El dinero

El dinero

«Dar a Dios lo que le pertenece y al César lo que es de él»

Lo del mundo al mundo, lo del espíritu al espíritu. Las necesidades de nuestra carne son del mundo, las necesidades de nuestro espíritu son de Dios.

Con el dinero obtenemos muchas cosas que nos ayudan a subsistir en este plano terrenal, no siendo el dinero nuestro enemigo sino un aliado para dar al mundo lo que le pertenece. Mas si el dinero se vuelve una obsesión es tropiezo para nuestro espíritu, ya que lo hemos dejado atado a lo del mundo. Por esa obsesión olvidamos a dar a Dios lo que le corresponde, como lo es el ayudarnos con los medios que disponemos aquí en la Tierra.

Olvidamos dar a Dios cuando somos egoístas, al no compartir los recursos materiales que disponemos en este plano terrenal para con los demás. He aquí lo referente al rico avaro de la parábola, porque teniendo más de lo que le correspondía fue egoísta para compartirlo, pero más egoísta fue consigo mismo al arrebatarse a sí mismo el Reino de los Cielos.

Todos tenemos algo que compartir ya sea material o espiritualmente, si no lo entregamos nos volvemos el rico avaro y como consecuencia un pedazo o mucho del Reino de los Cielos se nos ha ocultado.

A Dios todo lo que le pertenece, que es el amor y la caridad de los unos a los otros, el perdón, la humildad, la fraternidad, la armonía con todo lo creado, el reconocernos los unos a los otros como hermanos espirituales, y no como desconocidos o enemigos.

Al César lo del César, entregarnos al cumplimiento material en todos los ámbitos de nuestra existencia que nos atañe, sin olvidar que la Ley divina es la principal sobre la ley material. En una palabra cumplir con nuestros deberes materiales, teniendo en cuenta los unos a los otros que todos tenemos un mismo Origen, y por tal, vernos y sentirnos como hermanos, ayudándonos materialmente cuanto sea necesario, con los medios o recursos que tenemos a nuestra disposición.

Reflexión espiritual del Tercer Testamento