Enseñanza 094

1. Mi palabra se ha manifestado entre vosotros llena de amor; se ha derramado como bálsamo de consuelo, cuando habéis venido ante Mí llorando y con paternal consejo os he tenido que corregir.

2. De Mí nunca diréis, que no os señalé vuestras imperfecciones o que en mi Doctrina os enseñé lecciones engañosas. Mañana, cuando descubráis vuestros errores y estiméis la grandeza de esta revelación, sabréis hacer justicia a vuestro Padre.

3. Aún no palpáis esta verdad, primero eran las tinieblas las que ponían una venda de oscuridad en vuestros ojos, después vino la luz de mi palabra, pero os habéis deslumbrado con ella; es menester que caminéis a tientas unos instantes para que os acostumbréis a esta luz y podáis mirar cuanto os rodea.

4. La Verdad es una y es eterna, sin embargo, mirad a los hombres pregonando diferentes verdades. ¡Cuánto se han hollado en la Tierra mis enseñanzas!

5. Desde que Cristo vino a hablaros de la Verdad, cuántos han tratado de hablar de ella, mas os pregunto: ¿También me han imitado en el amor, en la mansedumbre y en la caridad? Sólo Yo sé quiénes han sido mis verdaderos discípulos y apóstoles a través de los tiempos.

6. Si mañana cuando los hombres al juzgar esta comunicación, llegan a dudar de su verdad por haber sido dada a través de entendimientos pecadores, Yo les haré comprender que no es el pecado el que me rechaza, por el contrario, él me ha aproximado más al que se ha extraviado del camino.

7. Otra prueba de mi poder que los hombres reconocerán, consistirá en que sólo Yo he podido hacer que las bocas de los pecadores hablen con pureza, que los labios blasfemos hablen de lecciones divinas, y que las mentes rudas transmitan enseñanzas y revelaciones llenas de sabiduría.

8. ¿Quiénes serán los que en este tiempo se levanten como verdaderos apóstoles de mi palabra? ¿Quiénes de vosotros haréis contemplar a vuestros hermanos la hermosura de mi enseñanza?

9. Son necesarias vuestras obras; es indispensable el testimonio de este pueblo que oyó mi palabra.

10. La Doctrina que os he enseñado, es como una inmensa antorcha en torno de la cual tendrán que reunirse los pueblos, los hombres que tienen hambre de verdad y sed de justicia y también los espíritus errantes, los investigadores que se desvelan en busca de la luz.

11. Preparaos para el tiempo en que caravanas de hermanos vuestros se levanten en busca del oasis de paz, pero hacedlo con humildad; atesorad en el espíritu, las virtudes que os he traído en mi palabra. No busquéis la forma de impresionar a vuestros hermanos con vanidades o con enseñanzas superfluas, ellos vendrán huyendo precisamente de aquello.

12. No sólo los que escucharon mi palabra a través del entendimiento humano serán llamados hijos de este pueblo, todo el que abrace su cruz, todo el que ame esta Ley y propague esta semilla, será llamado labriego de mi campiña, apóstol de mi Obra e hijo de este pueblo, aún cuando no me haya oído a través de esta manifestación.

13. Nuevamente os digo, que no busquéis formas exteriores para dar a conocer mi Obra, porque presentaríais muchos puntos vulnerables por donde seríais combatidos por las sectas y religiones.

14. Si buscáis mejoramiento moral, la limpidez en vuestra vida, la espiritualidad en vuestro culto, no habrá armas, ideas, ni doctrinas que puedan venceros. Construid con el espíritu y todo se conservará y sobrevivirá a las vicisitudes y a los combates, porque el espíritu es indestructible. Si construís sobre bases materiales, habréis hecho lo que el necio cuando edifica sobre la arena una casa, que al menor movimiento tendrá que venir por tierra.

15. Haced de vuestro corazón un depósito para que en él guardéis mis enseñanzas como el más preciado tesoro que haya alcanzado hasta este tiempo vuestro espíritu.

16. Vengo a hacerme presente ante vosotros en este tiempo de lucha espiritual, porque fuisteis enviados al mundo para hablar de la Ley.

17. Os he enviado al mundo en este tiempo para que habléis de Mí y para que vuestro espíritu desborde su experiencia en los demás.

