él da calor y protección a todas sus criaturas. Ella también salva y redime, es el Arca Celestial que encierra sus misterios por revelar. Si en cuanto a mujer, su vientre fue el arca donde estuvo depositado el cuerpo de Jesús. ¡Cuánto no guardará su Espíritu para todos sus hijos!

24. ¡Cuán profundo ha sido el dolor que el mundo ha clavado en el Corazón de su Madre y con cuánta ternura Ella esconde sus lágrimas, para mostraros tan sólo la dulzura de su sonrisa y lo amoroso de sus caricias! Siempre entre mi justicia inexorable y los pecados de los hombres se levanta la intercesión y la ternura de María, vuestra Madre Celestial.

25. Desde la nube os estoy hablando e invitando a que vengáis a Mí.

26. Aun os contemplo estudiando la primera página del Libro y el tiempo de mi enseñanza ya es corto.

27. Quiero que cuando lleguéis a Mí, podáis decirme: “He aquí, Señor, el fruto de mi cosecha: La regeneración de algunos de mis hermanos por medio de mi ejemplo”. Porque si no cumplís con vuestra misión, no podréis entrar a mi Reino.

28. En Tres Tiempos he venido a ofreceros la salvación espiritual y habéis permanecido sordos a mi voz. Este es el último llamado que os hago; por eso os pido que me escuchéis, que os revistáis de humildad, que descendáis de vuestra grandeza y arrojéis todo odio de vuestro corazón.

29. Mi palabra no es florida, es sencilla para que la comprendan todos y no le den diversas interpretaciones.

30. No puede haber ignorantes entre mi pueblo, porque os he inundado de sabiduría.

31. En todos los árboles contemplo frutos buenos y otros vanos, mas de estos últimos no quiero que me presentéis. Vosotros sois los indicados para escoger los frutos agradables que habéis de mostrarme. Ya sois conscientes de todas vuestras obligaciones. Ayer transitabais tropezando por el mundo, porque un velo de oscuridad cubría vuestras pupilas, mas vine Yo como un rayo en la noche para iluminar vuestras sendas. Desde entonces sabéis dónde andáis.

32. Habéis aprendido a consultar vuestra Conciencia antes de dar un paso.

33. Hoy, que os encontráis reunidos, sed obedientes ante mis enseñanzas, porque se acercan las grandes pruebas.

34. El Maestro una vez más está con vosotros, en este día he venido a mimaros, a levantaros con mi palabra de amor, a entregaros mi ósculo de paz y a preguntaros: “¿Qué me hacéis presente en vuestro corazón?”

35. No he venido a juzgaros, pero sí a pediros que tengáis el verdadero amor y caridad en vuestros actos, que escuchéis la voz de vuestra Conciencia.

36. En todos los tiempos he venido a derramar mi sangre por vosotros, unas veces delante de la mirada material del hombre y otras intangiblemente. A cada instante me encuentro velando por vosotros, para que no sufráis en este mundo y para que después de vuestra vida material alcancéis en el Más Allá, la Vida Eterna en vuestro espíritu; pero no me habéis comprendido, no habéis hecho caso de mi palabra y por eso en este tiempo he venido desde la nube blanca a echar a vuelo mi campana sonora y a pediros que os congreguéis y os Améis los unos a los otros.

37. Empezáis a estudiar, pero no habéis comprendido ni la primera página de mi Libro sabiendo que ya es corto el tiempo en que os entregue mi lección. Tenéis que estudiar y analizar mi enseñanza y levantaros fuertes en el camino, porque no os recibiré sin que antes vosotros hayáis estudiado lo que os he entregado en este tiempo.

38. Me habéis hecho llorar y derramar sangre y ya quiero que lleguéis a Mí y ante mi planta me digáis: “Maestro, he aquí la enseñanza, he aquí la cosecha, he aquí el buen ejemplo que he dado a la humanidad; allí está la humanidad regenerada”. Quiero que me hagáis presente al hombre y a la mujer que hayáis convertido, porque sin este cumplimiento no entraréis a mi Arcano.

Tres veces he venido a este mundo, para brindaros distintas oportunidades de salvación a vuestro espíritu, mas vosotros habéis dejado pasar desapercibidas mis palabras y habéis desobedecido mis mandatos, por eso os digo, que ésta es la última de esas oportunidades y vosotros debéis poner en práctica lo que os estoy entregando revistiéndoos de humildad, descendiendo del pedestal de vuestra falsa grandeza, desechando la mala voluntad y el odio para vuestros hermanos; unificándoos, porque esto es lo que os estoy pidiendo.

