Enseñanza 100
1. Cuando vengo a vosotros como Juez, volvéis a escuchar aquella voz de Jehová que hacía estremecer vuestro cuerpo y espíritu en el Primer Tiempo. Entonces, los hombres tapaban sus oídos pretendiendo no escuchar la voz omnipotente de su Dios; hoy digo a este pueblo: “No tapéis vuestros oídos, no me cerréis vuestro corazón, mirad como mi gracia infinita se extiende en todo el Universo. No temáis, sólo quiero la ofrenda de vuestro amor”.
2. El que ha faltado, me ha desconocido. ¿Acaso vosotros habéis faltado? Si así es, reconoced que también he descendido como Padre y como Maestro, para perdonaros y enseñaros nuevamente el camino de salvación.
3. Mi juicio es de amor, no de venganza.
Si vengo a tocar a los hombres con mi justicia, es porque quiero salvaros; si a los reyes les vengo a quitar su cetro, es porque los quiero humildes; si vengo a reclamar a los que conducen a la humanidad, es porque he visto que no es el amor, la paz ni la justicia lo que han sembrado en el corazón de sus pueblos. Sólo veo que los campos han sido sembrados de muerte, de desolación, de intranquilidad y miseria.
4. Los muertos desde su silencio, claman justicia, y los que tienen hambre del cuerpo y del espíritu, están llenos de odio en su corazón, para desbordarlo llegado el instante.
5. Humanidad: Busco vuestra reconciliación. No vivís en mi Ley; está rota vuestra armonía con vuestro Dios y con todo lo creado. No os amáis entre hermanos y ese es el secreto de la felicidad que os reveló Jesús. Y si habéis perdido la armonía entre los unos y los otros, ¿creéis poder conservarla con los elementos de la Creación?
6. La mano del hombre ha desatado la justicia sobre sí; en su cerebro se agita un torbellino, en su corazón ruge una tempestad y todo esto se manifiesta también en la Naturaleza, sus elementos se desencadenan, las estaciones se hacen inclementes, aparecen y se multiplican las plagas. Es que vuestros pecados crecen produciendo enfermedades y la ciencia insensata y temeraria no reconoce el orden de lo dispuesto por el Creador.
7. Si sólo os lo dijera no lo creeríais, es menester que palpéis el resultado de vuestras obras para que os desengañéis; precisamente os encontráis ahora en ese momento de vuestra vida, en la cual vais a ver el resultado de todo lo que habéis venido sembrando.
8. Vosotros, que habéis escuchado esta palabra, me preguntáis en vuestro corazón: “¿Por qué no detengo este desastre que los hombres con su ciencia han venido preparando?” A lo cual os contesto: Es menester que el hombre apure el cáliz que ha llenado; ha mucho tiempo que las naciones con su diferencia de razas y sus ambiciones, han venido preparando la lucha para destruirse, solo mi caridad es la que le ha detenido, mas esa prueba de misericordia divina no la ha querido ver ni comprender la humanidad.
9. Un instante tan solo voy a dejarle y ese instante de justicia bastará para que recuerde el amor de su Creador, porque nadie puede existir sin mi Ley o sin mi paz.
10. Pueblo: Vos que habéis tenido mi presencia de Juez, decid, ¿si mi justicia se parece a la vuestra? Preguntaos, ¿si soy digno de ser temido o de ser amado?
11. Contemplad como se ha extendido la semilla bendita de esta Doctrina, en cumplimiento de mi palabra. De las grandes ciudades ha bajado a las humildes comarcas recorriendo caminos y salvando distancias. No morirá, podrá dejar de existir en un corazón que muera a la fe, mas para entonces, ya estará sembrada en otros corazones. Mi palabra saldrá de esta tierra para ir a otras comarcas buscando corazones donde germinar, nadie podrá impedir que esta Doctrina se extienda.