18. Si os he revelado que sois Israel, es para que sepáis que ha mucho tiempo que en la Tierra venís siguiendo mi camino y también para que meditéis en vuestra responsabilidad. ¿No creéis que sea justo que a veces os reclame vuestra falta de fe, de ahínco o de caridad?

19. Un solo Dios os ha hablado desde el principio de los tiempos; un solo Dios quiero que reconozcáis y améis, además quiero que sólo me ofrezcáis un solo culto.

20. Son los hombres los que han forjado muchos dioses, cada uno lo siente, lo adora y lo imagina de diferente manera. Estoy apartando de este pueblo toda influencia religiosa para que aquí, en su soledad, en su retiro, me escuche y me comprenda y al final me rinda un culto digno de su Creador.

Lo mismo hice en aquel tiempo cuando Israel hacía siglos que se encontraba cautivo bajo el yugo y el azote de los faraones de Egipto. Fue mi voluntad tomar a Moisés como enviado y arrancar de la esclavitud al pueblo destinado para recibir la Ley y la luz que alumbraría a la humanidad. Comparad los acontecimientos de aquel tiempo con los de ahora y comprenderéis la intención con la que el Maestro os ha hablado de estos hechos.

21. Vuestro espíritu me dice, que también en esta época la humanidad ha sabido de esclavitud material, de penalidades y azotes, y que ha pasado por la esclavitud del espíritu.

22. Por ello vengo a vosotros nuevamente para deciros: Amaos como os enseñé en el Segundo Tiempo, llevad espiritualidad, orden, obediencia, fe y caridad, y os sentiréis fuertes en la lucha y seréis el ejemplo delante de todos los pueblos de la Tierra.

23. Muchos os preguntarán: “¿Cuál es el camino que seguís y hacia dónde vais?” Y cuando miren vuestro paso humilde pero lleno de seguridad y de firmeza, os seguirán con el corazón pleno de confianza y de fe.

24. Hoy vuestro espíritu viene en busca de sustento, el corazón quiere paz, la mente tiene sed de luz y el Maestro os dice: En los primeros tiempos de vuestra evolución todo lo teníais, aun sin haber hecho méritos para lograrlo; en cambio, ahora todo lo tendréis que alcanzar con vuestras obras dentro de la Ley que os enseña a Amaros los unos a los otros.

25. Nada os costó en aquellos tiempos tener salud, fuerza, paz, abundancia, por eso todo lo perdisteis fácilmente. Ahora os digo: Cuando hayáis recuperado con esfuerzos, con luchas y sacrificios el desarrollo de aquellos dones que no supisteis estimar en todo su valor, ya no volveréis a perderlo, porque entonces aprovecharéis lo que tenéis y nunca olvidaréis lo que os costó alcanzarlo.

¿Tenéis una idea de cuánto tendrá que evolucionar esta humanidad, para despertar de su largo sueño y levantarse con el ideal de recuperación y de evolución? Mas vosotros iréis delante de ella, enseñándole el camino de su evolución espiritual. Quiero que desempeñéis con pureza la parte que os he confiado.

26. De muchos puntos de la Tierra surgirán hombres, grupos y multitudes hablando a la humanidad del nuevo tiempo, hablando de espiritualidad y trabajando por la liberación y la fraternidad de los hombres. Por ello os digo que lo demás, lo haré Yo.

27. Hay obras que solamente Yo podré llevar a cabo, una de ellas es salvar a esta humanidad de los abismos que ha creado; pero hay gozo infinito en el Padre, cuando se ve acompañado en sus divinas tareas y deberes por sus hijos tan amados, por ellos, hago el llamado a las grandes multitudes, les expongo el fin de mi manifestación y luego elijo a los corazones de buena voluntad para prepararles como soldados y emisarios de mi Causa divina.

28. Mi voluntad es ver a este pueblo diseminado en ejércitos por caminos, pueblos y naciones, llevando la Buena Nueva y el testimonio de mi palabra, así como la luz de mis promesas. Si os unís verdaderamente, veréis brotar de vuestra mente grandes inspiraciones, que serán la llave que abrirán las puertas hoy cerradas.

29. En este tiempo he venido a deciros: A tal grado ha llegado la influencia del mundo en vosotros, que habéis borrado toda huella de mis anteriores enseñanzas. Esta es la razón por la cual he venido. ¿Quién de los moradores de la Tierra, podría haceros comprender todo el caudal de experiencia y de luz que trae vuestro espíritu a pesar de que no lo manifiesta, porque las influencias del mundo se lo impiden? Nadie, sólo Yo puedo salvaros y revelaros los misterios del espíritu.

