¿Qué es la verdad?

La Verdad_absoluta

La Verdad absoluta del Padre no está contenida en ningún libro; aquella Verdad que abarca toda Su sabiduría, la revela como ha de menester en el preciso momento con sus hijos. Mas la Verdad primordial de toda su sabiduría, nos la reveló al hacerse hombre: EL AMOR.

“Yo Soy el que Soy”; en nuestro Padre se abarca la Verdad misma, y Él es quien con Su sabiduría nos ha guiado siempre de tiempo en tiempo a la perfección espiritual, a la cual todos los espíritus estamos destinados a cumplir y pertenecer. En la lucha espiritual del hombre esa Verdad nos instruye para lograr la paz de nuestro espíritu, que es semejante como cosechar el Reino de los Cielos en nuestro propio ser.

A la humanidad se le ha dificultado el sembrar para alcanzar por sí misma la paz de su espíritu, y por tanto fue necesario que el Verbo de Dios encarnase en Jesús para hacerse conocer a Sí mismo: Dios es Amor.

Cuantos hoy en día aún sienten en su corazón y razonan con su mente, que nuestro Padre es cruel y vengativo para los que no le aman ni le obedecen; mas esto no es sólo de esta época, también sucedía en los tiempos pasados. Mas, Jesús vino a mostrarse como un Padre que todo lo da por sus hijos, un Dios que ante todo salva, perdona y juzga con perfección el pecado del hijo, pero no para perderlo sino para volverlo a salvar.

Todo cuanto brotó de su Divino Espíritu fue hecho con luz y sabiduría, no hay en la Creación material o espiritual tiniebla ni confusión hecho por Él. Si hemos contemplado tiniebla, perdición, confusión y mentira ha sido por nosotros mismos al alejarnos de la Ley divina y de la armonía con que está regida toda la Creación.

El hombre siendo príncipe por su espíritu ha desoído su Conciencia y con ello, la voz sabia de Quién le dio vida y eternidad, y he ahí todas las consecuencias que él mismo se ha originado al menospreciar aquella voz que lleva en sí. No es el Padre quien ha faltado a Su verdad, es el hijo que ha antepuesto en su espíritu las tinieblas de sus propios hechos. Y es el hijo quien por sí mismo ante todo debe de envolverse en la Verdad divina nuevamente, para así alcanzar la paz de su espíritu.

El hombre posee diferentes verdades de todo cuanto ha indagado de lo material y lo espiritual, estas diferencias han hecho que se hayan desconocido o hasta dado muerte, por defender lo que han interpretado como una verdad. ¿Es así como debe ser el hombre? No, porque cada quien va comprendiendo conforme su propio crecimiento, evolución espiritual lo permita.

Todo espíritu nace del Padre para nunca morir y brota puro, inocente, sin experiencia, sin conocimiento, sin desarrollo espiritual. Sin embargo ese desarrollo espiritual que poseemos después de un largo trayecto de existencia, no siempre lo hemos puesto al servicio del bien y del Amor de los unos a los otros, sino al servicio del mal, al odio, al egoísmo. Y fue el Verbo del Padre en Jesús quien nos dio ejemplo de cómo debíamos guiarnos materialmente y espiritualmente. ¿Pues quién como Él para enseñarnos a manifestar nuestros propios dones, facultades y virtudes espirituales en todos nuestros hermanos por medio del amor?

En el Amor de los unos a los otros está compendiada toda la Enseñanza divina, y en ella la Verdad eterna y el medio divino para que de los unos a los otros desarrollemos y manifestemos nuestros dones, facultades y virtudes espirituales, y así lograr la paz anhelada. Esta es la Verdad absoluta y divina: EL AMOR.

En cierto, nuestro Padre no nos vencerá por medio de las armas, la muerte, el odio o la venganza, sino será de nuevo a través del amor como lo manifestó en Jesús. Él no tiene otra arma que la potencia divina de su amor para vencer el odio y las tinieblas de su hija humanidad.

Es la humanidad quien caerá vencida ante su Creador y ella tendrá certeza que no vino para morir, sino para vivir y elevarse en la eternidad por medio del amor.

De cierto, la Verdad divina también está contenida en cada espíritu: En nuestra Conciencia y es en ella donde todo espíritu lleva en sí la Verdad del Padre. La Conciencia no puede ser mancillada ante las faltas del espíritu, como tampoco puede ser sobornada para acallarla. Ella siempre dirá a nuestro espíritu si está encaminando sus pasos por el sendero de la Verdad absoluta o va creando abismos a través de sus obras. Y si va creando abismos, no hay paz.

“Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida”. El Amor es el Camino, la Verdad y la Vida, nuestro espíritu conoce por intuición esta realidad espiritual, no la puede desechar y sabe con perfección que toda obra que no tenga por cimientos el Amor, le traerá como consecuencia el dolor y el sufrimiento en su existencia.

Cuando encarnados y desencarnados vayan tras el ideal de esta Verdad divina entonces habrá certeza en nuestra existencia, habrá gozo en todos y seremos un Templo viviente de los unos a los otros, en el cual la mejor ofrenda será el Amor. Ese será nuestro Reino de los Cielos en la Tierra.

Reflexión espiritual del Tercer Testamento