12. Todavía ahora está mezclado el trigo con la simiente humana, con todas sus imperfecciones, porque no os habéis dado cuenta de la esencia de mi Doctrina; mas cuando abráis los ojos del espíritu y vuestros sentidos despierten a la verdad, contemplaréis la divina pureza de esta Revelación y entonces abrazándola con todo el amor y el celo de vuestro corazón, la llevaréis limpia y pura, para darla a conocer a la humanidad, dividida y alejada del camino de mi Ley.
13. Si creéis que mi palabra tan solo habla a los presentes, os equivocáis, mi palabra es para todo el que la reciba, ya sea hoy, mañana o dentro de mucho tiempo, lo mismo será que la reciba a través de un portavoz, por un testigo o por medio de un escrito.
14. A los presentes y a los futuros os dice vuestro Padre: Si queréis ser sembradores de la verdad, cultivadores de lo espiritual, compañeros de la paz, reconoced la perfección de mi Semilla y limpiad vuestro corazón. Yo iré levantando uno a uno en la lucha señalándole caminos y limpiando comarcas.
15. En apariencia serán necesidades materiales las que os lleven a otros lugares, pero la verdad será que fue vuestra misión la que os levantó para mostraros la extensión de las tierras incultas o a medio cultivar, para que en ellas depositéis la Semilla bendita que mi Espíritu os ha entregado en este Tercer Tiempo.
16. Orad por todos los labriegos, hermanos vuestros, uníos todos en una oración de igualdad y de fraternidad; velad por las congregaciones ya sean éstas grandes o pequeñas, cercanas o distantes.
17. Dejad que la savia del Árbol de la Vida corra por vuestro ser, para que vuestros frutos sean también de vida.
18. Mi enseñanza es profunda discípulos, mas he puesto a vuestro alcance los medios para que lleguéis a comprenderla. Recibid a los seres del Más Allá, que os he enviado con un mensaje de luz para que os ayuden a pasar de lo espiritual a lo divino. Escuchadlos, aconsejándoos que apartéis de vuestro corazón toda materialidad, para que podáis transportaros a lo divino. ¿Quién mejor que ellos para hablaros de espiritualidad? Cuando mencionan la Mansión espiritual, os hablan con conocimiento, porque de ahí vienen a vosotros.
19. Esos seres pasaron por el crisol de la purificación; su lucha, su arrepentimiento por las faltas pasadas, su experiencia y elevación espiritual, han sido los méritos que en ellos he encontrado para enviarlos a manifestarse entre mi pueblo.
20. Están limpios y pueden hablar de limpidez al mundo; me aman y os aman, por lo tanto, tienen derecho a hablar de amor, están saturados de salud y por esa causa pueden impartir salud a los enfermos.
21. Los he enviado para ejemplo de la humanidad; imitadles haciéndoos dignos de hablar de amor, de regeneración, de paz, de espiritualidad. Si así lo hacéis en verdad os digo, que entre mi pueblo no habrá fariseos hipócritas, de aquellos que cuidaban mucho de la apariencia material y ocultaban en el corazón podredumbre y el cieno.
22. Los que reciben en su mente la vibración de esos seres y los que escuchan sus mensajes, deben dejarlos que se manifiesten en plenitud para que su recuerdo sea imperecedero en el corazón de la multitud y su simiente sea inmortal en el corazón de la humanidad.
23. La inspiración de ese mundo superior seguirá guiando e inspirando a mis discípulos, aunque os advierto que de tiempo en tiempo irá siendo más sutil y más elevada su comunicación a medida que vuestra espiritualidad sea más grande.
24. Este camino es para ir por él sin deteneros, aunque también debo deciros que hay que recorrerlo paso a paso, y no en carrera vertiginosa.
25. No os hundáis en la rutina, comprended cuando ha llegado el tiempo de dar un paso más en el sendero. No os adelantéis a darlo, mas tampoco os retardéis en hacerlo.