30. Entre la humanidad se encuentran seres que en otro tiempo cruzaron el desierto en pos de una promesa divina; descubro a otros que vivieron en tiempo de Jesús, vieron sus obras y escucharon su palabra, lo siguieron al desierto y comieron de los panes y peces, como también a los que anduvieron entre las turbas gritando el día de mi crucifixión. Aquí mismo, entre las multitudes que vienen a oír el mismo Concierto celestial que es ahora nuevo para ellos, descubro a aquellos espíritus.

31. Estos que lloran, éstos que se estremecen al oírme y reconocen la voz que les habla, son aquellos cuyo espíritu conserva aún el eco de mis palabras.

32. ¿Veis cómo muchos de los que llegan ante esta manifestación se quedan para siempre en el camino consagrados a estas prácticas, sin que haya poder humano que les impida el venir a escuchar mi palabra? Son los que en otro tiempo contrajeron deudas de amor con su Dios y que no tuvieron ocasión de entregarse a Él, pero que así mismos se prometieron esperarme para seguirme y servirme hasta el fin.

33. Hoy vengo a recordarles los acontecimientos que ya han vivido.

34. En aquel tiempo, cuando mis discípulos supieron que pronto partiría de entre ellos, me preguntaron: “¿Señor, cuándo te volveremos a ver?” Les dije en qué tiempo volvería y qué señales daría de mi retorno.

35. Ahora les digo a los nuevos discípulos: Éste es el tiempo anunciado, las señales se han cumplido sin faltar una.

36. Vosotros sabéis que esta comunicación por medio del entendimiento del hombre, también va a llegar a su fin y como aquellos, preguntáis: “Señor, cuando tu palabra haya dejado de escucharse, ¿no volveremos a tener la dicha de sentir tu manifestación en alguna forma?” A lo que os respondo: Después de este tiempo, vendrá el de vuestra espiritualidad, el de la comunicación directa con vuestro Señor, en la que me sentiréis eternamente presente.

Cuando lleguéis a ese grado de elevación, nunca más diréis que el Padre va venir, o que se ha ido, porque ya habréis comprendido que Yo siempre estoy en vosotros. Entonces recordaréis que os dije a través de Jesús: “El Reino de Dios en vosotros está”.

37. Llevad la Buena Nueva a las naciones; extended este Mensaje por doquier, mirad que muchos de los que esperándome están, creen que Yo he de aparecer en cuanto hombre en la Tierra, y eso nunca os lo dije, en cambio, os di a comprender que mi venida sería espiritual, que vendría sobre la nube.

38. Ya os he dicho que tocaré a las religiones y sectas para despertarlas de su letargo, ellas reconocerán la luz de este tiempo y alimentarán el ideal de espiritualidad; pero es menester que desempeñéis la parte que os estoy confiando, porque esta semilla tan solo espera caer en la tierra para germinar y dar frutos de sabiduría, y progreso espiritual entre la humanidad.

39. El ejemplo de este pueblo humilde que conduce sus pasos sin ministros que lo guíen y que me rinde culto sin ceremonias ni símbolos, será un llamado que despierte a los que duermen su noche de siglos, y será un estímulo para la regeneración y depuración de muchos de mis hijos.

40. No tratéis de ignorar vuestra responsabilidad en esta Obra; no olvidéis que os he enviado a la Tierra como precursores y profetas del Tercer Tiempo.

41. De cierto os digo, que si en esta hora me presentase con el mismo cuerpo con el que me mirasteis en aquel tiempo, contemplaríais frescas mis heridas, y en mi rostro impresa aún la huella del sacrificio, pero ello sería un constante reproche para la humanidad y prefiero ocultaros mis heridas para mostraros tan sólo mi luz. ¿Por qué muchos desean contemplarme humanizado en la forma de Jesús? ¿No comprendéis que soy más que forma? Cierto es que en aquel tiempo lo mismo que en este, me he dejado contemplar en la forma de Jesús; mas esta gracia no ha sido para todos, no es menester que todos me miren así. Nuevamente os digo: “Bienaventurados los que sin ver han creído”.

42. Cuando los hombres hayan salido del materialismo de sus prácticas religiosas y en lugar de buscarme en imágenes que son obra humana y se espiritualicen, me concebirán tan grande y omnipotente, que no aceptarán el verme limitado y no desearán ni siquiera espiritualmente, verme en la figura de Jesús.