39. Ya nos sois los ignorantes, porque he derramado en vosotros mi enseñanza y os pregunto: ¿Por qué contemplo que mis discípulos no me han querido comprender y van interpretando mis palabras y mis órdenes en diferentes formas y según su propia voluntad? ¿Acaso no he venido a hablaros en vuestro propio idioma, con palabras sencillas para que todos vosotros me comprendáis? No estoy hablando en forma diferente a unos y otros, por eso no quiero que mañana me digáis: “Maestro, no supimos comprenderte; no entendimos tus órdenes y por ello no las cumplimos”. No, Israel, es menester que desechéis la ponzoña que ahora alberga vuestro corazón; debéis comprender bien esta Ley, porque ella no tiene la culpa de vuestro pecado y no es justo que mi Obra pague estas ingratitudes. ¿Por qué los hombres no han sabido apreciarla si Yo os la estoy entregando tan blanca y pura como ampo de nieve?

40. Velad y orad, porque a cada instante contemplo las divisiones de los unos y los otros. Contemplo que os queréis apartar de mi Ley, unos volviéndome la espalda, y los otros levantando su planta para caminar según su propia voluntad, dando traspiés y prefiriendo encontrar el espino antes que transitar con rectitud en el camino que he venido a trazaros.

Por doquier de los lugares crecen árboles brindando a la humanidad un fruto diferente al que estoy entregando, mas contemplo que también se encuentra mezclado el fruto bueno y por ello os digo: Sacad el fruto vano y dejad el bueno, escogedlo y hacedme presente tan sólo la semilla limpia y el trigo dorado.

Ya no sois los hijos de las tinieblas como lo erais ayer, porque Yo he venido entre vosotros como un rayo luminoso, para alumbrar vuestro camino, para daros a saber cuál es el sendero de la verdad. Ya podéis ver y caminar por él, porque he venido a daros fuerzas y a tomaros de la mano para que deis los primeros pasos y después podáis transitar solos, pero firmemente, sin caer en el dolor ni en el pecado y sin dejaros conducir por la maldad que existe en este mundo.

41. Hoy ya no sois inocentes niños, hoy sabéis cómo habéis de avanzar, qué actos vais a desarrollar y cuáles son los buenos y los malos caminos, porque os he entregado corazón y Conciencia para que los consultéis.

Por ello, ha tiempo que os estoy pidiendo que no comáis el fruto prohibido, que no desenvainéis vuestra espada de dos filos para dar muerte civil a vuestros hermanos; que os deis cuenta de la pureza y perfección de mi Ley que ha sido una a través de todos los tiempos, para que os levantéis con la comprensión y la buena voluntad cumpliendo con mis mandatos celestiales, para que la paz sea en el Universo y el exterminio no siga arrancando vidas; no quiero contemplaros llorando y con la amargura en vuestro paladar. En este día también Yo voy a entregaros mi caridad divina.

42. Bienaventurado aquél que se encuentre preparado, porque él contemplará la paz en su camino y mi caridad derramada en su espíritu y materia. Desde la Gloria derramo las aguas cristalinas para que os levantéis fuertes en este tiempo. Yo os entrego mi amor a torrentes, para que sigáis adelante y os deis cuenta de que soy incansable, para que vosotros me imitéis el mañana, despojándoos de todo materialismo, de toda vanidad y llevando con vosotros sólo las buenas nuevas obras seáis el espejo limpio en que se pueda contemplar esta humanidad.

43. Siempre he venido en pos de los descarriados, para levantarlos del pecado y ponerlos en el camino de salvación; mañana vendrán las grandes pruebas y es mi voluntad dejaros como el soldado fuerte de Cristo que pueda luchar y salir avante de ellas.

44. En Presencia, Potencia y Esencia, he estado en esta alba entre vosotros, os entrego el pan de cada día y el bálsamo, os bendigo a vosotros, a vuestros hijos, a las madres afligidas y a la ancianidad, a todos entrego mi paz, mi amor y mi luz.

45. Amad, humanidad, amad con el más puro amor que os pueda llevar a la verdad, y entonces sabréis lo que quiero deciros con estas palabras; la fuerza que movió los labios de Jesús cuando estuvo con vosotros, fue la del amor, esa es mi voz, por eso os dijo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”.

46. No hay potencia mayor que la del AMOR, él es también fuego que purifica y agua de gracia que limpia.

47. A pesar de cuanto os hablo, hay discípulos que hoy creen y mañana no, porque tienen sus horas para creer y sus horas para dudar.

48. Veo en vosotros un pueblo cansado de su vida humana e intensamente preocupado, y de ello resulta un pueblo que, diciéndose Espiritualista, vive muy apegado a las cosas terrenas.

49. Y Yo os he dicho: Despertad a la verdad y no hagáis lo que los escribas y fariseos que limpian el vaso sólo por fuera, o que cuando tratan de hacer caridades piensan que no deben darlo todo, porque se quedarían pobres y sin un pan que llevar a sus labios.

50. ¡Ah, cuánto tendréis que vagar como sombras los que penséis así! Naceréis y volveréis a nacer, mientras no aprendáis a dar el amor que os enseño.