26. La forma de no estacionaros es la de apegaros a mi palabra, apartándoos de todo acto exterior con el que quisierais sustituir al verdadero cumplimiento de mi enseñanza.
27. También me tenéis como Maestro, como Padre, como Doctor. Abrid vuestro corazón, oh, multitudes, que venís con vuestro fardo de dolores. Cerrad vuestros ojos por un momento a lo mundano y sentiréis la presencia de lo espiritual. El caminante fatigado, percibirá la sombra de un árbol invisible que le cubre y le conforta. El corazón necesitado de cariño, sentirá que ha penetrado en el hogar divino donde se escucha, como si fuese un concierto, la voz del Padre. El enfermo tendrá la sensación de que una mano dulce y misericordiosa ha pasado sobre su herida llenándola de bálsamo y calmando su dolor.
28. Aprended a acercaros a Mí, aprended a pedirme, a recibir y a esperar; veréis entonces como se hacen patentes los prodigios en vuestra vida.
29. Este es un tiempo en que el hombre pondrá su parte de espiritualidad y fe para que se realicen los nuevos milagros.
El mundo quisiera volver a ver las obras que hizo Jesús delante de los hombres, a lo cual os digo, que no debéis de empeñaros en seguir viviendo una Era que ya pasó. Habéis penetrado en un nuevo tiempo, y en él os daré lecciones que aún no os han sido reveladas y repetiré mis obras, mas ahora en forma más espiritual.
30. Debéis de estar velando, discípulos, porque no sólo os hablaré por este conducto, también buscaré comunicarme con vuestro espíritu en los instantes en que vuestro cuerpo duerme; os enseñaré a penetrar con preparación en ese reposo y a que vuestro espíritu se desprenda para que se eleve a las regiones de la luz, de donde tomará la profecía para iluminar su camino, transmitiéndole su mensaje al entendimiento.
31. El discípulo que sabe recibir a su Maestro en el instante en que éste le busca, no tiene tropiezo en el sendero, ni se considera débil o solo en la lucha.
32. Llegad a comprender cuál es la espiritualidad que quiero de vosotros, para que no vayáis a confundiros en un misticismo fanático, que en vez de facilitar a vuestro espíritu el que comprenda las lecciones divinas, ponga ante él nuevas tinieblas.
33. Preparaos discípulos, dejad a vuestro espíritu que comience a contemplar la vida que le espera, aquel Mundo que guarda en su arcano infinitas grandezas para los hijos de mi Divinidad.
34. No retardéis la hora en que vuestro espíritu llegue a tener ese gozo.
35. Mi pueblo crece, se multiplica, no sólo en la Tierra sino también en el Valle espiritual. Entre aquellas multitudes espirituales se encuentran los que tuvieron lazos de sangre con vosotros, ya sea que hayan sido vuestros padres, hermanos o hijos.
36. No os sorprenda que os diga, que mi pueblo es tan numeroso, que la Tierra no podría darle albergue y que deberá ser mucho más grande aún. Cuando ya lo haya reunido y no falte uno solo de mis hijos, le será dada por morada el infinito, ese Valle de luz y de gracia que nunca termina.
37. Aquí en la Tierra sólo vengo a prepararos, a instruiros con mi Doctrina, para que sepáis como acercaros a aquella vida.
Esta humanidad es sólo una porción del pueblo de Dios, es menester que todos sepan estas explicaciones para que encaminen su vida hacia el ideal de perfección. Este Mensaje divino que es mi palabra vertida por los labios del portavoz humano, quiero que llegue a toda la humanidad. Mi palabra es la campana que está llamando al mundo, su esencia conmoverá a los pueblos haciéndoles despertar para meditar sobre la espiritualidad, sobre el destino del espíritu después de esta vida.