43. Cuán delicada es la misión del vidente en este tiempo, no le basta tener el don de la mirada espiritual si no tiene elevación. ¿Quién podrá guiarle si no es su Conciencia, y quién podrá librarlo de una confusión, si no es la oración y la vigilia?

44. Siete grandes profetas tuvo Israel en el Primer Tiempo, ellos hablaron y escribieron sobre el futuro de la humanidad, sobre las pruebas que vendrían a los pueblos y también anunciaron las revelaciones divinas que el Señor haría a los hombres. No fueron grandes por haber hablado mucho sino por haberse elevado en busca de mi luz.

45. Lo mismo quiere ahora el Padre de los nuevos profetas, que ofrezcan a la humanidad un solo miraje, pero lleno de verdad, así he dicho a mis labriegos: “Ofrecedme como cosecha de vuestra siembra aunque sean tres granos, pero que sean fecundos y no una fanega, en la que abunde la paja y el tamo”. No olvidéis que son vuestras obras las que están preparando vuestro paso a la eternidad.

46. Ahora que mi Espíritu Divino se comunica con vosotros, os envío un rayo de luz que toca la mente del portavoz y él os transmite mi luz hecha palabra.

47. He aquí al Verbo entre vosotros, el mismo que os habló en el Segundo Tiempo. Es la misma Doctrina y la misma esencia, mas hoy no vengo revestido de cuerpo humano. Ayer mis pies tocaron el polvo del mundo, hoy tan sólo mi luz se manifiesta a vuestro espíritu.  Preparad vuestro corazón, para que podáis sentirme y sustentaos con mi palabra, ya que en verdad sabéis que no sólo de pan vive el hombre. Os daré mi cuerpo y mi sangre, que representé en aquel tiempo con pan y vino, ahora en forma espiritual será mi palabra la que sustituya al pan que es mi cuerpo, y la esencia de mi palabra, será el vino que beberéis como mi sangre.

48. El espíritu del pueblo se estremece de gozo con mi presencia. También el Maestro se recrea con la presencia de los nuevos discípulos. Oíd al Maestro hablar a sus apóstoles del Segundo Tiempo:

49. Juan amado: Vos que reclinasteis vuestra sien sobre mi corazón, quisierais que todos los que me escuchan se hicieran dignos de reclinarse en Mí para sentir mi paz, para estar cerca de la fuente de la vida. Vuestra lucha no ha terminado, vuestro espíritu incansablemente ora y envía su luz entre la humanidad del Tercer Tiempo, a la cual profetizasteis muchas maravillas. En esta Era estáis viendo, el cumplimiento de las manifestaciones que mirasteis en vuestras visiones y éxtasis y de las cuales no supisteis su significado, ni cuando habían de cumplirse. Velad por el mundo.

50. Judas Iscariote, apóstol mío: Hoy la humildad es en vuestro espíritu, porque la expiación ha sido amarga, muy amarga; en cambio hoy se derrama benéficamente vuestra influencia sobre la humanidad. Invisiblemente os presentáis como consejero de hombres. Os he dado mi paz, discípulo, ¿por qué no la sentís de lleno en vuestro espíritu? Mucho habéis llorado, a pesar de que nunca os he negado mi consuelo y mi perdón; es que estáis esperando que se salve el último de mis hijos para poder decirme: “Señor, descended de vuestra cruz, ya estoy en paz, ya soy digno de recibir vuestro perdón”.

51. Mientras miráis que la humanidad se hunde cada día más en el pecado y con el blasfema, me traiciona y me crucifica, vuestro espíritu sufre tormentos que el mundo no podría imaginar y cada pecado en que me desconoce lo sentís como si fueseis vos el que me está desconociendo.

52. Hijo, discípulo: Tomad de mi mesa el pan y el vino que dejasteis aquella noche, que fue la última que en cuanto hombre pasé con vosotros, Yo os digo: Comed y bebed, hoy os entrego lo que no recibisteis en aquella cena y que todos los demás recibieron. Aparto vuestra menesterosidad y vuestra miseria por la humildad que hoy tenéis, cual fruto de un grande arrepentimiento. Tomad mi paz y hallad en ella mi cuerpo y mi sangre también.