51. No quiero que eternamente seáis niños, ¿es acaso justo que este pueblo sea el que en su oración me diga: “Señor, os amo”, y después en su camino no haga una sola obra de caridad? ¿Por qué aun os sorprendo engañando? Porque no hacéis la verdadera caridad y cuando la hacéis es para que os vean y os oigan.

52. Os confundís, y a veces hacéis alarde de fe cuando vuestra fe se ha enfriado; entonces os encuentro fríos también en la caridad, en la lealtad y en la pureza.

53. En verdad os digo, que nadie pasará por la puerta de la cruz si no aprende a ser leal.

54. Amados discípulos: Yo os digo que si a veces os hablo con palabra dura, no llega a ser tan justiciera como la que merecéis conforme a vuestros hechos.

55. Sólo vengo a lavaros de imperfecciones con mi palabra. ¿En dónde están las blancas vestiduras que os preparasteis para estar Conmigo en esta fiesta?

56. Quiero penetrar en vuestro interior para contemplar mi Santuario, ¡oh, espíritus de hombres que os creéis nacidos ayer y tiempo ha que brotasteis de Aquél que en sí lleva el amor de padre y el amor de madre, porque de Él brotan todas las formas del amor perfecto!

57. Así como veis desarrollarse el cuerpo del hombre, también en él se va desarrollando el espíritu; mas el cuerpo encuentra un límite a su desarrollo mientras el espíritu requiere de muchas materias y de la eternidad para alcanzar su perfección.

58. Esa es la causa de vuestras reencarnaciones. Nacisteis de la mente paterna y materna de Dios, puros, sencillos y limpios, semejantes a una semilla, mas no os confundáis porque no es lo mismo ser puros y sencillos a ser grandes y perfectos.

59. Podéis hacer la comparación de un niño que acaba de nacer, con un hombre de experiencia que enseña a niños.

60. Ese será vuestro destino a través de las Edades, cuando vuestro espíritu esté desarrollado. Pero, ¡cuán lento avanza vuestro espíritu!

61. Hace ya casi dos mil años en que con pocas palabras os enseñé la manera de encontrar el Reino de Dios: “Amaos los unos a los otros”, os dije. Habéis vivido muchas veces, sin materia o con ella, en este Valle y en otros, y no habéis podido aprender la lección.

62. Mucho andaréis aún hasta que se haga realidad en vuestro espíritu aquella sublime enseñanza.

63. Este mundo está llamado a espiritualizarse con sus moradores y terminar así con los sufrimientos y vicisitudes.

64. El fuego de mi amor viene a fundir la nieve de vuestro corazón, y aunque pasen los siglos, Yo seguiré enseñando, y vosotros llegaréis a aprender y amar.

65. ¿Recordáis a María Magdalena? ¿No habéis entendido el símbolo que ella encierra?

66. La mente del hombre no sabe comprender mis símbolos, se estaciona ante el misterio y se conforma con el símbolo.

67. Los símbolos son imágenes caídas que ya no deben existir en el culto de la humanidad en su edad de luz.

68. María Magdalena, fue merecedora de mi ternura y de mi perdón.

69. Pronto logró su redención, lo que no sucede con otros que piden débilmente el perdón por sus pecados; mientras ella encontró pronto lo que buscaba, otros no lo logran.

70. Magdalena se hizo perdonar sin hacer alarde de su arrepentimiento, ella había pecado como vosotros pecáis, mas había amado mucho; el que ama podrá tener equivocaciones en su conducta humana, pero el amor es la ternura que rebosa del corazón. Si vosotros queréis ser perdonados como ella, volved vuestros ojos a Mí llenos de amor y confianza, y seréis como ella, absueltos de toda mancha.

71. Aquella mujer no volvió a pecar, el amor que de su corazón rebosaba lo consagró a la Doctrina del Maestro.

72. Fue perdonada; aunque había cometido errores, en su corazón llevaba el fuego que purifica, y por aquel perdón que recibió, ya no se apartó un instante de Jesús, más bien mis discípulos me dejaron solo en las horas más cruentas que aquella pequeña; María Magdalena no se apartó de Mí, no me negó, no temió ni se avergonzó.

73. Por ello le fue concedido llorar a los pies de mi cruz y sobre mi sepulcro, su espíritu pronto se redimió por lo mucho que amó; en su corazón llevaba también espíritu de apóstol. Su conversión resplandece como luz de la verdad; había sabido humillarse ante mi planta para decirme: “Señor, si Tú lo quieres yo seré salva del pecado”.

74. Mientras vosotros, cuántas veces quisierais convencerme de vuestra inocencia cubriendo vuestras faltas con largas oraciones.

75. No, discípulos, aprended de ella, amad en verdad a vuestro Señor en cada uno de vuestros hermanos, amad mucho y os serán perdonados vuestras faltas. Grandes seréis cuando hagáis florecer en vuestro corazón esa verdad.

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