38. Mientras las religiones permanezcan sumergidas en su sueño y no rompan su rutina, no habrá despertar en el espíritu, ni conocimiento de los ideales espirituales; y por lo tanto, no podrá haber paz entre los hombres, ni aparecerá la caridad; no podrá brillar la luz que resuelve los graves conflictos humanos.
39. A vosotros que me escucháis, os he llamado mi pueblo, porque os he confiado mi Doctrina, a fin de que invitéis a los hombres, no precisamente a unirse a vosotros, porque aún adolecéis de imperfecciones, sino a penetrar de verdad en el camino de mi Ley, la cual sí es perfecta.
40. Hay muchos hombres distantes de vosotros, diseminados en los pueblos de la Tierra, ocultos entre las grandes multitudes, que son hijos de mi pueblo porque viven en mi Ley y su ideal es alcanzar la espiritualidad por el amor hacia sus Semejantes, inspirados en el Padre.
En cambio, entre estas multitudes que día tras día vienen a escuchar mi palabra, están los que a pesar de haberme oído años y años, no puedo aún considerarlos como mi pueblo, porque en vez de amor practican la mala voluntad; en lugar de caridad demuestran egoísmo, en lugar de llevar un ideal de perfeccionamiento espiritual, predomina en ellos su egoísmo y van siguiendo todo lo que halaga su vanidad.
41. Yo dije a mis discípulos en aquel tiempo: “Vengo a haceros herederos de mi Reino”, mas no creáis que por haber estado con su Maestro, se hicieron dignos de aquella gracia; recordad que hubo uno que habiéndose sentado muchas veces a comer con su Señor y habiendo convivido con Él y escuchado muchas veces su palabra, no fue digno de recibir aquel testamento celestial que el Maestro confío a sus discípulos, la última vez que estuvo con ellos en la mesa.
42. El Reino del Padre es la heredad para todos los hijos, y es indispensable alcanzar esa gracia mediante méritos del espíritu. Quiero que no miréis como un imposible alcanzar la gracia que os acerca a Mí.
43. No os entristezcáis al escuchar en mi palabra que llegaréis a la Tierra Prometida con grandes esfuerzos y trabajos. Alegraos porque el que dirige su vida hacia esa idea, no sufre de desengaños ni se ve defraudado. No pasará con él, como sucede a muchos que van en pos de la gloria del mundo, y que después de mucho luchar, no la consiguen, o quienes la alcanzan pronto tienen el dolor de verla esfumarse hasta quedar en la nada.
44. Discípulos: Mi Doctrina os enseña que sin apartaros un paso de vuestros deberes humanos y de los nobles ideales de esta vida, llevéis siempre delante de vosotros el anhelo de caminar hacia Dios, haciéndoos dignos de alcanzar el galardón que os tengo prometido.
45. Está tan unido el cuerpo al espíritu, que éste, cuando sabe que su envoltura sufre, siente como si el mal estuviese en él. Tomad mi bálsamo espíritus, y ungid vuestro cuerpo, sobreponedlo al dolor, impartidle fe y esperanza.
46. Venís con tristeza a llorar vuestras penas junto a Mí, y el Maestro os dice: Que aún cuando tengo por delante mucho dolor que curar entre mis hijos, extiendo mi caridad y os toco, para que sintáis el milagro de mi caricia y os levantéis sanos dando testimonio, para que otros vengan a Mí.
47. Los que saben vencer las tribulaciones de la vida, nunca dejan que ellas turben a su espíritu; helos aquí recibiendo mi presencia con gran gozo en su corazón de discípulos. Mientras que el que se ha dejado vencer por las pruebas, viene triste, derrotado, en vez de elevar hacia Mí un himno espiritual, me muestra tan sólo su dolor y sus lágrimas. Yo recibo esa ofrenda dolorosa, pero quiero que la tornéis en ofrenda de fe, de confianza y de paz.
