La dualidad humana

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Nuestro espíritu bajo el velo de la carne todavía tiene incertidumbre sobre la Ley de la reencarnación, de la posibilidad de haber sido o ser en una próxima existencia humana, hombre o mujer. No todas las religiones entienden esta verdad, y algunas por sus Escrituras se cree o se declara, que el hombre está por encima de la mujer en muchos aspectos que concierne tanto en lo humano como en lo espiritual.
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En este plano terrenal la gran mayoría hemos cometido errores y faltas espirituales de los unos a los otros. Y hay quienes dan por asentado, que lo que incurrimos y consumamos jamás tendrán una consecuencia. Sin embargo esto no es así.
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Como espíritus deberíamos comprender que una existencia humana, no nos basta para nuestro perfeccionamiento espiritual. Que si es indispensable tendremos que morar este Valle cuantas veces nos sea necesario. Así como también considerar profundamente, que en todas esas existencias humanas que se nos otorguen como oportunidad para aleccionarnos, hacer méritos, así como para saldar nuestros errores y faltas espirituales, consecutivamente no seremos del mismo sexo.
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En nuestra naturaleza humana mujeres y hombres somos distintos, pero la esencia del uno y de la otra es el mismo. Las diferencias son notables corporalmente, y sin embargo, por nuestras cualidades humanas particulares que a cada uno le pertenece y posee,… en su unión está el complemento. Existe una dualidad entre el hombre y la mujer, que en lo humano se necesitan uno del otro, aunque espiritualmente no.
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Nuestras obras y hechos cuando son equivocados hacia quien es parte de nuestra dualidad humana, sí ocasionan transgresiones a la Ley espiritual. Tanto así, si es necesario que nuestro ser pase por el mismo cáliz que hicimos beber al sexo opuesto, en otra existencia posterior, él considere purificarse y saldar su deuda espiritual con ese mismo cáliz, reencarnando nuestro espíritu con el otro sexo.
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Ni uno ni otra somos perfectos en este Valle, pero mientras nos sigamos viendo sólo con los ojos de la carne y no con los ojos del espíritu, seguiremos cometiendo errores. Y es que el espíritu no comprende aún del todo, de esa dualidad en armonía que debería conquistar en lo humano. Si bien el Padre ha puesto al hombre por cabeza y a la mujer por corazón, comprenda nuestro espíritu que algunas veces reencarnará siendo cabeza y en otras ocasiones corazón. Que algunas veces seremos fuerza y otras veces el sentimiento.
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No por ser cabeza el hombre quiere decir que debe estar por encima del corazón. No, es el espíritu el que debe llegar a la dualidad en armonía. Que cabeza y corazón les corresponda por derecho y luz cuanto Dios les da a ambos. Por lo tanto, cabeza y corazón deben crecer y evolucionar con armonía en todos los órdenes humanos y espirituales.
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Siendo corazón se crece y se evoluciona, siendo cabeza también. Ni la cabeza debe esclavizar o dominar al corazón, ni viceversa. Trabajar y lograr esa dualidad humana donde ambos por armonía, sientan que siendo mujer o hombre, el espíritu encontrará dicha, bien, amor, crecimiento, derecho, bienestar hoy en este plano terrenal,… y mañana en otro, si acaso todavía le es necesario crecer y evolucionar en esa dualidad.
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