Los pensamientos

los pensamientos

En la actualidad la humanidad se destruye en múltiples formas; esa destrucción tiene un principio, un origen a la cual pocos llegamos a percibir o a darnos cuenta, y este origen son nuestros pensamientos.

El pensamiento es una fuerza, una potencia de nuestro espíritu que bien encaminado es de gran trascendencia para el mejoramiento de nuestra vida en todos los ámbitos de nuestra existencia, pero mal encauzado, la destrucción puede llegarnos a suceder.

Nuestro pensamiento es principio de toda bienaventuranza, así como de toda desolación.

Cuando la luz es en él, sólo luz puede dar; pero cuando la oscuridad se apodera de la mente, tinieblas entregará al que los ha concebido como a los demás.

Es importante que en nuestras familias brillen los pensamientos luminosos, aquellos que dan bienestar a nuestro convivir cotidiano. ¿Qué sería de nuestra familia si cedemos a los pensamientos que ofuscan nuestra mente? Sin lugar a dudas el distanciamiento será su consecuencia. Es importante reconocer que todos nuestros pensamientos son vibraciones que influyen positivamente o negativamente a quien va dirigidos, y que no podemos ocultarlos ya que es una vibración que envuelve todo nuestro entorno.

Hoy el mundo se conmueve en su dolor y desesperación por sus pensamientos negativos. Por una mente ofuscada pueden pasar infinidad de ideas para subyugar pueblos, naciones, corazones, consciencias, espíritus. Una mente turbada con el deseo del poder y de la vanagloria hará todo lo posible para hacerse sentir rey y señor en los demás, incluso hasta derramar sangre y luto por doquier.

La ironía de esto, es que nosotros también contribuimos a la destrucción sin darnos cuenta. No damos cabida a la luz porque nos hemos acostumbrado a las tinieblas, y he aquí que cada uno de nosotros también hemos sido participes de todo cuanto ha acontecido en nuestro mundo. ¿Qué podemos hacer para alcanzar la paz en este plano terrenal? Empezar por nosotros mismos. 

Meditemos por un momento, si todas las mentes de este mundo sus pensamientos vibraran en la luz, ¿podría haber zozobra en este plano terrenal? De cierto no. Sanemos a nuestro mundo, a nuestra familia, a nosotros mismos, dejando las tinieblas y volviendo a la luz. La luz es sabiduría, es amor, es paz, es perdón, fraternidad, regeneración, enmienda, es poner de manifiesto nuestras virtudes espirituales con que está hecho nuestro espíritu.

Con nuestros pensamientos negativos somos los que nos vamos formando enemigos por doquier, siendo que convivimos en un mismo mundo. ¿Por qué somos enemigos si la luz del Sol alumbra a todos? ¿Por qué nos odiamos y nos desconocemos si la madre Tierra no ha dejado de darnos albergue y alimento? Si la Tierra se conmueve no es que ella quiera deshacerse de nosotros, más bien somos nosotros los que no hemos hecho el bien para con ella. ¿Acaso el ensuciar nuestro hogar temporal que es la Tierra, no es ser ingratos con nosotros mismos? Hasta con tirar una pequeña basura en nuestras calles es una muestra que no hemos sabido convivir con la Creación y las leyes divinas que la rigen.

Este planeta es escuela para nuestro espíritu, es casa temporal que nos sirve para crecer espiritualmente a través del amor; pues meditemos por un instante que será de nosotros mismos después de esta existencia terrenal, cuando nuestros pensamientos nos llevaron a obrar o actuar con engaños, vanidades, orgullos, soberbia, pasiones insanas… etc. ¿Podría haber luz en nuestro espíritu cuando sólo sembramos la tiniebla? No, para ser luz hay que sembrar la luz. 

El amor todo lo abraza, por el amor se unen los hombres y se perdonan las ofensas; ese es el secreto: La fuerza divina del amor. El amor es una potencia divina y está en cada uno de nosotros, y todos sin excepción lo hemos llegado a sentir. No hay un ser humano que no haya querido ser amado y por lo menos haber deseado entregar amor en su existencia. Algunos se preguntan, ¿por qué muere el amor en nosotros? No es que haya muerto, es que hemos sido egoístas los unos a los otros. Si el dolor ha sido muy acerbo, y por eso sentimos morir el amor para con los demás, en verdad no ha muerto, porque hay instantes en que nuestro corazón late en compasión por las desgracias de los demás.

Vivamos en paz en nuestros hogares, con nuestros padres y hermanos; esta paz es luz y la luz despeja toda tiniebla de nuestra mente y corazón. Que nuestro pensamiento y corazón se conserven en la luz para no ofuscarnos en la oscuridad nosotros mismos y a los que tenemos tan cercas. Hagamos la paz en nuestros hogares, el secreto es la luz, y como se ha dicho antes, la luz es fraternidad, reconciliación, paciencia, perdón, abrazos, caricias, palabras de ánimo y de consuelo, todo esto es luz que es ante todo amor por los nuestros y por los demás.

Realmente si anhelamos la paz en este mundo, comencemos por nosotros mismos: Siendo luz y no oscuridad; mas si nos es difícil vivificar nuestro espíritu en la luz, hay que instruirnos más en la sabiduría espiritual.

Reflexión espiritual del Tercer Testamento