53. He aquí, pueblo, mis nuevas lecciones de amor, haced con vuestros hermanos lo que veis que hago con vosotros. ¿Qué vais a hacer en este tiempo con mi Obra? Delante de Mí contemplo un nuevo calvario y una cruz. Mi vía dolorosa no ha terminado, mi pasión no concluyó en el Gólgota, mis pasos van dejando aún su huella ensangrentada.

54. Pueblo mío, humanidad: Venid por mi camino y vuestro sacrificio lo tornaré en Vida Eterna, vuestro dolor en alegría y cuando lleguéis a la cima del monte, veréis mi amor esperándoos. También el mundo me espera, tiene hambre y sed de mi amor, mas a todos llegaré, porque ésta ha sido mi promesa; cuando las naciones estén en paz y el pecado haya sido exterminado y los hombres se amen como hermanos, os mostraré la espada con que os vencí: EL AMOR.

55. ¡Cuán humilde es esta manifestación para quien la ve con los ojos de la materia! Mas, ¡cuán sentida y grande para el que la contempla con el corazón y con el espíritu!

56. Así como ahora estáis a mi alrededor, así me encontraba en el Segundo Tiempo aquella última noche. El Sol se hallaba en el ocaso, cuando Jesús conversaba con sus apóstoles en aquella estancia por última vez. Eran como las palabras de un padre en agonía a sus hijos muy amados. Había tristeza en Jesús y también en los discípulos que ignoraban todavía lo que unas horas más tarde esperaba a Aquél que había venido a doctrinarles y les había amado tanto. Su Señor iba a partir, mas no sabían aún cómo. Pedro lloraba estrechando el cáliz contra su corazón. Juan humedecía con sus lágrimas el pecho del Maestro. Mateo y Bartolomé se hallaban extasiados ante mi enseñanza. Felipe y Tomás ocultaban su amargura mientras cenaban Conmigo. Santiago el menor y el mayor, Tadeo, Andrés y Simón, estaban mudos de dolor, sin embargo era mucho lo que me hablaban con el corazón. Judas Iscariote también llevaba dolor en su corazón, angustia y remordimiento, mas ya no podía retroceder porque la tiniebla lo había poseído.

57. Se acercaba el martirio de la cruz, desde la cual Jesús dejaría a su Madre, como a una alondra que daría calor a aquellos pequeños, mientras la Luz de mi Espíritu Santo descendía a iluminarles. Pronto se sentirían fuertes después de los instantes de flaqueza, para diseminarse por el mundo predicando la Buena Nueva y anunciando el Reino de los Cielos a los pueblos gentiles e idólatras.

58. Cuando Jesús terminó de decir sus últimas palabras y recomendaciones, aquellos discípulos se encontraban bañados en llanto, mas uno de ellos ya no estaba, su espíritu no pudo recibir tanto amor ni contemplar tanta luz y se apartó porque aquella palabra le quemaba su corazón.

59. Pueblo de este tiempo, nuevos discípulos: Yo permití en mi apostolado del Segundo Tiempo la traición de un discípulo para daros en ella una gran lección. No os convirtáis en jueces de aquél a quien Yo he juzgado y perdonado con amor, tomadle más bien como un libro abierto y como un símbolo. ¿Cuántos de los que le estáis juzgando ahora, llevaréis una traición en vuestro corazón?

60. En estos instantes en que os hablo y recuerdo aquellos sucesos, también el astro rey se está ocultando, es el mismo Sol que alumbró a aquella humanidad. Mas ahora, mientras os hablo así, sube hasta la altura de los Cielos el clamor de los pueblos y el estruendo de vuestras guerras.

61. ¡Cuánta miseria contemplo en vuestro mundo y cuánta tristeza hay en mi Espíritu!

62. Benditos sean los que con dolor en el corazón recuerden el día en que Jesús estuvo en el cadalso, del cual salió seguido por las turbas hacia el calvario.

63. Hoy mi Espíritu se siente entre vosotros en una nueva cárcel, pero es de amor, la de vuestro corazón, en el cual quisieseis aprisionarme porque me empezáis a amar. También veo la nueva cruz donde vais a elevarme, mas no es aquella donde me hicisteis morir; hoy es la de vuestra espiritualidad, que busca mis brazos abiertos y que anhela el torrente de mi sangre divina que es vida. No me acusáis ahora, por el contrario sois mis defensores, porque ya sabéis de mi inocencia.