48. Me preguntáis: “¿Si nada puedo hacer por vosotros?” ¡Ah, mis pequeños, antes de que vosotros me pidáis, Yo he depositado en vuestras manos lo que necesitáis! Pero ocupados en la lucha y caminando sin la luz de la fe, no sabéis sentir mi presencia, ni ver lo que dejo en vuestro espíritu, ni contemplar la luz del nuevo día que sólo espera vuestro despertar para que la veáis brillar en plenitud.
49. Preguntad a los que han visto realizado el milagro en su vida, interrogad a los que vienen con la alegría reflejada en la faz, ellos con su testimonio os abrirán un libro, donde leeréis una historia que será ejemplo y un estímulo para vuestra fe.
50. ¿Cómo podéis pensar que ame menos al que más sufre? ¿Cómo podéis tomar vuestro dolor como una señal de que no os amo? Si supieseis que precisamente por amor a vosotros he venido. ¿No os he dicho que el justo está a salvo y que el sano no necesita del médico? Si vosotros os sentís enfermos y en vuestro examen a la luz de vuestra Conciencia os juzgáis pecadores, tened la certeza de que es a vosotros a quienes he venido a buscar.
51. Si creéis que Dios ha llorado alguna vez, de cierto que no habrá sido por los que están disfrutando de su gloria, sino por los que van perdidos o llorando.
52. He aquí el camino perfecto, porque en mi palabra está la luz que conduce a la perfección.
53. Mi Espíritu penetra en su verdadero Templo que es vuestro corazón. Desde ahí me habéis llamado y me habéis pedido que viniese a daros mi palabra y aquí me tenéis.
54. Creéis en Mí y pronunciáis mi Nombre con fe. Quien guarda mis enseñanzas y las pone en práctica, ese será salvo.
55. Vuestro espíritu no podrá morir en las tinieblas de la turbación, porque mi sangre derramada desde la cruz en el Calvario, alentó a vuestro espíritu a emprender la marcha por el camino de su evolución, siguiendo las huellas de su Maestro. Yo os compré a precio de mi sangre, a precio de amor. Estáis desde entonces preparados para resucitar de entre los muertos.
56. Al escucharme así, íntimamente os confesáis pecadores delante de mi Espíritu, y cuando sentís que se sosiega vuestro espíritu porque habéis oído el reclamo de la Conciencia, penetráis en una comunión de amor con mi Divinidad.
57. Este amor que se acerca a vosotros, es la puerta del Reino de los Cielos que se abre ante vuestro espíritu como una eterna invitación.
58. ¿Quién de mis hijos se ha debilitado en su fe y va perdido en el camino, que no me acerque Yo a él para darle la vida? ¿Quién de los que van sufriendo en silencio, no ha sido escuchado por Mí? ¿Quién que haya quedado huérfano en la Tierra no ha sentido en su vida la presencia y el consuelo de María que los conforta? ¿Quién hallándose moribundo no ha oído en su Conciencia la misma voz que le dijo a Lázaro: “Levántate y anda”? Yo soy Cristo, el Consuelo y la Luz del mundo. Os sigo en vuestra fe o en vuestra duda, porque sé que aun el que más me niegue, al fin será Conmigo, abrumado por el peso de sus obras.
59. Venid a Mí todos los que estáis cargados de penas y con mi palabra, os daré limpidez. Al dejar de escucharme seguiréis sintiendo mi dulce compañía.
60. Recibid mi luz para que ella ilumine el camino de vuestra existencia y en la hora de la muerte os libréis de la turbación, y en un instante, al pasar los umbrales del Más Allá, sepáis quiénes sois, quiénes habéis sido y quiénes seréis.
Parábola:
61. “Un rey se encontraba rodeado de sus súbditos celebrando una victoria obtenida sobre un pueblo rebelde, el cual pasaba a ser su vasallo.
62. El rey y los suyos cantaban victoria. El rey habló así a su pueblo: “La fuerza de mi brazo ha vencido y ha hecho crecer mi reino, mas a los vencidos los amaré como a vosotros, les daré grandes tierras en mis dominios para que cultiven la vid y así como yo los amo, quiero que vosotros les améis”.