64. No puedo decir de todos lo mismo, porque los hombres han acumulado tantas imperfecciones y tantos pecados en el mundo, que también son para Mí como una nueva cruz de dolor que me han preparado para este tiempo.

65. Todos fuisteis rescatados por mi ejemplo y no podréis morir; sin embargo, es menester que venga a rescataros de las tinieblas que os envuelven y que no os dejan conocer la Verdadera Vida.

66. ¡Cuántos sentimientos encontrados agitan vuestro corazón al escuchar mi palabra, pueblo amado! Ese acento doloroso con el que os hablo de aquellas horas de amargura, conmueve más a los que han llorado mucho, porque esta vida es calle de amargura y es calvario.

67. En aquel tiempo me juzgaron tres jueces: Anás, Pilatos y Herodes, y el pueblo cumplió en Mí la sentencia. Ahora os digo, que son muchos mis jueces y mayor número los que me harán sentir el dolor en este tiempo; pero cuando más abominen los hombres de mi Ley y de mi Doctrina, cuando sea más perseguido y negado, surgirá la voz de los hombres de fe, porque no sucederá lo que en el Segundo Tiempo, ahora no estaré solo.

68. El ciego a quién Jesús devolvió la vista, gritará a voz en cuello que ha visto la luz; los muertos resucitarán y darán testimonio de mi verdad. El sensible corazón de la mujer me será fiel y los hombres de espíritu fuerte serán los nuevos cirineos.

69. María no estará ausente ni será ajena a ninguno de mis pasos, y su Espíritu Celestial me seguirá por doquiera, porque Cristo y María antes de haber venido a la Tierra, han sido Uno con el Padre.

70. Humanidad, humanidad, hoy no podría decir como en aquel tiempo: “Padre, perdónales porque no saben lo que hacen”, porque no hay uno que no haya bebido la sangre del Cordero, aquella que es luz, verdad y vida.

71. Un instante bastó a Dimas para salvarse, y ése fue el último de su vida; él me habló desde su cruz, y a pesar de ver que Jesús, el que se decía Hijo de Dios, estaba en agonía, sintió que era el Mesías, el Salvador y a Él se entregó con todo el arrepentimiento de su corazón y con toda la humildad de su espíritu, por eso le prometí el Paraíso para ese mismo día.

72. Yo os digo, que todo aquel que inconscientemente vaya pecando, pero que al final de su vida me hable con su corazón lleno de humildad y de fe, le haré sentir la ternura de mi caridad, que lo elevará de las miserias de la Tierra, para hacerle conocer los deleites de una vida noble y elevada.

73. Os dejé a María a los pies de la cruz, sobre el monte que recogió mi sangre y las lágrimas de la Madre. Ahí quedó Ella esperando a sus hijos, porque será Ella quien aparte de sus hombros la cruz y les señale el camino de la Gloria.

74. Sed tengo, dije a aquella turba que no entendía mis palabras y que gozaba con mi agonía. ¿Qué podré deciros ahora, cuando veo que no es una turba, sino que es el mundo entero el que hiere mi Espíritu sin darse cuenta de mi dolor?

75. Mi sed es infinita, incomprensible, y sólo vuestro amor podrá apagarla; ¿por qué en vez de amor me ofrecéis un culto exterior?, ¿no sabéis que al pediros agua, me estáis ofreciendo hiel y vinagre?

76. A pesar de ser tan amargo mi cáliz en este tiempo, tan cruenta mi cruz y tan grande mi soledad, no me oiréis exclamar: “¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?” Porque aquella prueba que Jesús os dio demostrándoos que su dolor era humano y real, hoy no os la daré porque vengo en Espíritu.

77. Jesús es el Maestro y Él os dio lecciones hasta el último instante. Cuando ese momento llegó y vio su obra concluida, la ofreció humildemente a su Padre, diciéndole: “Todo está consumando”.

78. “El Camino, la Verdad y la Vida”, terminó su misión con una oración de siete palabras, diciendo al final: “En tus manos encomiendo mi Espíritu”.

79. Toda la vida de Jesús fue una ofrenda de amor al Padre. Las horas que duró su agonía en la cruz fueron una oración de amor, de intercesión y de perdón.

80. Ese es el camino que os vine a señalar, humanidad. Vivid imitando a vuestro Maestro y os prometo llevaros a mi Seno, que es el origen de toda felicidad.

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