63. El tiempo pasó, y de entre aquel pueblo conquistado por el amor y la justicia de aquel rey, surgió un varón rebelde a su señor, a quien intentó dar muerte mientras dormía, hiriéndole solamente.
64. Ante su delito, aquel hombre huyó lleno de temor a ocultarse en las más oscuras selvas, mientras el rey lloraba la ingratitud y la ausencia de su súbdito porque mucho le amaba su corazón.
65. El hombre aquel, en su huída cayó prisionero de un pueblo enemigo del rey, y cuando fue acusado de ser un súbdito de aquel a quien no reconocían, éste atemorizado, a voz en cuello les dijo, que él se encontraba fugitivo porque acababa de matar al rey, mas no fue creído y le sentenciaron a morir en una hoguera después de atormentarlo. Cuando ya sangrante iba a ser arrojado al fuego, acertó a pasar por ahí el rey con sus súbditos, quienes andaban en busca del rebelde, y al ver lo que ahí estaba aconteciendo, levantó aquel señor su brazo diciendo a los verdugos: “¿Qué hacéis pueblo rebelde?” Y a la voz majestuosa e imperiosa del rey, los rebeldes cayeron postrados ante él.
66. El súbdito ingrato, que continuaba atado junto al fuego en espera solamente del cumplimiento de su sentencia, estaba absorto y sorprendido al ver que el rey no había muerto y que se acercaba paso a paso hacia él para desatarlo. Lo apartó del fuego y curó sus heridas; luego acercó vino a sus labios, le vistió con blanca y nueva vestidura y después de depositar un beso en su frente le dijo: “Súbdito mío, ¿por qué os habéis ido de mi lado?, ¿por qué me habéis herido? No me contestéis de palabra, sólo quiero que sepáis que os amo, y os digo en este instante: Venid y seguidme”.
Aquel pueblo que presenciaba estas escenas de caridad, maravillado y convertido, exclamó: “Hosanna, hosanna”, declarándose súbdito obediente de aquel rey. Ese pueblo sólo recibió beneficios de su señor y el súbdito que un día se rebeló, sorprendido por tanto amor de su rey, hizo el propósito de pagar aquellas pruebas de afecto sin límite, amando y venerando por siempre a su señor, rendido ante sus obras perfectas”.
67. He aquí, pueblo, muy clara mi palabra. Los hombres luchan en contra mía y no pierden su amistad para Conmigo.
68. ¿Qué daño he hecho a los hombres? ¿Qué perjuicio les acarrea mi Doctrina y mi Ley?
69. Sabed que cuántas veces me ofendáis, las mismas seréis perdonados, pero entonces quedaréis obligados a perdonar a vuestros hermanos cuantas veces os ofendieren.
70. Os amo, y si un paso os alejáis de Mí, ese mismo doy Yo para acercarme a vosotros. Si me cerráis las puertas de vuestro Templo, Yo llamaré a ellas hasta que abráis para penetrar en él.
71. Si creéis que ya estáis redimidos porque Yo fui en la cruz, también comprended que tendréis que haceros dignos de aquel rescate y seguir aquel ejemplo.
72. Ante Mí están los que pecaron y hoy son bendecidos; los que blasfemaron y hoy reciben dulzura en sus labios; las adúlteras que no tenían paz en su Conciencia, han sido perdonadas para que no vuelvan a pecar, porque Yo soy la Resurrección y la Vida.
73. Si sois los discípulos y herederos del Verbo, no blasfeméis jamás, mirad que os he dado un lenguaje dulce para expresar toda idea, toda inspiración y todo sentimiento.
74. He aquí mi palabra, para el torpe y para el entendido.
75. Sed el pueblo bueno, sed como un espejo limpio para que todos confiesen que estoy con vosotros.